miércoles, 4 de diciembre de 2013

Capítulo 6. VÉRTIGO

Pasaron dos semanas y llegó el mes de Septiembre. La cuenta atrás para las galas en directo comenzaba hoy. Ya sólo faltaba un mes y 12 días para los ensayos. Me moría de ganas por volver a Barcelona y continuar mi sueño. Un sueño que empezaba a hacerse realidad.
Era viernes, y la luna llena ya había salido. Adoraba estos días. No me tocaba el duro trabajo de servir, sino que trabajaba en lo que más me gustaba. Cantar. Mientras mi familia adoptiva servía tapas, yo pasaba la noche tocando temas. Animando el bar.
Esa era la rutina diaria en la que vivía. Camarera, cantante, cantante, camarera. No había más. Los días los pasaba componiendo y algunos miércoles, que era nuestro día de descanso, quedábamos con Lidia, nuestra mejor amiga, y la pandilla.
-¡Una foto! ¡Una foto! -no podía entender que me pidieran una foto con ellas. Pero todos los viernes me la pedían. Eran pocas, unas 6, llamadas "Marineras". Se habían agrupado como club de fans. No lograba entender que pudieran ser tan incondicionales de alguien que cantaba sus canciones en un bar de barrio. Pero ellas eran así. "Estamos enamoradas de tu voz". Me decían. Y fueron ellas las que me impulsaron a subir vídeos a YouTube, cuyas visitas iban aumentando notablemente. Al igual que los comentarios positivos.
-Ha sido un día muy largo… -Vane iba abrazada a mi cuerpo de camino al piso. No estaba lejos, tan solo dos calles.
-Para mí no… -reí. -Las marineras son geniales. Me hacen sentir especial cuando canto. ¿Sabes?

-Mira. -Señaló el buzón. Había algo. Le pedí que lo sacara. Me lo dio. Era una carta con mi nombre y la dirección en la que vivía. Rompí el sobre mientras subíamos en el ascensor. Mi novia abrió la puerta despacio, para no hacer ruido. Era cuidadosa hasta con los vecinos. Dentro había un folio muy bien doblado. Lo saqué y lo abrí. Me pareció una letra preciosa… pero el final me llamó la atención. Me abrió os ojos. Se me cayó la carta al suelo. Vanesa me miró y me preguntó que ocurría. Cogió el papel y se quedó igual que yo al ver de quién era la firma…

