sábado, 30 de noviembre de 2013

Capítulo 3. GUERRA FRÍA

Estaba muy cansada cuando llegué por fin a casa. Me había levantado a las 6 de la mañana para acudir a los estudios de telecinco. Había pasado más nervios que en toda mi vida. No solo en la actuación, sino en los acontecimientos posteriores. A las 9 de la noche salió el AVE con destino Madrid, y hasta la una de la madrugada no llegamos a nuestro hogar.
Mi cabeza daba vueltas. Intentaba controlarme, asentar la cabeza y asimilar lo que había ocurrido en el día. Vane ya se había quedado dormida. Estaba recostada en mí, con su brazo en mi cintura y su cara en mi hombro. Ya no podía moverme. En la oscuridad de la noche. y tumbada en la cama de mi habitación, miraba al techo y sonreía como una niña de 3 años.
Pasaron las semanas y no tuve noticias del programa. Comenzaba a desesperarme. Me dijeron que me llamarían en poco tiempo para comenzar los ensayos de las batallas.
Durante la espera de aquella llamada, seguí trabajando en el bar del barrio, donde los viernes por la noche también actuaba. Los dueños del "Rincón Musical" eran los tíos de Vanesa, que no dudaron en contratarnos al conocer nuestra desesperación.
No recuerdo la fecha exacta, pero sí lo que ocurrió. Lo vuelvo a vivir cada noche. Es como una eterna pesadilla que nunca acaba. No hay un día que mi cerebro no lo proyecte al dormir. Vivíamos en Calanda, un pequeño pueblo de Huesca de apenas 5000 habitantes. Allí los rumores volaban por las calles, de boca en boca, de puerta en puerta. Las familias tenían miedo al qué dirán. La puta apariencia dominaba la sociedad. Por esta razón, preferimos esconder nuestros sentimientos y fingir una amistad… Pero tras un año aproximadamente, mi padre nos pilló de pleno en la cama. Recuerdo su cara. Estaba atemorizado y a la vez enfadado. Cerró la puerta de golpe. Escuché varias porrazos fuera. Empezó a romper cosas. El pueblo no estaba preparado para vivir una situación así. La mentalidad era rudimentaria. Ambas nos vestimos y Vanesa salió corriendo. Agaché la cabeza ante mi progenitor, que seguía tirando cuadros y libros. Todo lo que pillaba a mano lo destruía. Empezó a llorar. Me dijo que era una deshonra para la familia. Que le había defraudado como hija. Recuerdo cómo me sentía. No quería escucharle… me tapé los oídos e intenté subir las escaleras, pero me frenó. Me tiró de la capucha de la sudadera hacia atrás y me dijo que no me moviera. Trajo un cinturón y me golpeó varias veces.
Me estremecí al recordarlo. Después llegó mi madre, que le preguntó que había hecho para merecerme aquellos latigazos. "¿Otra vez te ha dicho que quiere ser cantante?". Mis padres odiaban el futuro que yo me estaba labrando. Entre todos mis amigos me compraron una guitarra y comencé a asistir a clases gratuitas en el instituto. Nada del otro mundo… pero aprendí lo básico. Acordes. Y en poco menos de dos años ya componía mis primeras canciones. Ellos querían que estudiara medicina y formara una familia con un hombre. Darle nietos. Pero mis ideas estaban muy alejadas de las suyas. Odiaba la ciencia y odiaba a los chicos.
Cuando mi madre se enteró no lo pudo creer. Sólo decía que cómo nos iba a mirar la gente. Que qué iban a pensar de ellos todo el pueblo. Me sentí como una basura y una auténtica decepción para las personas más importantes de mi vida. Era como si la gente les importara más que yo.
Sufrí la presión durante meses. Me pegaban, me insultaban, me trataban como una criada. "A ver si haciendo cosas de chicas te conviertes en una de verdad". Decía Alfonso, mi padre. Un cura venía dos veces en semana para sacar el supuesto demonio que me invadía. Rezaba cinco oraciones y me echaba agua, santa al parecer, para echarlo de mi interior. No me dejaban salir, del instituto a casa y de casa al instituto. Al menos conseguí que no se lo contaran a los padres de mi chica… no quería que ella sufriera lo mismo que yo. Estaba muy preocupada. Fue una época muy dura… hasta que un día le contamos la situación a María, la directora del colegio. Jamás pensé que fuera tan buena persona. Nos dijo que nos escapáramos. Que huyéramos a cualquier parte. Nos dejó dos mil euros para empezar, con la condición de que le escribiéramos todas las semanas. Y así fue. Planeamos el viaje en dos semanas, durante los recreos, que era el único tiempo en el que nos veíamos. Nos marchamos sin avisar. A eso de las 3 de la mañana en un día de verano, María nos llevó en coche hasta la estación de Renfe, donde comenzó nuestra nueva vida.
Vane llamó a su tía la semana en la que comenzaron los preparativos y le contó lo sucedido. Natalia nos dijo que fuéramos a vivir a Alcalá de Henares, con ella y Pedro. Ellos nos ayudarían a empezar de cero.
Nos contrataron en el bar que tenían y fuimos ahorrando. Insistí en pagarle al menos la cuota del gas o la luz, hacer la compra al menos, pero se negaron. Pasaron los meses y tras horas de trabajo, esfuerzo y ganas, nos mudamos de alquiler a un pequeño piso en aquella ciudad.
Sufrimos una dura guerra fría hasta ser felices…
-¡CARIÑO! -Vanesa me alejó de mis pensamientos. Daba saltitos con el teléfono en la mano. -Son de la voz.
El corazón me dio un vuelco.
-Buenas tardes, ¿Marina Marín? -me preguntó una chica de dulce voz.
-Sí, soy yo. -Vane me ponía nerviosa. No apartaba la vista de mí. Le sonreí y le tapé la cara con la mano entera mientras oía a la mujer. Me pidió el correo electrónico para mandarme un calendario con los días que debía asistir. También añadiría las fechas de los asaltos y las galas en directo. Que emoción tenía… Miré al póster tamaño real de Malú que estaba frente a mí:

