lunes, 28 de abril de 2014

Capítulo 69. QUIÉN.

La puerta de su chalet estaba plagada de periodistas con sus cámaras y micrófonos, dispuestos a pillar alguna imagen nuestra. Me preguntaba cuándo pararía aquella fiebre. Ansiaba el momento de que todo se calmase un poco. Pero aún faltaba para eso. Era muy pronto. Demasiado.
-No vamos a poder ni salir a comprar el pan… -murmuré, mirando por la ventana, escondida tras la cortina.
-Tranquila, hay congelado. -rió Malú. -pero ya mismo se acabarán las reservas y tendremos que salir. -puso tono desesperado. -¡No! ¡no! -bromeaba. -moriremos de hambre.
-Siempre podemos comernos a Danka y a…
-¡¡A mis animales los dejas!! -reí. -¡¡Ni se te ocurra!! ¡¡te mato!!
-Oye, que están bien gorditos, tendríamos para sobrevivir unas semanas.
-¡¡MARINA QUE TE PEGO!! -chilló. Yo no hacía más que descojonarme viéndola así de alterada. -deja de reírte de mí. -me ordenó seria. -uf, y esta gente que no se va… -se quejó.
-¿Quieres salir,  o qué? -le pregunté. Ella negó con la cabeza. La entendía. No era cómodo tener como a cincuenta personas rodeando tu hogar. Era intimidante. Ese día no salimos de casa. Decidimos quedarnos allí, jugando a juegos de mesa, viendo pelis… Un día casero, en definitiva. Echaba de menos aquello. Era una tontería, pero a veces los pequeños detalles son los que más nos importan.
-Estamos en cuarentena. -rió. En verdad tenía razón. A saber cuándo se iban a ir. Llevaban más de ocho horas allí.
-Pues yo mañana tengo que salir, tengo concierto en Zaragoza.
-Tendrás que pedirle prestado al rey su helicóptero. -bromeó.
-He hablado con Jorge. -dije sin mirarla. -me llamó antes diciendo que a partir de ahora iríamos cada uno por su lado. Solo nos veremos cuando sea estrictamente necesario.
-Mejor. -opinó. -¿no crees?
-Sí. Los chicos están conmigo, iré con ellos en un avión y él irá en otro. -expliqué.

El sol no tardó en salir de nuevo. Como cada día, la estrella más grande del sistema solar alumbró el paisaje. Los rayos de sol se colaron por la persiana, dibujando un haz de luz sobre el cuerpo de mi chica. Estaba boca abajo, con las manos bajo la almohada. Las sábanas le llegaban a la mitad de su espalda. Aún me quedaba algo de tiempo en la cama... lo dediqué a reflexionar sobre los últimos acontecimientos que ocurrieron en mi vida. El vuelco que había dado mi carrera de la noche a la mañana. Todo porque ahora era "la novia de". Siempre quise que se me reconociera por mi música, y no estaba siendo así. Pero las cosas habían salido de este modo, y ya no había vuelta atrás. Le di un beso en la mejilla y me metí en la ducha. Al salir, la encontré ya vestida.
-¿Qué haces tan temprano?
-A ver si te crees que eres la única que trabaja… -rió. -tengo una sesión de fotos.
-Ah, bien. No me habías dicho nada.
-Si te tengo que contar toda mi agenda te duermes. -bromeó. Desayunamos juntas y nos despedimos. La puerta estaba despejada, al fin se rindieron los fotógrafos.

El corto vuelo finalizó sin altercados. Un viaje bastante bueno, no habíamos tenido ni retrasos ni turbulencias… perfecto. Todo iba como la seda.
-¿Nos quedamos a comer aquí? -propuso Mercedes. El grupo estuvo de acuerdo, y buscamos un sitio donde sentarnos. Mientras esperábamos la comida, nos pusimos a bichear por las redes sociales. Cada uno con su móvil, iba leyendo diferentes noticias del día.
-¿Pero qué es esto…? -algo no me cuadraba. Leí tres veces el tweet y seguía sin entenderlo. "Lo importante es que te pongas bien, ¡ánimo!". A mí no me pasaba nada. ¿Era una confusión? ¿Un loco? ¿Una noticia falsa rondaba por ahí? Seguí leyendo interacciones y todas estaban en relación a ésta. "¡¡Ponte buena!! ¡¡Seguro que Malú te está cuidando muy bien!!! jiji". "¡¡Volverás pronto, nos debes un concierto!! A recuperarse, guapa".
-¿Pero qué…? -dijo extrañado Pepe Luí, que miraba el móvil conmigo. Inmediatamente, nos pusimos a investigar. No tardamos en encontrar la respuesta. "Marina Marín cancela su concierto en Zaragoza, el dinero de las entradas será devuelto en las próximas horas".
-¡¡¡¡¡YO NO HE CANCELADO NADA!!!!! -exclamé sofocada.
-Llama a Paula. -me dijo Ricky. Sí, eso era una buena opción. No quería culpar a nadie sin saber nada, pero me olía a que Jorge estaba detrás de todo esto. ¿Quién sino? Marqué corriendo el número de la productora. Tenía que solucionar el problema. Tenía que dar ese concierto.
-¡Marina! ¿Cómo estás? ¿Estás mejor?
-¿Mejor de qué?
-Jorge me dijo que estabas con varicela. -dijo. Pegué un puñetazo en la mesa y me mordí el labio. Si lo veía lo mataba. -me pidió que cancelase el concierto lo antes posible.
-¡¡No tengo varicela!! Estoy perfectamente… y estoy en Zaragoza.
-¿Qué? No lo entiendo… -estaba confusa.
-Yo sí que no lo entiendo. -suspiré. -mira. -me levanté de la silla y di una vuelta por el aeropuerto mientras le contaba todo lo que había pasado con Jorge. Me vi obligada a hacerlo. Probablemente a ella no le importaría, pero tenía que hacerlo.
-Entiendo… todo cuadra. Es venganza… Pues no te preocupes porque he hablado con Mari hace un rato y me ha dicho que se incorpora después de la semana santa. -eso significaba que hoy era mi último día con el señor engominado. -pero Marina, tenías que haberlo hablado conmigo. Lo hubiese despedido.
-Soy una idiota, tenía que haberlo hecho… perdona. -me disculpé. -¿podemos dar el concierto…?
-Me temo que no, hemos devuelto más de la mitad del dinero de las entradas… -me derrumbé poco a poco. Tenía muchísimas ganas de actuar. Había llegado con un ánimo increíble después de aquella gala en la que Malú y yo publicamos lo nuestro. -no te preocupes, volverás. Sacaremos otra fecha, ahora tómate un respiro en estas vacaciones y coge fuerza. Y no dudes en contactar conmigo para cualquier cosa, eh. Que sé que parezco un poco borde, pero también tengo mi corazoncito.
-No, hombre…
-No mientas, anda. -reímos. -yo me conozco.

-¡¡No me lo puedo creer, te lo juro!! -se quejaban los músicos. Ellos estaban tan enfadados y frustrados como yo.
-Bueno, volvamos a Madrid…-dije con pena.
Una vez más, Jorge me atacaba. Era una guerra interminable. Era más rencoroso y orgulloso de lo que pensaba. Creí que después de vengarme de aquella forma, de joderle el plan que tanto habría moldeado, pararía. Se alejaría de mí y acabaría con esta batalla absurda. Pero no, esto era eterno. Un círculo vicioso.
Nada más llegar a la capital española, me pasé por casa de mi chica, esperaba encontrarla allí… Tuve suerte, estaba aparcando el coche justo cuando me bajé del mío.
-¿QUÉ HACES AQUÍ? ¿Y EL CONCIERTO? -chilló.
-Jorge.
-¿Qué ha hecho ahora?
-Ha cancelado el concierto diciendo que tenía la varicela… -suspiré. Malú dio un portazo y cerró el auto con la llave. No dejaba de murmurar que no se lo creía… Yo tampoco. Era tan rebuscado. Otra sorpresa nos traía este día. Una masa enorme de periodistas salió de vete tú a saber dónde. Yo los vi como a leones. Se vinieron a por nosotras hasta rodearnos. Andamos sin separarnos, intentando acercarnos a la puerta de la vivienda con el montón de micrófonos rondando alrededor nuestra.
-¿No estabas con varicela? -me preguntó una. Yo sonreí y negué.
-Hubo un mal entendido. -dije.
-¿Quisiste escaquearte de tu cita en Zaragoza para estar con tu chica? -lo que me faltaba… Ahora en contra mía por culpa de Jorge. Esto no me traía nada bueno… No tenía ni idea de cómo salir de ésta…
-Tenía muchas ganas de cantar allí, repito que ha sido un malentendido entre mi mánager y la productora. -Malú tiraba de mi mano como podía. Al fin llegamos.
-Muchas gracias a todos, de verdad. -dijo ella, tan educada con la prensa como siempre, aunque probablemente solo quería echarles en este momento. -pf… -cerró la puerta.
-Deberíamos alejarnos de todo esto… -propuse.
-Tienes razón. No podemos pasar aquí la semana santa. Nos comerán.

-Vámonos a ver a mi madre al pueblo. Así ves dónde me crié…-sonreí levemente. Ella lo hizo conmigo. Estaba contenta con la idea. 

Quisiera contaros un proyecto que llevaré a cabo los domingos de 7 a 8 junto a un grupo de amigos. Vamos a hacer un "programa de radio", emitido desde una Twitcam en el que trataremos de entretener las tardes vacías y aburridas de los domingos. Hablaremos sobre noticias curiosas, tendremos llamadas telefónicas vuestras, para contar con vuestra participación. Habrá diferentes secciones divertidas y una que dedicaré a la novela. Comentaré con ustedes el último capítulo que haya subido y os proporcionaré adelantos sobre los próximos. 
Os dejo el twitter, ¡espero que nos oigáis este domingo 4 de mayo!
@YaTeVale_

sábado, 26 de abril de 2014

Capítulo 68. DÍAS QUE FUERON.

