Pasaron dos semanas y llegó el mes de Septiembre. La cuenta
atrás para las galas en directo comenzaba hoy. Ya sólo faltaba un mes y 12 días
para los ensayos. Me moría de ganas por volver a Barcelona y continuar mi
sueño. Un sueño que empezaba a hacerse realidad.
Era viernes, y la luna llena ya había salido. Adoraba estos
días. No me tocaba el duro trabajo de servir, sino que trabajaba en lo que más
me gustaba. Cantar. Mientras mi familia adoptiva servía tapas, yo pasaba la
noche tocando temas. Animando el bar.
Esa era la rutina diaria en la que vivía. Camarera,
cantante, cantante, camarera. No había más. Los días los pasaba componiendo y
algunos miércoles, que era nuestro día de descanso, quedábamos con Lidia,
nuestra mejor amiga, y la pandilla.
-¡Una foto! ¡Una foto! -no podía entender que me pidieran
una foto con ellas. Pero todos los viernes me la pedían. Eran pocas, unas 6,
llamadas "Marineras". Se habían agrupado como club de fans. No
lograba entender que pudieran ser tan incondicionales de alguien que cantaba
sus canciones en un bar de barrio. Pero ellas eran así. "Estamos
enamoradas de tu voz". Me decían. Y fueron ellas las que me impulsaron a
subir vídeos a YouTube, cuyas visitas iban aumentando notablemente. Al igual
que los comentarios positivos.
-Ha sido un día muy largo… -Vane iba abrazada a mi cuerpo de
camino al piso. No estaba lejos, tan solo dos calles.
-Para mí no… -reí. -Las marineras son geniales. Me hacen
sentir especial cuando canto. ¿Sabes?
-Mira. -Señaló el buzón. Había algo. Le pedí que lo sacara.
Me lo dio. Era una carta con mi nombre y la dirección en la que vivía. Rompí el
sobre mientras subíamos en el ascensor. Mi novia abrió la puerta despacio, para
no hacer ruido. Era cuidadosa hasta con los vecinos. Dentro había un folio muy
bien doblado. Lo saqué y lo abrí. Me pareció una letra preciosa… pero el final
me llamó la atención. Me abrió os ojos. Se me cayó la carta al suelo. Vanesa me
miró y me preguntó que ocurría. Cogió el papel y se quedó igual que yo al ver
de quién era la firma…
-Léela. Vamos. -me animó Vane, depositándomela en las manos.
-No puedo… no puedo. -un nudo se me formó en el estómago.
¿Qué pondría? -Léemela.
-Trae anda:
"¡Hola Marina!
¿Qué tal va todo? Espero que sigas componiendo, tengo
muchísimas ganas de volver a oír temas tuyos. Ese tema en las audiciones a
ciegas me llegó al alma. Escribes genial. Y cantar… cantar ya ni hablamos.
Me enrollo como una persiana… lo sé. Tanto que casi olvido
el motivo por el que te escribo. Verás, voy a dar un concierto el próximo 12 de
septiembre ahí, en Madrid. Pues dentro del sobre verás que hay dos entradas
VIP. Te mando dos, por si quieres venir con tu chica. Después del concierto nos
podremos ver… Espero que vengáis, tengo muchísimas ganas de verte. Trae la
guitarra, quiero oír tus nuevas composiciones. Te atenderé la última para que
después podamos irnos a tomar algo. Yo invito.
Malú."
¿Alguna vez te has tirado en paracaídas? ¿O en una montaña
rusa? Pues esa era la sensación que tenía en aquel momento. Vértigo.
Adrenalina. Vanesa se puso a bailar y a cantar algo que no llegué a entender…
Yo seguí en el sofá sin pestañear. Cogí la carta y la leí para mí. La releí como
tres o cuatro veces. No podía ser verdad. Su letra… era su letra. Acerqué la
carta a la nariz. ¿Olería a Bulgari? Pues no, olía a papel.
-Idiota, eso solo pasa en las películas. -se tronchaba Vane
en mi cara. -Ya puedes poner a la venta las entraduchas que pillamos por
internet. ¡JAJAJA! ¡QUE SOMO VIP, CARIÑO!