-No te decepcionaré, jefa.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Capítulo 2. VUELVO A VERTE.

Corrí a la sala de familiares. Cuando abrieron la puerta, mi chica se dirigió hacia mí y nos fundimos en un cálido abrazo.
-Que orgullosa estoy de ti. -me susurró al oído. Me besó en los labios.
-Te quiero. -le contesté con su cara entre mis manos. Jesús me dio un abrazo  y me felicitó por mi actuación. Me llevaron al pasillo y me pidieron que dijera ante la cámara cómo me sentía:
-La verdad es que estoy súper emocionada… -me puse las la manos en la cabeza. - No puedo creer que les haya emocionado con mi canción… y que a Malú le haya gustado la versión que he cantado de su tema… ¡ES INCREÍBLE! -alcé los brazos al aire.
Volví con Vanesa, que me esperaba en el pasillo central, rodeada de cuadros de los más emblemáticos personajes de la cadena.
-He traído refuerzos. -portaba varias chocolatinas y refrescos. Qué haría sin ella… -¿Nos vamos a casa?
-Quiero quedarme a ver a Malú… me han dicho que saldrá por esta puerta de aquí…
-¡Qué emoción! ¿Crees que querrá hacerse una foto conmigo?
-¿Quién no va a querer hacerse una foto contigo si eres lo más bonito del mundo? -le besé en la frente.
Nos sentamos en los bancos que había junto a la pared y merendamos mientras comentábamos mi hazaña. Vi pasar a los siguientes concursantes arropados entre sus familias… o gritando de alegría con ella. Eché la cabeza atrás y cerré los ojos unos minutos.
-¿Qué ocurre? -me acarició el pelo.
-Debería estar saltando por todos lados… he cumplido un sueño. Pero...¿sabes lo que echo de menos no poder abrazarme a mi familia? Llamarles y contarles lo que ha pasado… sentir que están orgullosos de mí. -una lágrima recorrió mi rostro.
-Podemos llamar a nuestros amigos. -sacó el móvil. Me sacó una sonrisa y acepté su oferta.
Telefoneamos a toda la lista de contactos, contándoles con detalle la que lié en el plató de "La Voz". Con una euforia inmensa, todos me felicitaban, pero seguía sintiendo el vacío que dejaban mis padres.
-Cariño, ¡mira! -Vanesa señaló al final del pasillo. La puerta se abría. La agarré de la mano y corrimos hacia ella. Salieron Bisbal, Rosario y Orozco, que se alegraron mucho de verme.
-¡Y aquí tenemos a la estrella del día! -me rodeó el cuello David. -Niña, qué arte tienes.
Vane no pudo evitar soltar una risilla. Yo miraba por todos lados, ¿dónde se había metido mi ídola?
-Si buscas a Malú, está en su camerino. -intervino Antonio.
-Y allí cómo que no nos vamos a colar… -dije con pena. Mi novia me miró con una mirada desafiante. Un… ¿nos arriesgamos?
-Estás loca… -le sonreí incrédula.
-Final del pasillo de arriba, a la derecha. -nos susurró Rosario. No estaba segura de aquello, el caso es que la adrenalina del momento y la pura felicidad que mostraba mi chica en su cara, me llevaron a volar por las escaleras y situarme frente la habitación en la que estaba María Lucía.
Estando allí, me rajé. No era capaz de llamar. Me mordí el puño y sentí como las cosquillas del estómago volvían por segunda vez en el día. Con un giro rápido y tras un despiste mío, Vanesa tocó tres veces la puerta. ¿QUÉ HACES?, le grité. Di una vuelta sobre mí con las manos en la cabeza. ¡Tierra trágame! chillé para mis adentros. Vi el pomo se girar lentamente. Mi novia me cogió de la mano y sonrió. Le brillaban los ojos.
-¡Marina! -Malú asomó la cabeza y… para mi sorpresa… se acordó de mi nombre. -Voy a vestirme y salgo. ¡Un momentín!
-¡Ay!¡Ay!¡Ay que está desnuda…! -Exclamó Vane moviéndose de un lado a otro. -Marina que está… justo detrás… de…esta…
-¡Tranquila que te da un infarto! -le corté. Vane comenzó a salir conmigo hace 5 años. Nos conocimos en el bachiller y se había convertido en una de mis mejores amigas. Salíamos en pandilla casi todos los sábados, cuando se podía. Hasta que comenzó a gustarme, ya no sólo como amiga, sino como algo más. Sus ojos verdes agua, su pelo castaño que llegaba hasta los hombros y esa simpatía y gracia que repartía a donde iba me enamoraron. Tanto, que se convirtió en una obsesión para mí. Siempre le habían gustado los chicos, por eso no me atrevía a confesarle mis sentimientos. Fue el 12 de agosto de hace cinco años, cuando la tuve tan cerca que no pude resistirme a sus ojos verdosos, que me miraban tan fijamente… la besé. Así, sin avisar. Pero ella no se quitó, me siguió el juego y continuó besándome.
-¡Perdonad, chicas! -Malú salió de repente del camerino, con una camiseta ancha y unos vaqueros, muy juvenil. Su largo pelo seguía igual que en el programa, definiendo unas ondulas perfectas.
-Perdónanos tú por llamar a tu camerino por la cara. -me disculpé. Ella rió y negó con la cabeza. "Es un placer recibir fans en la puerta", me contestó.
-Soy Vanesa. -mi chica le tendió la mano. La diva la rechazó y le dio dos buenos besos en la cara.
-Y a ti ya te conozco, pero te voy a dar otros dos. -sus labios otra vez en mis mejillas.
-¡Te seguimos desde siempre! ¡Eres toda una diosa! -le chilló Vane.
-Cariño, no es sorda. -me hice la graciosa. Ambas soltaron carcajadas.
-Jo, pues muchas gracias. Me sigo emocionando cada vez que me dicen cosas así… Es realmente fuerte verte en millones de cuartos pegada en la pared y en fotos de perfil de twitter… no me acostumbro aunque lleve ya 16 años. -nos explicó mientras bajábamos las escaleras.
-En nuestra casa estás hasta en el frigo. -contó Vane, y ninguna de las tres pudimos evitar reír.