Ese hecho cambió de manera drástica las cifras de mis seguidores de Twitter, de mis vídeos de YouTube… Todo aumentaba de manera incontrolable en la misma noche. No dejaba de mirar el móvil en la cena posterior a gala. Estaba alucinada. Ahora quedaba la duda de si esa fiebre duraría más, o solo sería temporal.
-Venga, deja eso ya, anda. -dijo Malú, acercándose a mí y enganchándose por detrás a mis hombros. Metió un trozo de jamón en mi boca y casi me ahogué.
-¡Bruta! -exclamé después de tragármelo. Casi se me saltaron las lágrimas. -no vuelvas a hacer eso. -dije con la voz casi ida. Me había atragantado bien.
-Eres una viciada, te esconderé el móvil si sigues así. -me regañó. Yo reí, pero al parecer iba en serio. -dámelo.
-Mira. -le puse la pantalla de las interacciones de Twitter.
-Dios… -agarró el smartphone y fue cotilleando mi cuenta. -madre mía… no quiero abrir el mío. -rió. La noticia corría como la espuma por las redes sociales, por internet. Circulaba por todo tipo de programas televisivos, la prensa rosa no dejaba de colarse en la fiesta intentando extraer fotos nuestras de allí para colocarlas en sus revistas.
La batería se me iba agotando con tanto revuelo, y justo cuando quedaba nada para agotarse, mi madre llamó.
-¡Hija! -exclamó.
-¿Ocurre algo? -mi madre había vuelto hacía unas semanas a nuestro pueblo. Echaba de menos el ambiente rural. Y es que una persona que está acostumbrada a la tranquilidad y la paz que transmite este tipo de sitios, es muy difícil que se adapte a la gran ciudad. Aquí no conocía  a casi nadie, solo me tenía mí. En cambio, allí tenía el cariño de todos sus vecinos. Estaría mucho más entretenida, porque yo apenas tenía tiempo para ella.
-¡Sales por la tele! -chilló contenta. Yo solté una carcajada. Eso era muy predecible. -¡¡niña, en todos los canales!! -Malú se había convertido en la artista más consagrada del panorama musical. Nunca jamás había hablado de una cosa así. Los medios estaban más que ansiosos por repartir esa información.
A la salida de la cena, alargada hasta las 5 de la mañana, vi algo que quise evitar que viera Malú porque la partiría en mil pedazos. Intenté ponerme delante, tapar aquello. Pero no pude conseguirlo, y se quedó tan helada como yo. Sentimos un odio y una rabia por dentro... La bombilla de nuestros celebros se encendieron con la misma rapidez al observar esa escena. Jorge y Ángel juntos. Todo tenía sentido. Todo encajó como las piezas de un puzzle. Su ex llevaba una cámara de fotos al cuello y la misma enorme mochila que llevaba cuando le conocí. Deduje entonces que Ángel era paparazzi.
-Hijo de puta. -murmuró. -te juro que lo mato… -caminó hacia ellos algo coja. Teníamos las dos los pies reventados. La agarré del brazo y tiré de ella hacia atrás.
-¿Qué piensas hacer? -le pregunté.
-No lo sé, para empezar, partirle la cara en dos. Luego no sé si pegarle un tiro o quemarlo. Según cómo vaya saliendo. -Jorge se largó y se quedó el chico solo, observando su cámara. Era de media estatura, apenas me sacaba una cabeza. Tenía el pelo muy corto, de un negro intenso. Sus ojos también de este tono, y una perilla decoraba su barbilla. La madrileña aceleró el paso. Gastó las últimas fuerzas que le quedaban en ese sprint, y reservó algunas para lanzarle la bofetada. Y así lo hizo, llegó como un pato mareado a causa del dolor que le causaban los vertiginosos tacones y le arreó una torta.-¿cómo has podido? -no le contestó. Se palpó el lugar justo donde le había dado.
-Lo siento. -se disculpó, agachando la cabeza. Al instante supo que lo habíamos descubierto todo.
-¿Sabes lo que he sufrido? No, ¿verdad? ¡Tú y tu maldito egoísmo! De verdad, no sé qué vi en ti. -dijo decepcionada. -¿te has parado a pensar el daño que me has hecho? Claro, que a ti eso te da exactamente igual...
-No me da igual… Malú, eres la mujer de mi vida. -la miró con ojitos brillantes y agarró la manga de la chaqueta de mi chica. Ella dio un tirón.
-¿Pero tú eres gilipollas? -gritó. -¡¡No vuelvas a tocarme!! ¡¡Y déjame en paz!!
-¿Cómo voy a dejarte en paz si mis jefes me mandan a seguirte…? estoy condenado a ti. -parecía bastante afligido. Dolido. La seguía queriendo y eso se notaba.
-¿Por qué te afiliaste con el mánager de Marina? -le preguntó. Aunque eso era bien evidente.
-Me contrató para seguirte. -empezó, dirigiéndose a mí. ¿Para qué quería Jorge información mía? -quería conocerte fuera del trabajo. -ilógico. Las personas normales quedan a comer y cosas así. No contratan un paparazzi. -descubrí entonces que estabais juntas… me rompiste de dolor, Malú.
-A ver. -respiró mi chica intentando ser paciente. -¡tú y yo no tenemos nada! ¿cuándo te vas a enterar?
-Eso es lo que crees. Estamos destinados. -sonaba a psicópata y me estaba dando miedo. Ante el silencio producido, siguió contando el por qué de aquellos días que fueron para nosotras los peores de nuestra historia. -fui llorando a Jorge y le conté lo que hubo entre nosotros, cariño. -ella volvió a respirar para tranquilizarse y no darle otra hostia. A la siguiente le estampaba la cámara en la cara. Jurado. -entonces… él vio el valor que podrían tener esas fotografías, y cómo yo quería recuperarte… hicimos un plan. Primero, te amenazaría con las fotos, luego, cuando rompieseis, yo entraría en juego recuperando tu amor, y después, estando juntos, Jorge vendería fotos de nosotros, ganando ya una cantidad bien grande de dinero, y a las semanas, las fotos con Marina. Los dos conseguiríamos lo que queríamos, y una infidelidad aportaría más dinero aún… todo estaba cuadriculado. -me quedé perpleja oyéndolo. De lo que es capaz la gente por dinero…
-No me vuelvas a hablar en la vida. -fue la frase que soltó ella, con la voz algo desgarrada. Echó el brazo hacia atrás, buscándome. Yo agarré su mano. -vámonos… -se giró y caminamos hasta el coche de Lidia. Había venido a recogernos. Escuchamos de fondo los sollozos del periodista. Me giré para verlo, pero Malú me pidió que no lo hiciese. Que no merecía nada. Caminamos en silencio. Por la ventana del auto vimos a Li besándose con Pablo, y creó en nosotras una pequeña sonrisa. Di unos toquecitos en ella. Se separaron corriendo y se rieron avergonzados. Entramos en la parte trasera del vehículo.
-Holi. -saludó sonriente. -cuánto habéis tardado…
-Ya te contaré. -le dije no muy animada.
-¿Ha pasado algo? -preguntó López. Mi chica y yo nos miramos. Decidimos contarlo. Fue ella misma quién lo hizo, mientras Li conducía muy pendiente de la carretera y a la vez, de lo que relataba María Lucía. Volví a sorprenderme con la historia. Era tan enrevesada que costaba creerla. Era un guión de película americana, mínimo. No sabía cómo iba a volver a mirar a Jorge a la cara sin querer estrangularlo.
-Bueno, al menos le habéis jodido todo el plan. Seguro que están los dos muy fastidiados. -comentó Pablo.
-Seguro que no tanto como lo estuvimos nosotras… -dejé caer.
-No tenía que haber accedido. -se arrepintió.
-Ya está, amor. Eso ya lo hablamos. -dije, tumbando su cabeza en mi hombro.

La mañana se presentó soleada. Al abrir la ventana, vi a Malú en el jardín jugando con sus mascotas. Sonreí. Ella corría en círculos y reía de una forma descomunal. Detrás, el resto del zoológico que tenía por familia la perseguía. Solté una carcajada. Cogí el móvil y saqué una foto de aquel momento. Se me ocurrió la loca idea de publicarla en Twitter. Y así lo hice. No tardó ni un segundo en petarse las notificaciones. La oleada malulera arrasó mi indefenso teléfono. Debía quitarme los avisos si no quería terminar de cargármelo. Tenía ya unos añitos.
Una llamada entrante de alguien que no esperaba interrumpió mi desayuno. Paula, la productora.
-Marina, enhorabuena.
-¿Qué?
-¡¡Sold out en el resto de conciertos que te quedan!! -se me cayó la tostada en el plato y la boca se me abrió por completo. Malú se rió.
-¿Qué dice? -quiso saber. Yo no pude responder. Estaba sin palabras.
-Decir que mantenías una relación con Malú es lo mejor que has podido hacer para tu carrera. Yo no sé si eras consciente de esto… pero chica, las cosas han cambiado. Vamos a programarte más conciertos y… -dejé de oírla. Estaba en shock. No me lo creía.

-Cariño… -reía ella incrédula, mirando mi cara de flipada absoluta. 

miércoles, 23 de abril de 2014

Capítulo 67. ESTA VEZ.

"Queridos seguidores, quiero compartir con vosotros y el mundo entero uno de mis mayores secretos. Soy consciente de que muchos no estaréis de acuerdo, no os gustará, me criticaréis, me juzgaréis… pero también sé que otros me apoyaréis como siempre habéis hecho. Tengo que agradecer primero a todos mis familiares y amigos por apoyarme desde el minuto en el que se lo conté, y haber estado a mi lado como esperaba. Mantengo una relación con Marina,  ganadora de "La Voz". Sabéis perfectamente que odio hablar sobre mi vida privada, pero me he visto obligada a hacerlo. Espero de corazón que lo entendáis. Nos veremos en unas horas en la gala 40, en la que haremos nuestra primera aparición juntas. Atentamente, la jefa."
Releí el mensaje una y otra vez. Malú me decía que parase y guardase el móvil, pero yo no me cansaba de leerlo. No terminaba de creérmelo después de tantas fatigas. Al final acabó quitándomelo.
-Eh, devuélvemelo… -le dije, intentando agarrarlo. Ella lo metió en su bolsito.
-¡Estate quieta ya, hombre!. -exclamó, recolocándose el cinturón del coche. -no queda nada para llegar… -se mordió el labio. Estaba temblorosa. Agarré su mano, entrelazando nuestros brazos.
-Vamos, cariño. -sonreí.
-¿Tú no estás muerta de miedo?
-Sí, pero si no te calmo yo, ¿quién lo va a hacer?
-Ois, que bonita eres, coño. -intervino el chófer. Nos quedamos algo cortadas, riéndonos. A partir de ese momento tendríamos que tener cuidado con lo que decíamos… porque al parecer, el muchacho nos estaba escuchando. Pulsó el botón de la radio al ver que dejamos de hablar. -¿un poco de música? -retransmitían la gala, bueno, la alfombra, en directo.
-"A puntito está Malú de llegar, es la más esperada sin duda. Hay una máxima expectación por parte de la prensa y de los propios fans tras haber declarado públicamente en sus redes sociales su romance con la nueva cantante Marina…"-nos dio un vuelco el estómago.
-¿Tú eres consciente de lo que hemos hecho…? -la voz me salía muy bajita. Mi chica rió de los puros nervios.
-La que nos espera. -agachó la cabeza. Yo acaricié su pelo y mis dedos se quedaron enredados en sus ondulas. Ella empezó a carcajear al verme luchar con sus cabellos por salir de allí.