-Léela. Vamos. -me animó Vane, depositándomela en las manos.
-No puedo… no puedo. -un nudo se me formó en el estómago. ¿Qué pondría? -Léemela.
-Trae anda:
"¡Hola Marina!
¿Qué tal va todo? Espero que sigas componiendo, tengo muchísimas ganas de volver a oír temas tuyos. Ese tema en las audiciones a ciegas me llegó al alma. Escribes genial. Y cantar… cantar ya ni hablamos.
Me enrollo como una persiana… lo sé. Tanto que casi olvido el motivo por el que te escribo. Verás, voy a dar un concierto el próximo 12 de septiembre ahí, en Madrid. Pues dentro del sobre verás que hay dos entradas VIP. Te mando dos, por si quieres venir con tu chica. Después del concierto nos podremos ver… Espero que vengáis, tengo muchísimas ganas de verte. Trae la guitarra, quiero oír tus nuevas composiciones. Te atenderé la última para que después podamos irnos a tomar algo. Yo invito.
Malú."
¿Alguna vez te has tirado en paracaídas? ¿O en una montaña rusa? Pues esa era la sensación que tenía en aquel momento. Vértigo. Adrenalina. Vanesa se puso a bailar y a cantar algo que no llegué a entender… Yo seguí en el sofá sin pestañear. Cogí la carta y la leí para mí. La releí como tres o cuatro veces. No podía ser verdad. Su letra… era su letra. Acerqué la carta a la nariz. ¿Olería a Bulgari? Pues no, olía a papel.
-Idiota, eso solo pasa en las películas. -se tronchaba Vane en mi cara. -Ya puedes poner a la venta las entraduchas que pillamos por internet. ¡JAJAJA! ¡QUE SOMO VIP, CARIÑO!
Cuando Vane se quedó dormida, pillé el móvil. Malú volvía a quitarme el sueño una noche más. Vi que Lidia estaba en línea y no dudé en contarle aquel suceso surrealista que me acababa de ocurrir.
-No te lo vas a creer. -comencé.
-Jajajaja. ¿Qué pasa? ¿Se te ha vuelto a salir una cuerda de la guitarra? -Siempre tan graciosa. No dije palabra alguna, simplemente le pasé una foto de la carta. Su contestación fue de película. Un montón de caritas de asombro.
-¡Cabrona! ¿Cuándo me la vas a presentar? ¡Yo quiero foto con ella!
-¡Ven a verme a La Voz y te la presento a la salida!
-Eso está hecho. Dame fechas. -pidió.
-¿Vas a ir para ver a Malú o a tu mejor amiga lucirse en el escenario? -añadí un guiño.
-Las dos cosas… -me hizo reír. Vanesa se movió. Con una suave caricia volvió a adormecerse.
Los días se me pasaron como meses. No veía que llegara el día. Estaba condenada a un eterno retorno. Todo se repetía. Una y otra vez, hasta que llegó el 12 de septiembre.
No tuvimos que hacer cola. Aquello de ser VIP era algo completamente nuevo para nosotras. Llegamos una hora y media antes del concierto y vi que Malú nos había cogido la segunda fila. ¡Qué vistas! Jamás habíamos estado tan cerca del escenario. Y el espectáculo comenzó. La jefa iba impresionante, guapa y elegante. El concierto fue sobresaliente. Nunca la habíamos visto tan activa. Se movía con rápidos movimientos. Sus caras de cerca eran mucho más graciosas que a través de los prismáticos donde siempre la veíamos. En una de sus canciones, me miró. Estaba segura de que me había visto, aunque Vanesa me dijera que estaba delirando.
-¡Anda ya! ¡Que me ha mirado! ¡Te lo juro! -Vane asentía ante mis protestas.
Siempre que estaba en un concierto de mi artista favorita rezaba para que no terminara. Esta vez era al contrario. Estaba disfrutando, pero sabía que lo que venía después era muchísimo mejor que aquello.
Justo a las 12, acabó el gran show. Una vez más, la reina del pop español nos dejaba con la boca abierta. Su juego de luces, su vestuario, su fuerza cantando… Lo hacía tan bien. Ojalá algún día pueda llenar aquel estadio como lo hacía ella…
-Esperen aquí. -la azafata nos llevó a una sala con el resto de VIPs. Se respiraba una tensión, una ilusión y unos nervios horrorosos. Me estaban contagiando. Poco a poco se fue vaciando la sala… hasta que nos tocó a nosotras.
-¡Marina! ¡Has venido! -me abrazó. Ese abrazo duró más que cualquier otro. ¿Me había cogido cariño sin verme?
-¡Por supuesto! Lo primero, muchísimas gracias por las entradas, ¿eh? -le agradecí mientras saludaba a mi chica. -Aunque ya teníamos unas…
-¿Sí?
-Sí, pero de esas baratas en las que te vemos como una hormiguita. -respondió Vane. -el sueldo de camarera no nos da para mucho más. El caso es que podemos oírte y asistir que ya es un gran premio.