-Bueno chicas, yo me vuelvo a casa que estoy reventada. A ti ya te veré prontito para las batallas, un placer oírte. -nos volvió a dar dos besos. Antes de marcharse, le pedimos una fotografía. "Ésta la ponéis en el microondas". Comentó muy simpática la artista. Mi novia estaba flipando aún. No se creía aquel episodio que acababa de vivir. "¡Que hemos llamado a su camerino!". Estaba totalmente eufórica… yo aún seguía en una nube. No conseguía asimilar todo aquel vuelco que acababa de dar mi vida… 

domingo, 24 de noviembre de 2013

Capítulo 1. A PRUEBA DE TI.

Agarré la guitarra con fuerza. La achuché contra mi cuerpo. Entonces, la puerta fue abierta por el técnico de sonido. Cerré los ojos un instante y tomé aire. Caminé con seguridad y con ganas de darlo todo. Subí los escalones, el corazón me empezó a latir con fuerza. Las cosquillas en la barriga y el nudo en la garganta aparecieron, como temía. Pero fue aquel nombre el que me descompuso el cuerpo. No podía asimilar que tras esa silla se encontrara mi ídola. Y que iba a escucharme. Iba a escuchar su canción editada e interpretada por mí. Estaba temblando. Situé mis dedos en los acordes y esperé a los cuatro golpes de sonido.
Mi voz sonaba tímida y bajita. Los nervios me comían por dentro y me empequeñecían. Pero cuando llegué al "Si te amé…", me crecí. Me comí el escenario, abrí la garganta y lo dejé todo. Canté con la fuerza que tenía dentro. Orozco y Bisbal se giraron casi al mismo tiempo. Ya estaba en el programa… sonreí al pensarlo.
El tiempo se paró al ver que el sillón más importante de los cuatro se empezaba a mover. Le había llegado a mi Malú. Un impulso de adrenalina me llevó a soltar la guitarra y a hacerle el símbolo malulero, seguido de un guiño. Ella se rió y siguió tarareando su "A prueba de ti".
Volví al mundo real y seguí defendiéndome en el campo de batalla. Dejé todo atrás, cerré los ojos y me dejé llevar por la música. Por aquella canción. Entonces oí otra vez el pulsador. Rosario también me quería. Al llegar al último estribillo solté el instrumento y comencé a dar palmas sobre mi cabeza, incitando al público a que me siguiera. Canté a capella, sin más melodía que el ritmo de cientos de palmas al unísono.
Al finalizar, oí cuchicheos sobre mí entre los artistas. "Qué voz…" "¿Pero de dónde ha salido esta chica…?"
-¡Madre mía! -David comenzó. -Hemos oído a muchos talents pero a ninguno como tú…
-¡Muchas gracias! -no podía parar de sonreír. Sabía que lo había hecho bien.
-¡Lo siento, compañera -intervino Orozco mirando a Malú. -pero a mí me gusta más su versión!
-¡Y a mí, "Orosco", y a mí! -rió la cantante, muy simpática. -La has hecho completamente tuya, y eso es genial. Tienes mucha personalidad. Eso sí, ¡espero que me pidas disculpas por dejarme en pañales ante España entera!
-No no, para nada. Nadie puede superarte, tú eres una grande del pop. -No podía creer lo que me decía...-Ah, he cogido esta canción, si me permitís el chiste, porque estoy a prueba de vosotros. -A todos les hizo gracia.