-Bueno, pues ya hemos llegado. -se giró. Sus ojos azules brillaban más de lo que parecía en el espejo.-¡buena suerte, chicas! -nos deseó, alzando el puño. Me quedé con la mano en el picaporte de la puerta del coche. Miré a Malú. Soltamos un suspiro a la vez.
-Venga, abre. -me pidió, sacudiendo nuestras manos unidas. Yo volví a mirar por la ventana. Había unas vallas delante de la alfombra en la que ya desfilaban muchas de las estrellas de la canción. Tras las barreras se agolpaban miles de fotógrafos y periodistas. Ya algunos flash apuntaban a nosotras.
Finalmente lo hice. Abrí la puerta y una oleada de fotos fueron tomadas. Cada mínimo gesto que hice fue captado. Luego salió ella, e inmediatamente me sostuvo la mano. Caminamos sonrientes y saludando a los fotógrafos que se agolpaban junto a la masa de seguidores que había acudido al acto.
Estábamos dando un gran paso. Uno que ni me imaginaba hacía unos meses.
Era como uno de esos momentos que vives y conforme va pasando tu mente cree que no es real. Que sueñas despierto… pero no, es realidad. Es la pura verdad.
La primera pareja de entrevistadores frenó nuestro caminar.
-¡Al fin vosotras! -exclamó la chica, vestida para la ocasión con un exceso de colonia que atosigaba. Nuestras sonrisas no cesaban. -Malú, ¿eres consciente del gran revuelo que has causado?
-Sí. -rió y miró a su alrededor. -la verdad es que la gente se está volcando…
-Vemos por las redes sociales que mucha gente no está muy de acuerdo con vuestra relación. ¿Tenéis algo que decirles?  -intervino el joven. Seguro que ella sabría salir de ésta.
-No… ya lo dije en su momento. Era una noticia que no iba a agradar a ciertas personas, pero es mi vida, ella es la persona a la que quiero, y la que me hace feliz cada día. -me miró sonriente de reojo. A mí se me caía la baba viéndola. -Yo no puedo obligar a nadie a que lo mire bien… si no lo respeta, lo siento, es lo que hay. -dejó mudos a los entrevistadores. -bueno, preguntarle a Marina a algo que parezco aquí la portavoz. -reímos.
-No solo has conquistado a Malú en los escenarios, también conquistaste su corazón. ¿Te fue muy difícil enamorarla?
-En ningún momento tuve esa intención, simplemente ocurrió. -me encogí de hombros.
-Vaya dos… qué amores. -nos miró tiernamente Lara. -bueno, mucha suerte con lo vuestro, con las actuaciones ahí arriba, y Malú, ¡ojalá ganes muchos premios! -nos deseó. Agradecimos sus palabras y caminamos por la alfombra hasta parar de nuevo. Posamos para las cámaras y volvimos a atender a los periodistas. Éramos las más buscadas, todo el mundo pendiente de nosotras… nunca me había sentido así. La fama empezaba a nublarme la vista.
Las continuas entrevistas fueron de lo lindo. Venían, como ya esperábamos, a preguntarnos sobre nuestra vida privada. Pero algunos fueron más considerados, y cómo fiesta de la música que era, nos admiraban por nuestros respectivos discos.
Ya en el pasillo, nos encontramos a grandes cantantes de nuestro país rondando. De vez en cuando, nos paraban para saludarnos y desearnos que nos fuera bien. Me parecieron muy simpáticos. Incluso algunos a los que le tenía coraje, me cayeron bien.
-¡¡MIS PEQUES!! -López vino por detrás y nos levantó del suelo a las dos a la vez. -¡¡Enhorabuena!! -gritó. -me habéis dejado boquiabierto. En serio, olé por vosotras. Sois las mejores, tío. Estoy súper orgulloso de vosotras. Joder, qué pesado estoy. -nosotras asentimos incrédulas casi al borde de estallar de risa. -siento hablar tan rápido es que estoy nerviosísimo. Ostia… tengo que llamar a Li. Espero que nos veamos. ¡Ah! ¡Marina! Ha fallado el cantante que iba después de mí y me han dicho que si podía improvisar una canción. He decidido que lo hagas conmigo. ¿Qué te parece?
-¿Nuestra canción?
-Claro. -sonrió plenamente. Malú me dio un codazo, incitándome a aceptar la propuesta. -¿qué me dices?
-Por supuestísimo que sí. Anda, ve a llamar a tu novia. -reí. -mándale recuerdos. -mi chica abrió el bolso de manera nerviosa y sacó mi móvil de él. -¿quién es?
-Jorge. -sonrió perversa. Yo la imité. Por fin la venganza. Qué ganas tenía…
-¿Se puede saber qué coño haces? -preguntó enfadado. Su ira alimentaba mi sonrisa.
-Pues… ir a la gala. -vacilé. Ella soltó una risa y se tapó la boca. Oí como bufaba. -¿te crees que soy tonta? Malú me lo contó todo… -no dijo ni una palabra.
-Era lo mejor para ti, Marina. Ya te acordarás de lo que te digo...
-Mira, no sé si será lo mejor o no, pero eso a ti no te importa y no debiste amenazarla así.
-Como representante tuyo tengo la obligación de tomar ciertas decisiones. Me pagan para ello.
-Me parece perfecto, pero una cosa es que me asesores y otra muy distinta que te metas en mi vida privada. -fui elevando el tono de voz. Estaba empezando a cabrearme. Siempre los mismos cansinos argumentos.
-A ver, niñata. -odiaba que me llámese así. Me hacía sentir que era inmadura. -todo lo que hagas, me afecta a mí de alguna forma.
-¿Y qué he hecho?
-Pues acabas de confirmar tu relación con esa.
-Esa se llama Malú. -corregí. -y si no lo hacía yo, lo hacías tú el lunes. ¿verdad? -los técnicos nos llamaban para entrar en el recinto y llevarnos a nuestros asientos, pero tenía que seguir la conversación. -entonces…no entiendo por qué me hechas la bronca. -lo dejé sin argumentos. Lo había pillado todo. Solo quería sacarme dinero. Su plan había sido destruido por nosotras tras un acto de valentía digno de admirar. Tras un silencio me di cuenta que había ganado la batalla. Esta vez ganamos nosotras. Colgó y sonreí plenamente. Le di el móvil a María Lucía y me miró riéndose.
-Qué se joda.
                            

Solté una carcajada y puse mi mano en su espalda, empujándola hacia delante. Los organizadores de la gala nos llevaron hasta nuestras butacas, perfectamente asignadas. Todo estaba muy controlado, cada detalle era cuidado con delicadeza.
-¡Pero bueno! ¡Cuánto tiempo! -exclamó Pastora, que la habían sentado al lado nuestra. La abrazamos por turnos. -¡¡madre mía, me ha entrado un ataque cuando he visto tu difusión, Malú!! Qué grandes sois. -sonrió plenamente.
Canté más animada que nunca. Tenía muchas ganas de hacerlo. La adrenalina se extendió al igual que el fuego con la gasolina. No paraba de mirar arriba, a mi chica, que bailaba junto a sus compañeros de profesión convertidos en amigos de toda la vida. También echaba la vista atrás, a mis fieles músicos. Y cómo no, al inmenso público que se entregaba a mi música.
Luego vi cómo Malú se hacía con los tres premios de los cuatro a los que estaba nominada. Se emocionó en uno de ellos y no pudo evitar soltar una lágrima. El día estaba cargado de experiencias y momentos, necesitaba liberarse. Dijo unas palabras agradeciendo a todos el apoyo que nos habían aportado. Yo, al verla así, derramé unas cuantas también.
-Qué increíble todo esto… -se acomodó al lado mía de nuevo, mientras se limpiaba las lágrimas. La abracé por los hombros y se echó en mi izquierdo. Besé su pelo bajo la atenta mirada de la sevillana.

-Qué monas… -murmuró. 

domingo, 20 de abril de 2014

Capítulo 66. OTRA PIEL.

