Seguía en el backstage con la mirada perdida. Sin pestañear,
pensando en su sonrisa. En el sueño de nuevo. Y otra vez en su sonrisa. Los
nervios de la actuación, las horas de ensayo junto a ella, todo lo que hacía
por mí... ¿Estaba confundiéndome? ¿O de verdad estaba enamorándome? Siempre me
había atraído. Desde pequeña, cuando ni siquiera conocía el término
"lesbiana". Pero una cosa era la simple atracción física y otra el
enamoramiento. Una cosa era un polvo y otra muy distinta una relación. Son dos
conceptos que aunque nadie me los hubiera explicado, mantenía muy presente. Quizás
estaba teniendo esta conversación conmigo misma para olvidar a Vane y empezar
de cero con otra persona. Pero Malú no se merecía ser mi "segundo
plato". Ni Malú ni nadie. Me sentiría mal conmigo misma, ese rollo no iba
con mi forma de ser. No quería que fuera el clavo que sacara el otro clavo.
Yo era una romanticona. Un alma que necesitaba amar
constantemente. Entregarmee a otra persona y darle todo lo que era y más.
A eso de las 2, la gala por fin había terminado. Los
ganadores de aquel primer directo nos abrazamos y nos hicimos unas fotos para
la revista. Posteriormente, me di una ducha en los vestuarios y me puse una
ropa más cómoda. Y al fin la vi. Caminaba rápido hacia mí, con los brazos
abiertos.
-¡¡¡PEDAZO DE ACTUACIÓN!!! -me gritó desde lejos. Me envolvió en su cuerpo. Me relajaba y a la
vez me llenaba de fuerza.
-Te la dedico. -le dije, aún sin apartarme. -Tú eres quien
ha abierto la puerta para enseñarme como brilla el sol. -se apartó y me miró
muy seria.
-Y volvería a abrirla todas las veces que hiciera falta. -me
volvió a iluminar con su enorme sonrisa. Esas palabras hicieron que tragara
saliva. Estuve a punto de darle un beso. Estaba muy cerca de mi cara.
-Quién... abrirá la puerta ahora, para montarme en el coche,
con el resacón que tengo... -tarareó. Me eché a reír.
-Te la debo. -le abrí la puerta y se sentó.
-Eso ha sido muy caballeroso. -rió cuando tomé el asiento
del copiloto.
-Y volvería a abrirla todas las veces que hiciera falta.
-bromeé. Me dio un tortazo.
-¡Que no me imites! -me chilló. A estas horas y con ese buen
humor. -como premio te dejo que elijas la música tú.
-Genial. -saqué el pen que siempre llevaba en la mochila y
lo puse. Sonó su álbum Sí.
-¿No te cansas de mí? -preguntó mientras salíamos de los
estudios. Ignoré su pregunta y me puse a cantar. Se quedó mirándome. -Tomaré un
no por respuesta. Le guiñé el ojo.
-Me encanta este disco... y por el momento que paso ahora...
me gusta aún más. -le expliqué.
-Es un sí a la vida. Es adiós, me da igual lo que pasó, te
voy a olvidar y me importas un...
-Me sé todas tus entrevistas.
-la corté de repente.
-Maluleras... -balbuceó.
-sabéis más cosas de mí que yo de mí misma...
-Tienes 10 dedos en las manos.
-reímos juntas.
-Eso sí lo sabía... un día que
me dio por contarlos. -seguimos con las carcajadas.
Aquella noche fue rara. Algo
en mi cambió. Mi manera de mirarla. No podía apartar mis ojos de su perfecta
sonrisa mientras me decía cosas que no oía. Solo asentía.
-¿Me estás oyendo? -me dio una
palmada.
-Perdona... estaba pensando...
-¿En qué pensabas?
-Eh... -me quedé pillada. No
sabía que decirle. Me pasé la mano por la cara. -en...
-¿Vanesa de nuevo? -esta vez
no acertó. Escuchar de nuevo su nombre me dio un vuelvo al corazón.
-Sí... -mentí. Me hice la
dolida. Intentó abrazarme y negué el abrazo. -Te voy a olvidar... -canté. Me
siguió. Y así pasamos la noche hasta que amaneció, entre canciones positivas
ante rupturas...
-¡LAS SEIS DE LA MAÑANA! ¡PERO
SI A ESTA HORA SOLÍA YO LEVANTARME! -se puso las manos en la cabeza.
Nos despertamos a eso de la 1.
Ya no desayunamos, esperamos a la comida. Encendí el móvil y se volvió a quedar
pillado. Tuve que reiniciarlo dos veces.
-¡ERES TT EN TWITTER! -tenía
como ocho conversaciones con ese mensaje, eran amigos y... Natalia, Pedro y por
supuesto, ella.
-Te echamos mucho de menos...
espero que a nosotros nos sigas hablando... entiendo tu enfado con mi sobrina,
como entiendo que lo hayáis dejado. Pero tú para nosotros eres como una parte
más de la familia. Por cierto, el bar está a rebosar estos días. Todos preguntan
por ti y Vanesa se hunde. Ha tenido que abandonar el puesto de camarera... no
sale de casa. -leí. No sabía que contestarle. Las lágrimas me pedían salir pero
apreté los ojos con fuerza y negué con la cabeza. Volví a recordar las palabras
de Malú.
-¡A la mierda el arroz!