-¡Oish! ¡Qué monas sois! -apretó los mofletes de mi novia. Reí. ¿Cómo podía ser tan natural? -Dime que me has traído canciones nuevas.
-¡Claro!, tengo la guitarra en el coche. Me he pasado las semanas componiendo. Y por cierto… ya tengo pensada la canción para la primera gala en directo.
-Así me gusta, que trabajes. -me dio una palmada en el hombro. -¿os parece si nos hacemos una foto?
-¡Esta para la cafetera! -el jueguecito de decorar los electrodomésticos continuaba. Y ella seguía acordándose. Increíble.
-¿Cuando inventarán los flash que no molesten? ¡Se me secan los ojos! -protestó. Estar a su lado me cortaba la respiración. Es cierto que en los ensayos de La Voz me controlaba y conseguía estar tranquila. Pero durante los primeros cinco minutos siempre me temblaban las piernas. -Me visto y nos vamos.
Vanesa permaneció abrazada a mi mientras esperábamos a la estrella. Twitteé lo que estaba viviendo. "¡Después del concierto, con la jefaza!". Y adjunté la foto. El móvil ardía. Los seguidores no paraban de RT y contestar. Seguían llegando menciones y más menciones de maluleras que me seguían y con las que había entablado una bonita relación. Incluso las que me seguían por seguir comentaban.
-Oye, estoy pensando… Mejor vamos a mi casa. Así la gente no molestará…
-Eso te iba a decir… ¿salir por ahí? ¿Tú? -rió ante mi contestación.
-Seguidme con el coche. Ahora nos vemos. -nos guiñó el ojo. Miré a Vanesa sonriendo y me dijo: "Sí, lo sé, es perfecta".
No tardamos mucho en llegar, unos 30 minutos. Se encontraba en una bonita pero discreta urbanización. Subimos por el ascensor. Malú, mi novia y yo en un ascensor. Casi me da un orgasmo allí. Cuando llegué a la casa sentí frío. Un sentimiento extraño. Tenía la sensación de que había estado antes. Aquellas twitcams… Lo primero que hice al entrar en el salón fue mirar la famosa lámpara. Reí por dentro.
-¿Y tus animalitos? -preguntó Vane.
-Están con Vero, mi amiga. Ella me los cuida cuando no estoy. -explicó. -Sentaos, por favor.
-¡Qué fuerte! ¡Estamos en casa de la diva! -exclamé. Ella soltó una pedorreta.
-Nada de alcohol, que tienes que conducir. -rió. Sacó varias botellas de licor sin alcohol. -Y yo tampoco voy a beber, para que veas que soy altruista.
-Que grande eres, jefa.
-¡No me llames jefa! -protestó. -llámame colega, o algo más cercano. 
-¿Colega? -nos pusimos a reír. Cada vez que la miraba me caía mejor. Me animó a sacar la guitarra. Con un poco de vergüenza arranqué con una de las nuevas canciones. Apenas tenía una semana de vida. Pero la enamoró.
-Tengo los pelos para colgar llaves… -dijo muy seria, entrecerrando los ojos.
-¿A qué cumplirá su sueño? -Vane miró a Malú.
-¿Cumplirá? Va a cumplirlo. Y yo creo que muy pronto. -Yo negué con la cabeza y ella me tiró un cojín. -No me repliques.
-Pero jefa, que…
-¡QUE NO ME LLAMES JEFA! -me tiró otro. A este paso se quedaría sin cojines.
-¡Esto es muy complicado y no quiero hacerme ilusiones falsas!
-Marina, vales para esto. Lo sé. Y yo apostaré por ti. Mira, en cuanto acabe el concurso voy a convertirme en tu madrina y voy a poner todo el dinero que haga falta para que saques un disco. Quiero ser tu productora. -el alma se me cayó al suelo. Las manos no me respondían. No sabía que decir. Miré a Vane que sonreía tímidamente. Malú se levantó y se puso a mi lado. Me dio un beso muy fuerte en la mejilla. -He visto algo en ti diferente a los demás. Tienes algo que gusta y sé que vas a triunfar. Todo lo invertido lo recuperaré. Confío en ti plenamente y sé que no me vas a decepcionar. -Una lágrima recorrió mi rostro. Ella me miró extrañada.
-Pensarás que soy una tonta. -Agaché la cabeza y me limpié las lágrimas. -Jolín… has estado en mi cuarto colgada durante años. He pasado colas para verte… te he seguido desde que saliste por primera vez con aquel pelo rubio y tu cara de niña pequeña. Y ahora vas a ser la hada madrina que cumpla mis sueños. -Sonrió plenamente. Tenía una sonrisa asesina. -Es que… esto me parece un sueño… es increíble.
-Vas a hacerme llorar a mi también. -me sacudió el pelo. -y si me haces llorar mi legión de maluleros te apedreará.

-¿Me apedrearé a mi misma? -las tres reímos. Estaba siendo la mejor noche de nuestra vida. Como ídola era genial, pero como persona no tenía palabras…

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