Las dos teníamos el cuerpo cortado. Inmóviles bajo aquel universo estrellado, intentábamos asimilar lo que estaba pasando. No quería ser un problema para ella, y ella no quería serlo para mí. Inevitablemente, la revista que se publicaría el lunes nos afectaría a las dos. No veíamos forma de parar aquello, no podíamos hacer nada. El shock tampoco ayudaba. No nos dejaba pensar. Seguíamos estáticas, mi móvil seguía en el suelo y su mano en la oreja, sosteniendo un teléfono invisible.
-Tal vez deberíamos pedir ayuda… -logró hablar. Su voz salió rasgada. -podríamos comentarlo con mi representante o con Vero…
-¿Para? -yo estaba muy negativa. Me sentía en un agujero negro.
-No sé… por si se les ocurría algo… hay que pararle los pies a ese tío o no nos dejará en la vida.
-Solo van a contar lo nuestro… tampoco exageremos.-quise calmar la situación.
-¿Tú crees? Yo pienso que tendrá más cosas para jodernos. -opinó. -no podemos aceptar el chantaje, porque nos vendrá con otro. -ahí tenía toda la razón. Era ley de vida. Entraríamos en un círculo vicioso del que sería complicado salir si lo prolongábamos. Si dejábamos que se saliera con la suya.
-Espera… tengo una idea. -sonreí. Sí, eso jodería profundamente a Jorge… -¿Por qué no nos cargamos su exclusiva?
-¿Qué?
-Escúchame. Si nosotras decimos antes que somos pareja… le chafaremos el montaje.
-Pero Marina…
-Pero nada. ¿No querías acabar con el chantaje? Pues ya está. Piénsalo, si no hacemos esto, la gente se enterará por unas fotos de mierda y Jorge se saldrá con la suya. Además de ganar un pastizal considerable. Él y su amigo el paparazzi.
-No estoy muy segura… -sin ella no tenía sentido el plan. A mí me parecía la mejor opción. Sería un golpazo para el maldito representante. -podemos considerar otras soluciones…
-¿Cómo cuáles?
-No lo sé… pero piensa con la cabeza. Vas a hacerlo solo por joderle a él, ¿has pensado en nosotras? ¿en ti? ¿en mí? Una vez que lo digamos no habrá vuelta atrás. Tendremos que aceptar las consecuencias, las críticas y quién sabe qué más… -sus palabras tenían sentido, mas yo creía profundamente en mi plan. A parte, si hacíamos público nuestro romance todo sería más fácil. No habría por qué preocuparse.
-Malú, si lo decimos se acabarán los problemas. No tendremos que andar a escondidas. -expliqué. Seguía dudando.-no te entiendo… siempre andabas con ganas de contárselo a tu familia, a tus amigos… a los míos. No sé qué te pasa. -parecía insegura y no entendía por qué. Me había demostrado que era una persona atrevida. ¿Por qué esta marcha atrás?
-Van a cambiar muchas cosas… -bajó la mirada. -lo siento… no puedo. -froté su espalda y la abracé, entrelazando nuestras manos en su barriga.
-Si no quieres, no puedo obligarte. Es una decisión que debemos tomar las dos. -dije al cabo de unos minutos. Ella se quedó pensativa, contando las estrellas, como le gustaba hacer.
-Es muy arriesgado. -habló al fin. -me gustaría pero…
-¿No fuiste tú la que volviste conmigo diciendo que no te daba miedo nada?
-Sí. -afirmó. -pero entiéndelo. Es una decisión que debemos tomar con tiempo y calma. No así, de buenas a primeras. -yo suspiré. -¿estás enfadada?
-No. -contesté.
-Lo estás.
-No, de verdad. Solo que me prometiste que no te importaría nada mientras estuvieses conmigo… y no me lo estás demostrando. ¿Qué piensas hacer? -se quedó callada. -A ver, cariño, la noticia saldrá el lunes… ¿no prefieres que tus fans se enteren por ti? Piensa en ellos. Va a acabar sabiéndose sí o sí.
-Tienes razón… en el fondo… esto acabará explotando… -hizo una pausa. Cambió el chip por completo. -Adelante. Dejemos de huir de ello y echémosle cara. -sonreí plenamente al sentir su seguridad. La vi ilusionada. -mañana son los premios cuarenta principales.
-¿En serio? ¿mañana? -me quedé helada.
-Sí, ¡¡pero si estás invitada para cantar tu segundo single!!
-Me refería a que si en serio quieres hacerlo público en esa gala, idiota. -reí.
-Claro. Que salgamos del mismo coche de la mano. -paró de hablar y sonrió mirando hacia arriba. Pude ver cómo le brillaban los ojillos. -jo, me lo imagino y… -se giró para observarme. -tengo muchas ganas.
-A veces los planes precipitados son los mejores. ¿Ves cómo no hay que tenerlo todo planeado? Hay que aprender a dejarse llevar un poco.
-Te quiero. -me dijo de sopetón, acompañado de un beso. -tendré que hablar antes con mi mánager…
-Espero que no sea como el mío. -reí.
-Tranquila, es un amor. Seguro que estará encantado. -si ella lo decía… no quería más problemas con representantes. Ya teníamos suficiente con el engominado. -se va a cagar el Jorgito ese. -apretó los dientes. Me moría de ganas por ver su reacción cuando se enterase. Contaba las horas para que llegase el día. Al fin nuestra venganza. Le iba a sentar muy pero que muy mal.
Volvimos al coche abrazadas. Había dos o tres muchachos jugando al fútbol. No era muy común hacer deporte a esas horas… La sociedad de estos tiempos era imprevisible. Vimos de lejos a un chico joven, con gafas de sol. Qué gente tan rara por la noche…
-¡¡Malú!! -gritó, acercándose a nosotras. Llevaba una mochila bastante grande.
-Ho… hola. -respondió ella cortada. El chaval fue a darle dos besos. La noté muy tensa, no sabía si negarse o acceder. Se quedó quieta mientras él la besaba. También me saludó a mí de la misma forma.-¿qué haces aquí?
-Mi novia es de aquí. Vive justo ahí. -señaló a un edificio de cristal.
-Eh… eso es una oficina. -dije yo, que me conocía el barrio como la palma de mi mano.
-O sea, el de atrás. -respondió nervioso, soltando una pequeña risita. -uh, perdona, soy Ángel. ¿Tú eres?
-Marina. -contesté mirando a Malú. No tenía ni idea de lo que estaba pasando. Me sentía perdida. -su novia.
-¿Tu novia? -miró a la cantante.
-Sí. -sonrió. -bueno, nos vamos, es muy tarde. Me alegro de saber que te va muy bien.
-Yo también. -asintió con la cabeza. -hasta pronto. Enlazó su brazo con el mío y cambió la velocidad. Íbamos más rápido que antes.
-¿Estás bien, cariño? -le pregunté. No contestó, miraba al suelo en dirección al automóvil. -¿quién era ese?
-Ángel. -respondió sin mirarme.
-¿De qué lo conoces? -insistí, entrando ya en el coche.
-Es mi ex. -me quedé impactada. Fue raro pensar que otra piel había rozado la suya. -por eso se ha quedado tan pillado cuando le has dicho que soy tu…
-Ostras, perdona.-me disculpé. -no lo…
-No tienes que arrepentirte, es lo que hay y punto. Quiera él o no quiera. -nos quedamos en silencio. No sabía si seguir preguntándole cosas o callarme. No parecía muy cómoda hablando sobre él. Quizás terminaron mal…
-Mentía sobre lo de que tenía novia.
-Solo quería hacerme saber que estaba feliz sin mí. En realidad no lo ha superado… no acabamos muy bien...
-¿Puedo saber qué pasó? -me interesé. -si no te importa.
-Digamos que… no me gustaba su forma de tratarme. Oye, prefiero no hablar… no quiero remover el pasado. En resumen… yo lo dejé y él seguía enamorado. Siguió detrás de mí mucho tiempo después de haber cortado hasta que se cansó.
-No te preocupes princesa. -le acaricié el muslo. -no importa. -sonreí. Ella se quedó bastante seria. Sentía curiosidad por saber qué había pasado, pero por otro lado no quise presionarla más. No lo estaba pasando bien con eso.

Malú habló con su familia, con sus amigos más cercanos, con su representante y su productora. Yo contacté con todo aquel que pensé que debería saberlo, incluyendo a Mari, aunque obviamente, sin decirle nada sobre Jorge. Estábamos listas para hacerlo. Ya preparadas, con los vestidos puestos y el maquillaje añadido, nos fundimos en un beso.
-Es la hora. -respiró profundamente. Solo quedaban 120 minutos para aparecer allí cuando Malú publicó por las redes sociales un mensaje en el que anunciaba a sus fans y al mundo entero nuestra relación. -Hecho. -sonrió, tirando el móvil al bolso. Me quedé mirándola.-¿estoy guapa, eh? -puso morritos.
-Anda, vamos. -reí.
-Espera. -me pidió. Me di la vuelta y la vi con los brazos abiertos. Nos fundimos en un último abrazo antes de salir a la calle.   

-¿Preparada?

sábado, 19 de abril de 2014

Capítulo 65. Y SIGO PREGUNTÁNDOME.

No apartaba un segundo la vista de mí. Se había apoyado en la puerta con el codo y tenía la cara girada por completo. Sonriente y tranquila, me contemplaba sin decir nada. No nos hacían falta las palabras. Lo decíamos todo con mirarnos. Era nuestro idioma. Podíamos entendernos solo con miradas, con sonrisas, con un simple movimiento de cabeza. No hacía falta más. Estábamos muy unidas, nos complementábamos.
-La baba. -bromeé.
-No te flipes, tampoco eres tan guapa. -dijo seria, cambiando la dirección de su mirada. -creída. -solté una carcajada.
-Para no ser tan guapa te has enamorado. -asintió dejando caer un "ajá" muy borde. -Te tengo loquita. -repitió el monosílabo. -sí, sí. -reí.
-Capulla, déjame. -me dio un puñetazo en el muslo. Frené el coche. -no, no, otra vez no. -reímos juntas al acordarnos de aquel día.
Paré en uno de esos supermercados que existen en todas las ciudades. Un súper abierto las veinticuatro horas que dura el día.
-Muy romántico, sí. -opinó Malú, asintiendo.
-No te precipites. -la avisé. -quédate aquí. -besé su frente y salí del automóvil directa a la tienda. Compré unas cuantas bolsas de patatas, refrescos y unos bocadillos. Volví al coche y la chica de mis sueños estaba frita. Se había quedado dormida con la cabeza colgando hacia delante. Solté una pequeña risa. Le di a la palanca para que su asiento cediera hacia atrás y pudiera tumbarse. La coloqué con cuidado para no despertarla. No iba a dormir mucho, el camino era muy corto. Ni cinco minutos tardaríamos en llegar…
Aparqué el turismo y me quedé mirándola. Echaba de menos eso. Recuerdo que era de las cosas que más me gustaba hacer cuando pasaba las noches junto a ella.
-Buenos días. -le dije, al ver que se desperezaba.
-¿Ya has comprado…? -se incorporó y la ayudé a poner bien el asiento.
-Sí, bueno, hace un ratazo. -miré el reloj. Había pasado algo más de media hora.
-Ay, es que llevo días sin dormir. -me puse melancólica. Sabía que el motivo de su insomnio era yo.
-Y yo…  
-Eh, no decaigas. -me pidió sonriente. -¿mi cena?
-Qué impaciente eres. -reí. -venga, va. -abrimos las puertas y tomamos aire puro. Me apoyé en la valla que daba al parque del Retiro. Malú caminó hacia el lado contrario, esperando a que el semáforo se pusiese en verde.-¡Eh! ¿Dónde vas?
-Hombre, es el único camino que podemos tomar… -sonreí desafiante y negué con la cabeza. -Marina… no.
-Marina sí. Ven aquí.
-No… -pasó de estar seria a estar divertida. Le dio un ataque de risa. -nos van a pillar.
-¿No decías que te daba igual todo lo demás…? ¿Qué me querías sin importarte nada?
-Pero Marina… -siguió con las carcajadas. -es que… -no cesaba su risa. Uní mis manos y las puse a la altura de mis caderas.-estás colgada, en serio. Y yo más, por seguirte el rollo. -dijo, colocando su pie en mis manos y agarrándose con fuerza a mis hombros para impulsarse. Saltó al interior del famoso parque. Pasé por la verja la bolsa con la comida y salté la valla.
              