Cuando Vane se quedó dormida, pillé el móvil. Malú volvía a
quitarme el sueño una noche más. Vi que Lidia estaba en línea y no dudé en
contarle aquel suceso surrealista que me acababa de ocurrir.
-No te lo vas a creer. -comencé.
-Jajajaja. ¿Qué pasa? ¿Se te ha vuelto a salir una cuerda de
la guitarra? -Siempre tan graciosa. No dije palabra alguna, simplemente le pasé
una foto de la carta. Su contestación fue de película. Un montón de caritas de
asombro.
-¡Cabrona! ¿Cuándo me la vas a presentar? ¡Yo quiero foto
con ella!
-¡Ven a verme a La Voz y te la presento a la salida!
-Eso está hecho. Dame fechas. -pidió.
-¿Vas a ir para ver a Malú o a tu mejor amiga lucirse en el
escenario? -añadí un guiño.
-Las dos cosas… -me hizo reír. Vanesa se movió. Con una
suave caricia volvió a adormecerse.
Los días se me pasaron como meses. No veía que llegara el
día. Estaba condenada a un eterno retorno. Todo se repetía. Una y otra vez,
hasta que llegó el 12 de septiembre.
No tuvimos que hacer cola. Aquello de ser VIP era algo
completamente nuevo para nosotras. Llegamos una hora y media antes del
concierto y vi que Malú nos había cogido la segunda fila. ¡Qué vistas! Jamás
habíamos estado tan cerca del escenario. Y el espectáculo comenzó. La jefa iba
impresionante, guapa y elegante. El concierto fue sobresaliente. Nunca la
habíamos visto tan activa. Se movía con rápidos movimientos. Sus caras de cerca
eran mucho más graciosas que a través de los prismáticos donde siempre la veíamos.
En una de sus canciones, me miró. Estaba segura de que me había visto, aunque
Vanesa me dijera que estaba delirando.
-¡Anda ya! ¡Que me ha mirado! ¡Te lo juro! -Vane asentía
ante mis protestas.
Siempre que estaba en un concierto de mi artista favorita
rezaba para que no terminara. Esta vez era al contrario. Estaba disfrutando,
pero sabía que lo que venía después era muchísimo mejor que aquello.
Justo a las 12, acabó el gran show. Una vez más, la reina
del pop español nos dejaba con la boca abierta. Su juego de luces, su
vestuario, su fuerza cantando… Lo hacía tan bien. Ojalá algún día pueda llenar
aquel estadio como lo hacía ella…
-Esperen aquí. -la azafata nos llevó a una sala con el resto
de VIPs. Se respiraba una tensión, una ilusión y unos nervios horrorosos. Me
estaban contagiando. Poco a poco se fue vaciando la sala… hasta que nos tocó a
nosotras.
-¡Marina! ¡Has venido! -me abrazó. Ese abrazo duró más que
cualquier otro. ¿Me había cogido cariño sin verme?
-¡Por supuesto! Lo primero, muchísimas gracias por las
entradas, ¿eh? -le agradecí mientras saludaba a mi chica. -Aunque ya teníamos
unas…
-¿Sí?
-Sí, pero de esas baratas en las que te vemos como una
hormiguita. -respondió Vane. -el sueldo de camarera no nos da para mucho más.
El caso es que podemos oírte y asistir que ya es un gran premio.
-¡Oish! ¡Qué monas sois! -apretó los mofletes de mi novia.
Reí. ¿Cómo podía ser tan natural? -Dime que me has traído canciones nuevas.
-¡Claro!, tengo la guitarra en el coche. Me he pasado las
semanas componiendo. Y por cierto… ya tengo pensada la canción para la primera
gala en directo.
-Así me gusta, que trabajes. -me dio una palmada en el
hombro. -¿os parece si nos hacemos una foto?
-¡Esta para la cafetera! -el jueguecito de decorar los
electrodomésticos continuaba. Y ella seguía acordándose. Increíble.
-¿Cuando inventarán los flash que no molesten? ¡Se me secan
los ojos! -protestó. Estar a su lado me cortaba la respiración. Es cierto que
en los ensayos de La Voz me controlaba y conseguía estar tranquila. Pero
durante los primeros cinco minutos siempre me temblaban las piernas. -Me visto
y nos vamos.