-exclamó la cantante tras la barra americana. -¡Ya se me ha pegado! -se puso
las manos en la cintura. -A tomar por saco, yo llamo al telepizza. -me daba
tanta impresión verla tan natural. Tan humana. Y esa humildad y naturalidad la
hacía aún más perfecta. -¿Marina? -se dio cuenta de mi seriedad leyendo los
whatsapps. Se acercó a mí y lo vio. Me quitó el móvil.
-Dame. -le pedí con la mano abierta.
-No. -me negó con la cabeza.
-¡Dámelo! -intenté quitárselo pero esquivó mi mano.
-Te lo daré cuando dejes de poner esa cara de siesa. Vamos,
sonríe.
-Enséñame tú a sonreír. -la desafié.
-Pues mira, es fácil. -puso sus dos índices cerca de mi boca
y estiró mi piel hacia arriba. Sonreí. -Muy bien. ¿Te doy una galletita de
Danka? ¿Eh? -empezó a descojonarse.
-Te quiero. -le solté. Necesitaba decírselo. La quería
tanto. Me había devuelto a la vida. ¿Cómo no iba a hacerlo?
-Y yo a ti, pequeña. -me abrazó muy fuerte. Más que en todos
los que ya me había dado.
-¿Cómo voy a pagarte todo lo que estás haciendo por mí? -le
pregunté, aún entre sus brazos, pero mirándola de frente.
-Mmmm, dame un besito. -puso la mejilla. Le di un besazo,
tan fuerte que me dolieron los labios. -¡Ay! ¿Me vas a hacer un piercing en to´
la mejilla? -reímos. Guardé ese momento en la memoria. Era un tonteo
claramente. No sé si ella era consciente... si lo hacía queriendo o era puro
azar. Puro cariño de amigas.
El timbre sonó. La pizza llegó.
-¡Marina! -Malú estaba con el teléfono en la mano. -Es para
ti. -me miraba con una sonrisa que conocía. Algo tramaba.
-¿Hola? -cogí su móvil.
-Soy Pablo. -no hacía falta que se presentase, lo conocí por
la voz. Inimitable. -Quería felicitarte por la actuación de anoche... lo
hiciste genial. Quién es un tema muy complicado y le has dado un sonido y un
sentimiento que hasta a mí me llegó al alma, y eso que la compuse yo. -rió. Un
escalofrío invadía mi cuerpo. La artista no apartaba la mirada de mí. Se mordía
los nudillos de las manos, pero sin dejar de sonreír.
-...muchas gracias... -dije casi tartamudeando. -no sé que
decir.
-No digas nada, tú sigue cantando que se te da de miedo.
Esa conversación me animó. Me sentó realmente bien... entré
a Twitter y entonces fue cuando tomé conciencia de lo que estaba armando.
1567 interacciones nuevas. Casi me desmayo. A Malú le entró
un ataque de risa y yo seguía inmóvil frente al ordenador, leyendo y RT cada
una de las menciones... no podía creer que recibiera tanto apoyo y que mi
"Quién" hubiera tenido tanta repercusión.
Esa semana estuve muy sola. La cantante pasaba los días
completos en el programa, ensayando con los tres concursantes de la siguiente
gala. Pasaba los días componiendo en su pequeño piso o twitteando. Uno de esos
días, decidí tocar la guitarra en el parque. Siempre me inspiraban nuevos
paisajes. De camino a uno, alguien me sorprendió.
-¡Mira mami, Marina! -era una chica de unos cinco o seis
años. -¡Tú eres la de la tele!¡Eres la que más me gusta! -me quedé helada... Su
madre corrió hacia la niña y le dio la mano. "No la molestes". La
regañó, y me pidió perdón.
-No, no te preocupes, si me hace mucha ilusión. -le sonreí.
Me agaché para estar más cerca de la pequeña. -¿cómo te llamas?
-Me llamo Sandra. -dijo con su fina y dulce voz.
-Sandra, qué nombre tan bonito. -le piropeé. Miró a su madre
y sonrió, cogiéndola de la mano.
-¿Te importa que tome una foto? -me preguntó su progenitora.
-Claro. -posé junto a ella. Que emoción me hacía, la primera
vez que me paraban.
Me puse a tocar acordes sin sentido sentada en un banco de
aquel pequeño parque. Miré al cielo. Volví a hacerme la pregunta en forma de
canción. ¿Estaba enamorándome de la que había sido mi ejemplo a seguir toda la
vida? ¿Era una confusión? Que complicado el amor... ni yo sabía lo que sentía.
Repasé en mi mente lo vivido con ella hasta la fecha. Cada instante a su lado.
Recordé su olor, su manera de abrazarme. Su mirada. Sus ojos negros y
poderosos, su sonrisa perfecta. Su voz, que me llevaba a las estrellas, su
forma de ser. Su personalidad, su sentido del humor, su forma de vivir. Su
optimismo. Era perfecta en todos los sentidos. Me mordí el labio. Moría por
ella.
¿Y si la cagaba? ¿Y si perdía todo lo que había conseguido?
Cargarme nuestra amistad... no, no quería eso. No quería poner en peligro lo
nuestro... era bonito. Pero en fin... el que no arriesga, no gana.
Me encantas guapa. Redactas muy bien. Sigue así, aquí tienes a otra seguidora ;)
ResponderEliminarMe tienes enamoradita con esta novela, no me despego de la pantalla... Jo! Ojalá me pasara a mi eso si la edicion que viene me presento a la voz!
ResponderEliminarTodos quisiéramos ser Marina jaja ¡¡Yop a lo mejor tbm me presento!! La novela es perfecta y me ha enganchado jaja
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