Era mucho más bonito que de día. Las farolas alumbraban cada rincón de aquel paraíso. Agarré su mano y caminé sonriente buscando un buen lugar.
-¿Cómo estás tan tranquila…? -me preguntó con la voz temblorosa. -estás loca.
-Por ti. -me gané un beso.
-Esto es demasiado fuerte. -susurró. Cambiamos nuestro tono de voz por si alguien nos oía. El recinto era vigilado por las noches.
-¿Colarnos?
-No, lo nuestro. -lo entendí a la perfección al cruzar nuestras miradas. -joder… la de cosas que me dices con un silencio. -reí flojito. -con solo mirarme me transmites un montón… Me haces volar. Haces que me deje llevar… me haces hacer cosas muy. -dijo más fuerte el adverbio. -locas… eres…
-Te amo. -corté su discurso.
-¿Ves? -dio una pataleta. -joder.-yo me reía. -me dan ganas de matarte, gr.
-¿A besos? -arqueé las cejas. Volví a sacarla de quicio. Zapateó y más me reía yo. Se echó sobre mí y caímos en el recién mojado césped. Tenía tan cerca su boca que no pude resistirme a besarla, pero ella se echó hacia atrás.-Eh… -me agarró ambas muñecas y las apretó contra el suelo. -uh… -clavó sus pupilas en las mías. Sonrió perversa. Metió la mano en la bolsa y sacó uno de los bocadillos. Lo levantó hacia arriba y se mordió el labio. -¿no me iras a dar con eso…?
-Una…dos… -empezó a descojonarse ella sola, perdiendo la fuerza del brazo en alto y dejando caer el bocadillo. La empujé y la dejé bajo mi cuerpo. Me acerqué a su boca y la besé despacio. Sentí como mis vellos se elevaban y la barriga se me encogía. Su mano derecha acarició mi mejilla.
-¿QUIÉN ANDA AHÍ? -gritó un guardia, nos asustamos y cogimos la bolsa rápidamente. La agarré del brazo y nos escondimos tras un gran seto. Vimos la luz que desprendía la linterna del guarda y oímos el sonar de sus llaves.
-Habrá sido algún pájaro. -apareció otro por detrás. Nos agachamos aún más hasta quedarnos en cuclillas. Malú estuvo a punto de caerse. Tiré de su mano para que no cayese y empezó a reírse lo más bajito que pudo. Tapé su boca y le pedí silencio poniendo mi dedo índice delante de mis labios, aunque en realidad, yo también me moría por soltar unas carcajadas. Escapamos del parque por el mismo sitio por el que entramos. Corrimos riéndonos hasta el coche. Se apoyó en la puerta trasera y yo rodeé su cintura. Nos quedamos frente a frente bajo la luz intermitente de una farola.
-Me debes una cena. -dijo, aún con la sonrisa en la cara.
-Pues vamos. -reí. Me retiré y fui a abrir la puerta, pero Malú tiró de mí bruscamente y me besó.
-Ahora sí podemos irnos. -me quedé petrificada. No me lo esperaba para nada. Dio una palmada en frente de mis ojos. -¡despierta! -carcajeó.
Conduje hasta un sitio mucho mejor. Le iba a encantar.
-¿Por qué sonríes tanto? -observó.
-Ya verás… vamos a ir a cenar a un lugar que te va a traer muy buenos recuerdos.
-¿Ah, sí? -estaba inquietante. -acelera, venga. Quiero llegar ya. -al cabo de un rato, aparqué el coche y salí al exterior. -Pero esto… ¿no es tu barrio?
-Ajá. -sonreí. No se acordaba. -Ven. -la agarré de la mano y la guié.
-¡OSTRAS! -me soltó para llevar sus manos a su boca. -joder… -habíamos vuelto al inicio, a donde empezó todo. A nuestro árbol. El que había visto nacer nuestro amor. Ahora estaba espléndido, le habían crecido muchas hojas con la entrada de la primavera.
-¿Cenamos? -pregunté. Nos abrazamos bajo el frondoso árbol.
-Mira, sigue aquí. -rió al ver nuestra huella en el tronco. "M&M 18-12-2015". Fui sacando la improvisada comida mientras ella se acomodaba entre las raíces.
-Qué lujo, por favor. -bromeó al ver lo que había en la bolsa.
-En París nos dimos cuenta que…
-Ya, no lo recuerdes, hazme el favor. -reímos. Tras devorar por nuestra ansiada hambre los alimentos, me levanté y le tendí la mano para que me siguiese. Tiré de ella y nos acomodamos en el césped unos metros por delante del árbol. Me senté, y ella se sentó entre mis piernas. La abracé por detrás y pegó su perfil al mío. Agarramos nuestras manos y miramos hacia arriba. Se veían algunas estrellas.
-No quiero volver a perderte. -susurró. -aún sigo preguntándome por qué lo hice…
-Ni yo… no podemos dejar que eso vuelva a pasar.
-Ojalá Mari vuelva pronto… y adiós problemas.  
-Pues sí… Jorge puede ser muy peligroso…
-No podemos perderle de vista…
-Hay que estar alerta, es muy listo. -justo en ese momento me sonó el móvil. -hablando del rey de Roma…
-Por el teléfono asoma. -completó a su manera el refrán. Descolgué riéndome.
-Sé que estás con Malú. -noté como el corazón de mi chica se aceleraba. -has estado con ella en el Retiro, ¿verdad? -me miró asustada.
-Jorge, no te metas en mi vida.
-Como tu representante debo aconsejarte y advertirte. Aléjate de ella, no te hará ningún bien, te lo aseguro. Tienes que pensar en tu futuro…
-¡Déjame en paz! -exclamé, cortándole. -sé que es lo que me conviene y lo que no.
-Te equivocas, solo tienes 20 años.
-25. -le corregí.
-¿Puedes pasarme a tu… "chica"? O lo que quiera que sea.
-Ni de coña.-le contesté. No iba a dejar que le comiera el coco de nuevo. Ella insistió en hablar. Yo me resistía, pero consiguió cogerme el smartphone. Oía perfectamente lo que hablaba mi mánager.
-La revista sale el lunes. Un trato es un trato. -colgó.

-Mierda… -murmuró con el semblante descompuesto.

jueves, 17 de abril de 2014

Capítulo 64. ME FUI

Me aclaré la garganta. Empecé a cantar el estribillo de" A prueba de ti" a capella, mi único acompañamiento era el sonido de mis chasquidos. La cantaba despacio, haciendo las pausas correspondientes. Mi sonrisa se iba iluminando conforme veía a la suya aparecer. Pude ver cómo nos miraba expectante José desde el salón.
-¿A qué viene esto? -rió Malú, tapándose la boca. Estaba sonrojada.
-Bueno… así comenzó todo. ¿Recuerdas? -asintió. Unió sus manos y pulsó el botón imaginario de "La Voz".  -¿Qué te parece si empezamos de nuevo? -me abrazó muy fuerte. Yo me aferré a su delgado cuerpo. Lloré en su hombro. Ella también lo hacía. Habíamos pasado por unos días horribles… pero eso ya había terminado. Hoy comenzaba una nueva etapa.
-Perdóname. -sollozó.
-Está olvidado. -le aseguré, fortaleciendo mi promesa con un beso en la frente. -toma. -le di el ramo.
-Oye, ésta está comida… -observó. Yo solté una carcajada.
-Danka me atracó al entrar. -le expliqué riéndome. -ahí la tienes. -la perra apareció por detrás con un trozo de rosa en la boca.
-¡EHHH! -le riñó Malú. -que eran para mí… -Volví a abrazarla, esta vez sonriente. Ya no había ningún rastro de tristeza en nuestras caras. Echaba tanto de menos su olor, sus brazos.
-¡¡¡¡¡¡CUÑI!!!!!! -su hermano se acercó a la puerta. Me separó de mi chica para abrazarme a mí. -coño, tú estás más delgada.
-O tú más gordo. -reímos las dos.
-Te has pasado. -dijo serio.  -a mi no me hace ninguna gracia. -silencio con ladridos de Danka de fondo. -bueno, a ver, he comido un poco más estos días pero… -se tocó la barriga.
-Era broma, tranquilo.-le di una palmada en la espalda.
-Marina, qué pintas me traes, eh. -rió mirándome de arriba abajo. José se quedó en la puerta acariciando su vientre.
-Tú eres la que lleva el glossy glossy de la relación. -bromeé.
-Y yo la grassy grassy… -reímos por el chiste de José. Le habían marcado mis palabras.
-No es por joder, pero tú no estás en esta relación. -intervino su hermana.
-Me voy a llorar. -dio un portazo y bajó las escaleras que daban al jardín junto a la perrita. Nosotras seguimos riendo. Nuestras risas fueron difuminando hasta desaparecer por completo.
-Te quiero. -dijo, alterando mi cuerpo. Al fin esa sensación en mí… Me parecieron meses los días que estuve sin ella. -jo… ha sido insoportable. -volvimos a abrazarnos. Quería tenerla en mi regazo todo el tiempo que pudiese. Todo el tiempo que había perdido. Y todo el tiempo que nos quedaba. -Oye, ¿tú hoy no trabajas? Mira que me extraña… estás con la producción. -miré a otro lado guardándome una risa.-Marina…
-¿Yo? No, no… -reí. Me metió un pellizco. -vale.. tenía que ir a Galicia a grabar el nuevo videoclip.
-¿Y qué haces que no estás allí? -se separó de mí y puso los brazos en jarras. Parecía mi madre.
-Tenía algo más importante que hacer. -sonreí. Ella también lo hizo. Me abrazó de nuevo. Sería más fácil no despegarnos, porque no tardábamos ni medio segundo en volver a unirnos. -ha sido muy de película… estaba a punto de arrancar el AVE cuando vi tu mensaje y salí corriendo. Tenías que haber visto a Jorge…
-Te va a matar…
-Que me mate. Yo ya tengo lo que necesito. -le guiñé un ojo. Agarró mi nuca con fuerza y estiró su cuello hacia mí. Juntamos nuestros labios. Hacía tanto que no la besaba que me pareció la primera vez. Sabían mejor de lo que recordaba.
-Acabo de perder cualquier miedo que tuviese con este beso. -confesó.
-¿Te doy otro por si queda alguno más…?
-Idiota, ven aquí. -rió, volviendo a mi boca. No hay nada peor que el sonido de un móvil en un beso. Maldije la existencia de la persona que estaba llamándome. Contesté borde.
-No quiero saber a dónde has ido... Solo te digo que vuelvas a la estación. Hay otro tren en media hora. -su voz irritable en mi oído. Cómo lo odiaba. Lo odiaba tanto que cada gesto que venía de él me repugnaba. Leí los labios de Malú, me decía "ve".
-Eh… -mi chica volvió a articular la palabra "ve". -está bien. -suspiré. -ya voy.
-Rápido. -colgó. Me mordí la lengua e hice el amago de tirar el móvil al suelo.
-Pronto nos desharemos de él…
-Suena a película de James Bond, amor.-reímos.
-No me hagas recordar la escenita en el garaje de tu piso. -fue imaginarlo y salir las lágrimas por mis ojos. Esta vez eran de risa. -anda, vamos. Te llevo.
Nos despedimos en la entrada de la estación. No llegó a salir de su coche. Era mejor. Jorge andaba por allí. Nos dimos un largo beso y prometí invitarla a cenar esa misma noche. Me separé de ella, cosa que creí imposible cuando la abrazaba después de recuperarla, y caminé hacia el andén. Me llevé la bronca del siglo por parte de mi representante.
-En el fondo eres una niñata que no sabe ni lo que quiere. -esa frase fue tan estúpida… no me conocía en absoluto.
-Discrepo en eso. -intervino Ricky. -sabe muy bien lo que quiere, y no es ninguna niñata. De hecho, es demasiado madura para la edad que tiene. -para que él hablara se tenían que alinear los planetas. Así que me tomé aquello muy bien. Consiguió callar al señor de los trajes de chaqueta.
 -Zas. -remarcó Pepe Luí. -pero en toda la boca, vaya. -dijo ahora más bajo para que Jorge no se enterase. -crack. -le susurró al encargado del bajo. Éste le sonrió tímido.
-Gracias. -le dije sin hablar. Me entendió e hizo una pequeña reverencia con la cabeza.
Nos subimos en el tren y volví a colocarme como antes, al lado de mi gran amigo. Estaba todo tal y como lo dejé. Nos sentamos en los mismos sitios, el AVE era exactamente igual. Me pareció que había parado el tiempo, había escapado de allí y había vuelto. Aunque una cosa había cambiado, mi cara.
-Veo que ha ido bien. -me rodeó el hombro el delgado chico.
-Fantástico. -le conté al detalle lo sucedido.
-Estás hecha una Richard Gere. -hice una pedorreta y comencé a carcajear muy fuerte. Los pasajeros se giraron para mirarme. Me morí de la vergüenza. Me disculpé con la mano. -tía, contrólate que eres "famous". -rió conmigo.
Llegamos a eso de las once de la mañana al lugar de rodaje. El director del videoclip nos preguntó el por qué de la tardanza. Jorge le dijo que había habido un retraso con el tren. Yo, mientras tanto, era maquillada y peinada por el equipo. Eso era un lujazo. Siempre había sido muy perezosa para eso, así que genial. Además, las chicas eran buenas profesionales. Sabían sacar lo mejor de cada persona.
Rodamos en una playa muy conocida del norte, con olas de varias metros detrás de mí. Quedaría muy chulo, estaba segura. El veterano director me enseñó algunas escenas y me encantó el color que le había añadido. Estaba ansiosa por ver el resultado.