Vanesa permaneció abrazada a mi mientras esperábamos a la
estrella. Twitteé lo que estaba viviendo. "¡Después del concierto, con la
jefaza!". Y adjunté la foto. El móvil ardía. Los seguidores no paraban de
RT y contestar. Seguían llegando menciones y más menciones de maluleras que me
seguían y con las que había entablado una bonita relación. Incluso las que me
seguían por seguir comentaban.
-Oye, estoy pensando… Mejor vamos a mi casa. Así la gente no
molestará…
-Eso te iba a decir… ¿salir por ahí? ¿Tú? -rió ante mi
contestación.
-Seguidme con el coche. Ahora nos vemos. -nos guiñó el ojo.
Miré a Vanesa sonriendo y me dijo: "Sí, lo sé, es perfecta".
No tardamos mucho en llegar, unos 30 minutos. Se encontraba
en una bonita pero discreta urbanización. Subimos por el ascensor. Malú, mi
novia y yo en un ascensor. Casi me da un orgasmo allí. Cuando llegué a la casa
sentí frío. Un sentimiento extraño. Tenía la sensación de que había estado
antes. Aquellas twitcams… Lo primero que hice al entrar en el salón fue mirar
la famosa lámpara. Reí por dentro.
-¿Y tus animalitos? -preguntó Vane.
-Están con Vero, mi amiga. Ella me los cuida cuando no
estoy. -explicó. -Sentaos, por favor.
-¡Qué fuerte! ¡Estamos en casa de la diva! -exclamé. Ella
soltó una pedorreta.
-Nada de alcohol, que tienes que conducir. -rió. Sacó varias
botellas de licor sin alcohol. -Y yo tampoco voy a beber, para que veas que soy
altruista.
-Que grande eres, jefa.
-¡No me llames jefa! -protestó. -llámame colega, o algo más
cercano.
-¿Colega? -nos pusimos a reír. Cada vez que la miraba me
caía mejor. Me animó a sacar la guitarra. Con un poco de vergüenza arranqué con
una de las nuevas canciones. Apenas tenía una semana de vida. Pero la enamoró.
-Tengo los pelos para colgar llaves… -dijo muy seria,
entrecerrando los ojos.
-¿A qué cumplirá su sueño? -Vane miró a Malú.
-¿Cumplirá? Va a cumplirlo. Y yo creo que muy pronto. -Yo
negué con la cabeza y ella me tiró un cojín. -No me repliques.
-Pero jefa, que…
-¡QUE NO ME LLAMES JEFA! -me tiró otro. A este paso se
quedaría sin cojines.
-¡Esto es muy complicado y no quiero hacerme ilusiones
falsas!
-Marina, vales para esto. Lo sé. Y yo apostaré por ti. Mira,
en cuanto acabe el concurso voy a convertirme en tu madrina y voy a poner todo
el dinero que haga falta para que saques un disco. Quiero ser tu productora.
-el alma se me cayó al suelo. Las manos no me respondían. No sabía que decir.
Miré a Vane que sonreía tímidamente. Malú se levantó y se puso a mi lado. Me
dio un beso muy fuerte en la mejilla. -He visto algo en ti diferente a los
demás. Tienes algo que gusta y sé que vas a triunfar. Todo lo invertido lo
recuperaré. Confío en ti plenamente y sé que no me vas a decepcionar. -Una
lágrima recorrió mi rostro. Ella me miró extrañada.
-Pensarás que soy una tonta. -Agaché la cabeza y me limpié
las lágrimas. -Jolín… has estado en mi cuarto colgada durante años. He pasado
colas para verte… te he seguido desde que saliste por primera vez con aquel
pelo rubio y tu cara de niña pequeña. Y ahora vas a ser la hada madrina que
cumpla mis sueños. -Sonrió plenamente. Tenía una sonrisa asesina. -Es que… esto
me parece un sueño… es increíble.
-Vas a hacerme llorar a mi también. -me sacudió el pelo. -y
si me haces llorar mi legión de maluleros te apedreará.
-¿Me apedrearé a mi misma? -las tres reímos. Estaba siendo
la mejor noche de nuestra vida. Como ídola era genial, pero como persona no
tenía palabras…
¡¡Que bonico!! Yo quiero ser como Marina... ¿Tanto pido? jaja
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