-¿Podemos conocer tu nombre? -se interesó Antonio.
-Claro, soy Marina.
-¿Qué edad tienes? -me preguntó la más flamenca de los cuatro.
-Tengo 25 años. -contesté.
-¿25 años y esa técnica? Madre mía, vienes de otro planeta. -opinó el rizos, yo reí.
-¿Y desde cuando tocas la guitarra? Te veo con mucha soltura. -volvió a preguntarme Orozco.
-Toco la guitarra desde los 8 y el piano desde los 13 más o menos… Y bueno, empecé a componer a los 14.
-¡Que también compone! ¡Toma ya! -exclamó María Lucía, recolocándose su vestido morado. -¿puedes cantarnos algo tuyo?
-Claro… -Me encantaba que me pidieran eso… pero que me lo pidiera justamente ELLA, era orgásmico.
Bisbal se echó las manos a la cabeza, Rosario se mordió el labio, Antonio se tumbó hacia delante y miss perfección señalaba su brazo, tenía los vellos de punta.
-Es preciosa… -opinaron. Hicieron que me estremeciera.
-¡VENTE PARA MI EQUIPO QUE YO TE VOY A EXTRAER TODO TU JUGO, CORAZÓN MÍO! -me gritó Rosario, que se puso en pie.
-¡No la oigas! -Bisbal se levantó y se dirigió hasta el asiento de la cantante. -¡No la oigas! -repitió mientras le tapaba la boca a la artista. Ante la simpática escena, la mayoría se echó a reír, excepto yo, que estaba en mi mundo de unicornios y nubes de colores… Le había gustado mi canción.
-¡Yo compongo también, nos entenderemos! -Se levantó ahora Orozco proponiéndome aquella tentadora propuesta, pero yo tenía muy claro a quién iba a elegir.
-¡CALLA ANTONIO, QUE NO TIENES NADA QUE HACER! -le gritó Rosario desde su silla y haciendo aspavientos.

-¡QUE NO, QUE ES PARA MÍ! -chilló mi ídola, haciéndome sentir la chica más feliz de la fan de la Tierra.
-No importa que os peléis. -les interrumpí. -Lo siento por el resto, sois muy grandes y os admiro. Me encanta vuestra música, pero hay una persona en una de esas sillas rojas a la que adoro desde hace muchos años. Soy ultra fan de uno de vosotros. He crecido y vivido con sus canciones, he llorado y reído con sus actuaciones, he esperado días en la cola para poder ver a esa persona en directo o para que me firmara un disco… Y esa persona es… Malú, Malú, Malú… -tarareé al ritmo de mi canción.
Saltó de su asiento y chilló que ya había ganado la voz. Se dirigió hacia mí a paso ligero, arrastrando sus tacones y con los brazos abiertos. Ahora estaba como un flan, casi más que antes de cantar. Eché la guitarra a un lado para poder encontrarme con su cuerpo. Me abrazó. Qué bien me sentía… su olor a azahar era realmente perfecto. Le susurré al oído que para mí era la reina del pop. Ella me dijo que al final del programa conseguiría que la destronara… seguido de dos besos en la mejilla derecha.
-¡Felicidades! -el rizos me apartó de mi jefa…
-¡Muchas gracias! -repetí varias veces ante tantos elogios y besos por parte de los coaches.

-¡VIVA LA FAMILIA MALULERA! -cumplí la promesa que les hice a mis seguidoras de twitter, y salí del plató con una euforia infinita.