-Ha sido más rápido de lo que esperaba. -opinó mi mánager.
-Marina ha trabajado muy bien. No nos ha dado problemas. Un placer, sin duda. -me tendió la mano simpático.
-El placer es mío. -sonreí. Miré de reojo a Jorge. "JÓDETE".
Después de la merienda a la que fuimos invitados, Mercedes nos explicó que nos quedaríamos en un hotel encantador. Muy del norte, decía. Pero yo me negaba a pasar la noche allí.
-No empieces… -se quejó el dichoso representante, fastidiando mis planes como de costumbre.   
-¿Qué más te da? -chillé. Ya me había cabreado. -Ya he rodado el videoclip, ya no tenemos nada que hacer.
-Haz lo que te dé la gana, como siempre. Tú sigue así, que no vas a llegar a nada. -me guardé las ganas de soltarle una patada y respiré hondo.
-Yo también me vuelvo a Madrid. -me apoyó el eterno silencioso. -Marina tiene razón, no tenemos nada que hacer aquí. Prefiero dormir en mi casa que levantarme temprano mañana para irnos.
-Pues eso, que nos vamos. -remarqué.
-Ale, hasta el sábado. -qué bien, unos días de descanso antes del siguiente concierto.
Pillamos el tren juntos y tuve la oportunidad de conocer mejor a mi compañero. Era un desconocido para mí, hasta este día. Era de Almería y estaba casado con una cordobesa. Tuvieron un hijo muy pronto, cuando tan solo tenían 25 años. Se ganaba la vida en una orquesta de feria que iba de pueblo en pueblo por Andalucía.
Al llegar, Malú me esperaba en el coche. Justo en el mismo sitio en el que nos despedimos.
-No te habrás quedado aquí desde que me fui…
-Me fui porque no encontré razones… -cantó.
-¡Malú!
-¿Pero tú eres tonta? -rió. -sabes que no puedo estarme quieta.
-Cierto. Anda, déjame conducir a mí, que te voy a llevar a un sitio muy chuli.
-¿Chuli? -carcajeó.
-Me lo ha pegado Li…
-Ah… ya decía yo. Tú hablando así… -meneó la cabeza. -Oye, ¿ni un beso?

-Los estoy reservando para esta noche. -se sorprendió abriendo los ojos. Nos reímos. Le di un cariñoso beso y arranqué el audi. Nos esperaba una cena muy especial. 

miércoles, 16 de abril de 2014

Capítulo 63. VOY A QUEMARLO TODO.

Casi no pegué ojo en toda la noche. No paraba de pensar en mi estúpido impulso de besar a Vanesa. La dejé cortadísima. Luego me disculpé y me aseguró que no pasaba nada, pero una espinita seguía dentro de mí. Por otro lado, pensaba en el día de después. Tenía que volver al trabajo y encontrarme al innombrable. ¿Conseguiría controlarme? Lo dudaba. No sabía cómo iba a reaccionar. Mis nervios ya estaban presentes y aún faltaban horas para verle. Me revolvía en la cama. Acabé con la colcha en el suelo y las sábanas fuera del colchón. Me levanté y di vueltas por la cocina. Bebí un poco de leche a la vez que mis pensamientos se acumulaban unos sobre otros. Me pedía una y otra vez a mi misma que me calmase. Estresándome no iba a conseguir nada, lo único que iba a pasar es que estuviera más tensa para el día que amanecía en apenas horas. Oí que alguien llamaba a la puerta del piso. Me extrañé. Eran pasadas las tres de la mañana. ¿Fuego? Era lo primero que se me pasó por la mente. Fui corriendo y abrí sin ni siquiera mirar por la mirilla. Llevaba un pantalón de pijama medio caído con la ropa interior por fuera, la camiseta cortísima y los pelos recogidos en un moño horrendo.
-Perdona que moleste tan tarde. -no me esperaba su presencia. Era Vanesa. La invité a que entrase.
-¿Ocurre algo? -me asusté.
-No, tranquila, solo quería hablar contigo. No puedo dormir.
-Y tú, como cualquier persona normal, vas a casa de tus amigas a hablar de madrugada porque no puedes dormir. -dije con ironía.
-Qué borde. -me miró con asco. Al segundo reímos. -¿Bebiendo del bote de leche? Tú no cambias, eh. -se acomodó en el taburete que había frente a la mesa. -¿me haces un cola cao?  
-Vienes a mi casa a las tantas y me mandas que te prepare un cola cao…
-No seas idiota, estabas levantada.
-¿Tú qué sabes? -reí, preparando la bebida. -Bueno, ¿qué querías? -puse mis brazos en jarras mientras la taza giraba en el microondas. Se quedó en silencio, pensativa. -¿Es por lo de esta tarde…? -intuí. Me miró desde abajo y asintió despacio. Se rascó el pelo incómoda. El pitido del electrodoméstico me asustó y pegué un bote. Ella rió. Al fin desapareció el mal trago, aunque fue un descanso pequeño. Fue pasarle la taza y volver esa incomodidad al rozarse nuestras pieles. Me aparté en seguida y me senté en el asiento que había a su derecha.
-¿Por qué…? -se arrancó por fin. Bufé y miré al suelo. Ella me levantó la barbilla. Me miró y asintió. Yo no la entendí. Volvió a hacerlo, arqueó las cejas. Era un pregunta. Era un, ¿sí? Pero… ¿sí qué? ¿A qué se refería? No tardé en averiguarlo se acercó lentamente a mi boca. No supe rechazarla. El beso fue el peor que di en mi vida. Más que nada porque ni era yo, ni era ella. Eran dos almas intentando recuperar el pasado. Un pasado no muy lejano, pero ya bastante olvidado y enterrado. Un beso vacío. Besar por besar. Terminamos de besarnos con un pequeño grito de dolor. Había dolido. Mucho. Nos habíamos hecho daño con eso. Habíamos caído en la cuenta de que nos habíamos equivocado. Nos habíamos percatado de que ya no sentíamos igual. Que algo había cambiado. No éramos Vanesa y Marina. No. Al menos, eso pensaba yo.
-Lo siento. -me disculpé. Yo había sido quien se había echado atrás.
-¿Sigues sintiendo algo? -me preguntó, muy cerca de mis labios mojados por su propia saliva. -respóndeme con la pura verdad. Nos debemos esa respuesta.
-No. -contesté. Ella se separó por completo de mí. Se había sorprendido. No se lo esperaba. -Perdona, he sido demasiado dura…
-Te pedí sinceridad, no que me destrozases. -dijo afligida. -nada, sigue con tu maravillosa cantante. -me dio una palmadita en el muslo.
-No te vayas así, por favor. -le agarré del brazo. Me sentía bien con su amistad, no quería dejarla escapar. Era una persona muy importante para mí.
-Me alegro mucho por tu relación con Malú. Ve a por ella, estabais genial. Lo nuestro está más que muerto, como has visto.
-Espera. -la volví a retener. La abracé. Luego nos separamos y fue caminando hacia la salida. 
-Ah -se dio la vuelta. -solo te pido una cosa. -arqueé las cejas esperando su petición. -No juegues más conmigo. No sabes cuánto tuve que luchar para olvidarte… y esta tarde lo has echado todo por tierra. Sembraste un poco de esperanza en mí. Creí que aún había algo entre nosotras… pero veo que solo fueron imaginaciones mías. Tendré que volver a empezar… tendré que volver a asimilar que no soy para ti. -y tras aquel golpe a mi existencia, se fue. Maldije mi vida. Le había hecho daño… no tenía que haberme lanzado. Tenía que haber sabido controlarme. Tiré el taburete al suelo, descargando mi rabia. Me sentía fatal. Estaba enfadada conmigo misma. Me había costado mucho dejar las cosas claras con Vanesa, y ahora que por fin lo había conseguido, lo destrocé por mis irrevocables impulsos. Tenía ganas de quemarlo todo.
Pasé la noche en vela, hasta acabar durmiéndome encima de la mesa de la cocina.
-¡¡¡MARINA!!! -me despertó Li a la mañana siguiente. -¿Qué haces ahí? -me levantó la cabeza. Bostecé medio dormida. -¿Sabes que tenías que haber salido hace media hora?
-¡Mierda! -chillé. Me vestí a la velocidad de la luz y me metí un trozo de pan en la boca. Salí corriendo hasta la calle. Encontré a Mercedes y a Pepe Luí en un coche negro.
-¿Qué te ha pasado? Llevamos un rato llamándote y no nos cogías el teléfono. -preguntó la batería.
-Arrancad ya. -fue mi respuesta.
-¿Todo bien? -quiso saber José Luis.
-No… nada bien. -le contesté. -lleguemos ya a la estación, anda. -teníamos que viajar a Galicia para grabar el videoclip del segundo single. Al llegar, el señor que me había arruinado la vida parecía desesperado. Ricky estaba con él, sosteniendo el bajo. Mi mente salió de la realidad para crear un mundo paralelo. En ese mundo imaginario, yo cogí el instrumento de mi amigo y se lo estampaba en la cara…
-¿SE PUEDE SABER QUÉ HACÍAIS? -nos chilló.
-Relájate, aún no tenemos que coger el tren. -dijo el teclista. Yo me mantuve al margen. Intentaba respirar, calmarme. En cualquier momento se me iba a escapar un puñetazo. Ojalá Mari se recuperase pronto. Los últimos días sentí la necesidad de contarle todo cuando hablábamos. Pero pensaba en ella… ya tenía suficiente con sus problemas como para también frustrarse con los míos. Parecía más animada, aunque no estaba recuperada.  
-Le metía tal patada en la boca... -murmuró mi compañero, el más divertido.
-Yo le metía dos. -intervine.
-Joder, es insoportable. Con lo bien que estábamos con "la Mari". -yo asentía mientras hablaba. Estaba totalmente de acuerdo con cada palabra que pronunciaba sobre Jorge.
-Si supieras la que me ha liado… -necesitaba desahogarme.
-Puedes hablar conmigo. -me lancé a contarle con detalle cada momento que había vivido. Al fin lo solté. -¡¡VAMOS A LANZARLO A LAS VÍAS!! -le tapé la boca riéndome. -Tú eres tonta, yo ya lo hubiese matado.
-No puedo liársela, se supone que Malú no me ha dicho nada.
-Te admiro. -me quedé extrañada. -en serio, te admiro. No sé cómo puedes contenerte. -nos subimos al medio de transporte y me senté junto a él. Me sentía cómoda. Además, podía animarme con sus chistes.
No tardó en soltar algunos. Tomó una retahíla imparable. Uno detrás de otro. Cuánto más me reía yo, más contaba. Era su incentivo. Mi risa. Pero una de sus bromas fue interrumpida por el sonido de mi móvil.
-"Te echo demasiado de menos… Me arrepiento muchísimo de lo que hice. Me importas mucho y me da igual todo lo demás. Te lo aseguro. No volveré a cometer ningún error contigo. Estoy muy enamorada de ti, Marina. Ahora estoy más segura que nunca. Quiero estar a tu lado. Esperaré todo lo que quieras, todo lo que necesites. Te amo." -Malú me sorprendió. Me rompí en mil pedazos. José Luís me vio la cara descompuesta.
-¿Algo va mal? -le mostré el mensaje. Tragó saliva. Comprendía mi estado. -deberías volver con ella.
-Lo sé. Me muero de ganas.
-Dile algo, vamos. -me animó. Sonreí. Tecleé rápidamente, deslizando mis pulgares por la pantalla de un lado a otro. "Yo también, princesa". -¡qué cursi! -reí. El tren estaba a punto de partir, según anunciaban los altavoces. Un acto de locura me llevó a salir de él.
-¿A DÓNDE VAS? -gritó mi mánager.
-¡¡CORRE!! -chilló Pepe Luí saliendo del AVE con el resto de la banda. Pasé por una floristería dentro de la misma estación y pillé un ramo de rosas blancas, las que tanto le gustaban. Seguí corriendo en busca de un taxi.

Llegué a su chalet con la camisa medio caída, y unas manchas debajo de los sobacos. Tenía el flequillo pegado a mi frente por el sudor y un zapato lo llevaba desabrochado. Antes de tocar la puerta tomé un poco de aire. Me iba el pulso a más de mil.
En ese instante de tensión y emoción, oí unos gritos. Parecían de José.
-¡¡¡ES QUE ERES IDIOTA!!! Joder, Malú. -lo notaba alterado. -Marina es increíble... ¿Por qué le has hecho esto? -escuché un golpe. -¡¡Eres una niña consentida!! ¡¡Eso es lo que eres!! ¡¡Le has hecho mucho daño!! ¡No se lo merecía!
-Para ya… José. -dijo muy bajito ella. -por favor.
-Podías haberme pedido ayuda… echar un poco de cabeza que ya tienes una edad. Malú, tú que siempre te has revelado a los jefes cuando algo no te parecía bien. ¿Por qué…? ¿Por qué ahora cediste al chantaje?
-Estaba muerta de miedo. -decidí que era el momento de aparecer y dejar de escuchar aquella dura conversación.
-Marina… -sus ojos estaban decaídos, unas ojeras los rodeaban. Llevaba aún el pijama y los pies descalzos.






lunes, 14 de abril de 2014

Capítulo 62. ¿CÓMO TE OLVIDO?

El pitido de un coche disipó mis pensamientos.
-¡He conseguido arrancarlo! -chilló Li desde el asiento de conductor. Me subí en el automóvil y di un portazo. Coloqué un codo en la puerta y con mi mano derecha sujeté mi cabeza. -¿cómo ha ido…? -suspiré al oír su pregunta. Tras tomarme unos segundos de calma, le conté toda la historia. La chica no reaccionaba ante los sucesos que le narraba.
-¿Piensas decir algo? -reí. Estaba con los ojos como platos.
-De película. -opinó. -¿qué piensas hacer?
-Nada. -resoplé. -necesito despejarme.
-¿No vas a volver con ella? -me preguntó Lidia. Tragué saliva y medité la respuesta. -tranquila, no tienes que contestar ahora. -me acarició el muslo.
Ahora mismo me sentía enfadada con el mundo, con el destino, con la vida. Solo quería que pasasen los días sin que yo me diese cuenta. De dejar que el planeta girara a su antojo. Estaba tan quemada que no tenía ni ganas de volver a estar con ella. ¿Qué me estaba pasando? Lo que había ocurrido me había jodido bastante. Pero, ¿era para tanto? ¿Era lo suficiente para que parara de sentir lo que sentía cuando pensaba en ella?
-¿A dónde vamos? -quise saber al ver que no había tomado la carretera correcta.
-De compris. -dijo sonriente. -está empezando a hacer calor y no tengo nada moni.
-¿Tienes que acabar todas las palabras en "i"? -reí. Le salió una risita tonta.
-Déjame, jo.-era excesivamente moni. Ups, me había pegado lo de la "i". El plan de Li me ayudó a distraerme, una vez más. Salir era lo mejor que podía hacer. Aún así, no pude evitar acordarme de ella. Imaginar qué era lo que estaba haciendo mientras yo me perdía por un centro comercial. Li me obligó a meterme en el probador para que opinara sobre el modelito que quería comprar.
-Perfecto. -comenté.
-¿No me hace mucho culo? -miré hacia otro lado y suspiré. -Vale, vale, ya me callo.
-Te quedan perfectos y ya está. -salí del probador y me apoyé en la pared. Cogí el móvil y apunté la mirada hacia él. Noté que alguien me observaba. Levanté la mirada y vi a una dependienta muy sonriente acercarse hacia mí.
-¿Puedo ayudarla en algo? -me preguntó, uniendo sus manos en su vientre. Negué con la cabeza y le di las gracias. Se retiró con la misma sonrisa y formó un coro con otras trabajadoras. Se reían mirándome. Una que estaba a su lado se dirigió hacia mí.
-Perdona que te moleste. -rió nerviosa. -¿tú eres Marina?
-Sí, soy yo.
-¿Te importa hacerte una foto con nosotras? -siguió riendo nerviosa. La chica no tenía ni treinta años.
-Adelante. -la muchacha llamó a sus compañeras y nos hicimos la fotografía. Li salió del probador y se quedó algo asombrada. -¿pagamos?
-Claro. -dijo algo confusa.
-¿Es tu amiga? -me preguntó una de ellas. Asentimos. -yo os atiendo.
La tarde continuó de tienda en tienda, de caja en caja, hasta llenar bolsas y bolsas.


Estuvimos en una heladería a la que solíamos ir cuando estaba con Vanesa… Recordé esos momentos. Sonreí. Tal vez debería haberla perdonado. Todos merecen una segunda oportunidad, y yo no se la di. Bueno, sería una tercera… La echaba mucho de menos. No sabía qué narices estaba haciendo pensando de esa manera… Pensé que ya lo tenía superado. Estaba muy segura con Malú. Claro, con Malú. En este momento no había Malú por ninguna parte y los pilares que me sostenían se habían ido resquebrajando uno a uno. Ya había perdido hasta mi identidad. ¿Cómo la olvido?
-¡Chicas! -lo que me faltaba. Sí, era ella. Era Vanesa. La saludamos y se sentó justo enfrente de mí. Se había recogido el pelo. Eso le sentaba genial. Sus ojos verdes agua eran únicos. La luz del local los potenciaba. Moví la cabeza de un lado a otro. ¿Qué hacía?
-Voy a pedir. ¿Lo de siempre, amores? -preguntó Li. Yo, por mi parte, dije que sí. Vane también. El mismo sitio, las mismas personas, los mismos helados de siempre, los mismos olores, pero diferente situación. Ya no era como antes. Nos quedamos a solas. Me sentía incomodísima por culpa de mis estúpidos pensamientos.
-Bueno… -rompió el silencio. -cuéntame algo. -se cambió de asiento, poniéndose a mi lado. Depositó su mano en mi muslo. Mis nervios aumentaron. Giré la cara para mirarla. Demasiado cerca. Demasiado confusa. Demasiada carga emocional. Demasiado descontrol. Me acerqué a su boca, lentamente. Me frené a tiempo y miré al suelo. -¿qué ha sido eso…?
-Voy al baño. -me levanté sin mirarla y corrí al cuarto de baño. Me encerré y apoyé mis manos en el lavabo. Extendí los brazos por completo. Cerré los ojos muy fuerte, intentado asimilar lo que había pasado. ¿Era un extraño impulso? ¿Era yo realmente? Le metí un  puñetazo al lavabo. Mi mano se coloreó de rojo al clavarse con mi propia pulsera. La puerta sonó.
-¿Marina? -era la voz de Lidia. -¿estás bien? Llevas ahí un buen rato. -no contesté. Me miré en el espejo. Tenía los ojos casi encharcados, rojizos. Mis dientes mordían mi labio inferior. Intentaba ser fuerte, impedir que las lágrimas brotasen. Ya había gastado muchas estos días. -por favor, ábreme. -decidí hacerlo. -cariño, ¿qué pasa? -me lancé a sus brazos a la vez que cerraba la puerta. -¿por qué lloras de nuevo?
-No estoy llorando.
-Mírate…
-He intentado besar a Vane. -se quedó sorprendida. No supo qué decir. -no me preguntes por qué, ni yo lo sé.
-Sí lo sabes. Piénsalo. -me pidió, a la vez que me acariciaba. Intenté tranquilizarme y deliberar. Rebuscar entre mis sentimientos. ¿Por qué me sentía mal? -una parte de ti niega lo que piensas. Dices que no, pero en realidad lo sabes muy bien. Solo lo dices para engañarte a ti misma, para evitar lo que en realidad estás sintiendo.
-Tienes razón… Lo sé perfectamente. Quiero volver atrás.
-¿Hasta a dónde exactamente?
-No me presentaría a la Voz. Me gustaría seguir en el bar, con mi rutina. Con mis horarios, con mis salidas con la pandilla, con un trabajo estable que no se tambalease con cada paso que doy, con una casa fija, con una novia corriente como yo.
-¿Te arrepientes de haber estado con Malú?
-Es duro decirlo… pero creo que sí. -hasta a mí me dolió pronunciar aquello. -no, no. No me arrepiento. -me arrepentí al segundo. Quise pegarme un tiro. ¿Qué cojones había dicho? Con ella había vivido cosas inexplicables. Había sonreído como nunca lo había hecho.  ¿Cómo iba a arrepentirme de eso? Era imposible.
-Ya sé lo que te pasa a ti. -intervino. -echas de menos tu anterior vida.
-Puede… una parte sí. Ahora tengo que luchar mucho, ¿sabes? Antes era todo muy fácil.
-Ya, pero es lo que quieres. ¿O me equivoco?
-Sí. Cantar es mi sueño y… estoy locamente enamorada de Malú.
-Pues ya sabes. A luchar por lo que deseas y amas. Déjate de paranoias. No te comas más la cabeza y deja tu orgullo. Ve a por tu chica, vamos. -me animó. Me dio tal empujón que me choqué contra la puerta.
-Au. -me quejé entre risas, acariciando mi brazo.
-¡TIRA! -exclamó.
-No puedo, Li. -volví a la seriedad. -tengo que hacerla comprender que lo que hizo no estuvo bien.
-¿Un castigo?
-Algo así. Si vuelvo con ella así, a la primera, volverá a hacerlo. -expliqué.
-Entiendo. -se quedó pensando. -oye, vamos a por el helado que se nos derrite.
-Y si no está ya derretido se derretirá cuando te vea sonreír, preciosa. -el piropo la hizo reír.
-Oye, te relajas eh, que tengo novio.
-Ya, bueno, es que llevo días sin dar amor y tengo que sacarlo. -reí. -qué triste mi vida.
-Pues le dices piropos al espejo.
-Eso sería muy egocéntrico.
-Sí. Demasiado. -reímos juntas. -vamos, anda. 

jueves, 10 de abril de 2014

Capítulo 61. OJALÁ.

¿De verdad había liado todo eso porque nos habían pillado? ¿De verdad? Me había hecho sufrir enormemente. No podía creérmelo. Me enfadé.
-Lo tuyo… me parece increíble. -murmuré. Me llevé las manos a la cabeza y abrí los ojos. -increíble.
-¿Me vas a dejar que te lo explique? -asentí. Ojalá tuviese una buena escusa, porque lo que había hecho no tenía ningún sentido. ¿No había pensado en mí? -el día del concierto, justo antes de empezar, me vino un chico que se ajustaba a la definición que me diste de tu mánager.
-¡NO! -exclamé sofocada. ¿ÉL? ¿ÉL ESTABA DETRÁS DE TODO ESTO?
-Tranquilízate, cielo. -agarró mis manos, que volaban sin control. -aún no he terminado.
-Eso es lo peor. -confesé. Entrelazamos nuestros dedos. Cómo lo echaba de menos… La calidez de su piel en la mía. La suavidad de ésta. Logré calmarme con sus caricias.
-Me contó que un periodista guarda una colección enorme de fotos nuestras en París.
-¡Dios! ¿En serio?
-¡Deja de interrumpirme! -exclamó. Le salió un gallo y solté una carcajada. -Bueno. -rió ella también. -eso… -puso su dedo índice en la barbilla y miró al techo. Se le había olvidado. Volví a reír. La situación dramática estaba cogiendo color. -el caso… el periodista iba a publicar lo nuestro en una de las revistas más vendidas de España, tenía pensado ir a la tele, repartir las imágenes por ahí. Pero Jorge lo interrumpió. Lo conoce y le rogó que no lo hiciese. -me quedé sin palabras.
-No me dijo nada…
-Espera, no he terminado. Tu representante me recomendó… -hizo esta palabra con el gesto de entre gomillas. -más bien, me obligó a que te dejase.
-¿POR? -le pregunté alterada. Ya decía yo. Nunca me dio buena espina. Joder. Todo por su culpa.
-Estuvo hablando conmigo y me convenció. -dio una palmada. Alcé una ceja y la miré incrédula. Resoplé.
-Pensé que lo nuestro te importaba...
-Me importa, créeme. -apretó mi mano para que la creyese. -cariño, tenía razón…
-¿Qué dijo? -pregunté aún cabreada. Se tomó su tiempo, se distraía mirando por la ventana. -no tengo toda la vida…
-Verás, hay veces que tienes que ser madura… y pensar un poco.
-Habló. -bufé. -la que huye como una cobarde sin dar explicaciones. -me costó decirlo. Le dolió, sabía que era verdad. Se le llenaron los ojos de lágrimas. -Malú… por favor, no hagas eso. -le limpié una pequeña gota antes de que resbalara. Agarró mi nuca y se escondió en mi cuello.
-Perdóname. -murmuró llorando. -he sido una niñata, no sabía lo que hacía…
-Daño es lo que hacías. -no debí soltar eso. Solo conseguí que su llanto se incrementase. -Va, cuéntamelo.
-Me hizo reflexionar. Si esta relación saliese a la luz crearía mucho revuelo…
-Malú, me da igual. -me adelanté. -prefiero ser feliz. Creí que lo nuestro estaba por encima de todo, pero veo que hay cosas más importantes… -me levanté. Ella me retuvo, tiró de mí, sentándome de nuevo en el sofá.
-Jorge me aseguró que no era bueno para ninguna de las dos. Estás empezando, Marina, es muy complicado…
-¡QUE ME DA IGUAL! ¿No me has oído? -grité. No quería llegar a eso, pero llegué. No pude contenerme. Yo, que siempre había estado en contra de los chillidos. El tono de la conversación se fue elevando. Tomé aire.
-No me vuelvas a hablar así… -pidió con la mirada agachada y echándose hacia atrás. La vi con miedo. Miedo de mí. Me avergoncé. No estaba orgullosa de lo que acababa de hacer.
-Perdona. -me disculpé, acariciando su mejilla. -estoy muy nerviosa…
-No quiero ser una mala influencia para ti… -confesó.
-Eso debería decirlo yo. Tienes un imperio entero. Eres la reina del pop español… yo no soy nada.
-Por eso. Ahora que es cuando comenzabas… No quiero estropearlo. -sollozó.
-Creo que no tengo nada que perder. A quién le guste bien, a quién no, que mire a otro lado. -bajó la cabeza. -eh. -alcé su barbilla. -¿me quieres?
-¿Qué pregunta es esa…? Pues claro. -me miró fijamente.
-Pues entonces, ¿qué importa lo demás? -me abrazó fuerte, lloraba. Perdimos la noción del tiempo. Pasaban los segundos, los minutos, y ella seguía con su imparable llanto, sus disculpas. Se agarraba fuertemente a mi camiseta. -sé que te va a doler, pero hay ciertas cosas que no me puedo callar. Me has roto. No sabes lo mal que lo he pasado estos días… -mis lágrimas se unieron a las suyas.
-Quiero volver a estar contigo. -susurró en mi oreja. Suspiré. Una batalla interior. ¿Volvía o no con ella? Era mi debilidad contra mi orgullo. Por un lado, me moría de ganas por ello, pero por otro, no podía dejar pasar eso por alto. Debía hacerme la dura, aunque fuesen solo unas horas, o quién sabe cuánto. Necesitaba un tiempo, pensarlo. No podía lanzarme de nuevo a la boca del lobo.
-Vamos a darnos un tiempo. -le dije. Su cara se descompuso. Se echó en mi hombro y moqueó.
-No me hagas esperar mucho…
-Entiéndeme. Lo necesito. -le pedí, acariciando su brazo. -pero no olvides que te quiero.
-Nunca lo he olvidado. Dejarte ha sido una de las peores cosas que he hecho… no sabes cuánto me costó hacerlo…
-Ojalá no hubiese pasado. -dije. Los ojos se me volvieron a inundar. No podía evitarlo. A mí también me estaba resultando complicadísimo decirle que no.
-Ojalá pudiese volver atrás… me arrepiento tanto.
-Lo hecho, hecho está. -afirmé, segura de mis palabras. -esa fue tu decisión. Nadie te obligó.
-En realidad… -tragó saliva. -Jorge me amenazó. -incliné mi espalda, llevándomela a ella por delante también. ¿QUÉ? ¿LA AMENAZÓ? La sangre me hervía en ese instante.
-Solo dijiste que te había dicho que era mejor que me dejases… ¿hay algo más? ¡Por favor, dilo!
-Me aseguró que si no te dejaba, él mismo publicaría la foto y acudiría a los medios. Es tu mánager, podía verificarlo en tu nombre. Darle veracidad a la noticia. -los ojos se me fueron abriendo conforme ella soltaba la frase. Me levanté del sofá. Estaba estresada, sumamente enfadada. Di cortos paseos de un lado a otro, mordiéndome el labio y apretando mis puños.
-¿Cómo ha podido…? -di un puñetazo al aire.
-Ven aquí. -me pidió. Volví al chester. -encima me pidió que no te contara nada de esto… no sabía qué hacer. Pero está claro que me equivoqué.
-Tenías que habérmelo dicho, joder. -me di un tortazo en el muslo. -se va a cagar.
-Tranquila.
-No, se va a cagar. -no se iba a ir de rositas. Eso lo tenía claro. Se iba a enterar ese tío. No tenía una mínima idea de cómo fastidiarle, pero desde luego, encontraría la forma. Iba a pasar por lo que yo había pasado, o incluso por algo peor. Esto no se quedaba aquí. Se había cargado lo que más quería.
-Marina, relájate, ¿vale? No sabemos qué puede hacer…
-No sé cómo puedes ser así. ¿No te das cuenta de lo que ha hecho? ¿De lo que has hecho tú? Me habéis hecho trizas entre los dos. Ya sé que la culpa es de él, pero tú también la llevas. Podías haberlo evitado. Podías haber pensado. Pensado en mí, en ti, en lo nuestro, en lo que hemos vivido.
-Vuelve conmigo. -rogó, poniéndome ojitos. Una mirada de la que nadie podía escapar. Pero yo lo hice. Por mí.
-¿Qué pasa si lo vuelves a hacer? ¿Qué me dice que no vas a volver a destrozarme con este tipo de cosas?
-Yo, yo te lo prometo.
-Aún no estoy preparada… -y con esas duras palabras salí de su chalet. Ni salió a despedirme. Estaba dolida. Pero tenía que aprender, tenía que comprender que lo que había hecho no tenía justificación. Había cogido el camino erróneo. A veces hay que ser valiente. Y ella no lo fue. No supo plantarle cara. Si llegaban a contarme esto hace unos meses… no me lo hubiera creído. La veía capaz de todo. De superar cualquier obstáculo. Me había decepcionado… Caminé despacio, sin ninguna prisa, respirando el aire puro del campo. Tenía que pensar mucho. Hablar con mi corazón y con mi mente. Pasar unas horas a solas. Encontrarme a mí misma. Descubrir mis sentimientos y sobretodo, qué hacer con Malú.

Pensar en Jorge me alteraba las venas. Se me hinchaban las narices solo con dibujar su nombre en mi mente. No tenía ningún sentido lo que había hecho. Primero tapa lo nuestro y luego la amenaza con sacarlo. ¿Qué sentido tenía? Cero. O era bipolar, o yo era una idiota y no entendía nada. Me parecía tan absurdo todo…