Las luces bajaron, los nervios
afloraron y dio comienzo la actuación. Los cuatro coaches, acompañados por los
asesores: Pastora Soler, Pablo Alborán, Marta Sánchez y Dani Martín, nos
miraban fijamente. Era la última gala de las batalla, así que no contábamos con
el comodín del robo, ya estaban los equipos completos. Esto me presionaba aún
más.
Alicia cantó su parte y luego
entré yo. Arranqué bien. Eso era genial. Pero en el estribillo… Alicia se fue
de tono. Cantaba más fuerte que yo, ignoré su desafío, si eso era lo que
quería. Seguí con el tono que habíamos ensayado… Malú la miraba incrédula. No
pestañeaba. Pablo frunció el ceño. No entendía lo que ocurría. Yo, como en el
estribillo anterior, seguí como debía hacerlo. Miré a la jefa. Estaba tan
radiante aquella noche... Llevaba un vestido verde palabra de honor y se había
alisado el pelo. Los labios rosas y una sombra verde en los ojos espectacular.
Al terminar la canción, Jesús
se acercó y se puso en medio de las dos. Ni un beso, ni un bien hecho compañera
por parte de mi contrincante. Aquella frialdad en su mirada hacia mí no era
normal. ¿Qué le había hecho?
-Bueno, venid aquí. -El
presentador nos acercó al límite del ring para oír la valoración de los
coaches. -¿Empiezas tú, Bisbal?
-Esta canción de India
Martínez es una que conocemos todos y oírla sin esa voz tan característica
resulta muy raro, yo creo. Pero vosotras lo habéis hecho bastante bien, habéis
creado vuestra propia versión. Eso sí, ha habido algo que no me ha cuadrado… En
el estribillo no os buscabais, no cantabais juntas… ibais cada una a su rollo.
-Sí, eso es lo que quería
decir yo. -intervino nuestra Malú. -¿Qué ha pasado, chicas?
-Nada, que me he dejado llevar
por la canción.-explicó. Por primera vez vi su sonrisa.
-Tenéis que aprender a
controlaros. Llevar vosotros las riendas de la canción… -comentó.
-Yo si tuviera que quedarme
con alguna, sería con Marina. Me gusta mucho su voz, yo me giré de los primeros
y además, ella sí que se ha mantenido durante todo el tema. -opinó Orozco. Le
di las gracias.
-Malú, ¿con quién te quedas?
¿A quién decimos adiós? -Jesús nos cogió de la mano. Yo temblaba. Cerré los
ojos. No quería mirar.
-Pablo, ¿Qué hacemos? -El
cantautor le chivó algo al oído a la artista. Ella asentía todo el rato.
-Estamos de acuerdo, entonces. Nosotros nos quedamos con Marina.
Al oír mi nombre, quería
saltar. Chillar. Dar patadas a todo objeto que se pusiera ante mí. ¡Qué
emoción! Me acerqué a Alicia para darle dos besos y decirle unas palabras, pero
me apartó cogiéndome la mano. Bajé las escaleras sin dejar de sonreír. Estaba
eufórica. Abracé fuerte a mi ídola. Me susurró que tenía muchas ganas de seguir
trabajando conmigo. Repartí besos a todos y escapé del plató por la puerta de
los ganadores.
-¡Te lo dije! ¡Te lo dije! -mi
novia me acarició el pelo mientras yo lloraba en su hombro de la emoción.
Me dijeron que no me moviera.
Que hoy había algo más que la última batalla. Cuando me lo explicaron me quedé
helada. El coach debía quedarse con dos de los ocho que quedábamos para
que pasase a las galas en directo. Los 6 restantes se emparejaban y habría otra
gala llamada "El Último Asalto". Ya de por sí el nombre sonaba mal.
Vanesa no me soltó la mano en todo lo que faltaba para aquel preciso instante
de decisiones. "Te cogerá." Me repetía una y otra vez. Lo hacía para
tranquilizarme, pero yo me ponía peor aún.
-¡Equipo Malú! ¡Por aquí!
-Marta, la rubia que nos coordinaba nos llamó. Llegó el momento. Iba la segunda
en la cola que formaba el equipo de la artista. Delante de mí estaba Raúl. Me
alegré de verle. "¡Choca esa que estamos los dos dentro!". Unimos las
palmas de las manos. Detrás, caras familiares de nombres que desconocía.
-¡Malú, llega tu hora! ¡Elije
a dos de tus aprendices para que pasen a los directos! -le pidió el
presentador, agarrándose el chalequillo que llevaba. Siempre tan bien vestido.
Unos italianos sutilmente amarrados, un pantalón apretado con unas finas líneas
grises que apenas se notaban y bajo el chalequillo, también gris, una camisa
negra.
Raúl me dio la mano mientras
la coach pronunciaba unas palabras de admiración hacia su grupo:
-Sois muy grandes todos,
realmente todos valéis para estar en la gala en directo, pero este programa es
así. -miró a Alborán. Éste le devolvió una sonrisa. -Ahora solo depende de
nuestro gusto… porque sinceramente, cantáis cada uno de una forma especial y
diferente a la del que tenéis al lado.
-Venga, no seas pesada. ¡Dilo
ya! -el malagueño sacudió su brazo. Nos hizo reír y aflojar los nervios. Raúl
me apretaba más la mano, pensé que me la arrancaría con sus brazos de
macizorro.
-En primer lugar… nos quedamos
con Philip. -no tenía ni idea de quién era, hasta que dio un paso adelante y se
puso a saltar como un energúmeno. Era de tez negra e iba con una camisa azul
clarita y unos vaqueros negros pitillos. El pelo lo tenía a lo afro. Me acerqué
a felicitarlo y creo que ni me escuchó. Siguió dando saltos. Vázquez no paraba
de reír, intentó calmarlo y él seguía con su euforia. Al menos un minuto tardó
en frenarlo. Los coaches, flipando desde sus asientos.
-Muchísimas gracias, estoy muy
agradecido "Malu". -dijo sin pronunciar la tilde de su nombre. Tenía
acento africano. La cantante asintió feliz.
-Y la otra persona… es nuestra
debilidad. No podíamos perderla en el último asalto. -miró a Pablo y ambos
sonrieron. -¡Marina! -exclamaron los dos a la vez. Ni me moví. Estaba
completamente en mi mundo. No me lo creía. Me tapé el rostro con las manos y
noté como los 5 compañeros formaban un círculo alrededor de mí. Agarré el micro
y les di las gracias:
-Madre mía. No me lo creo. -hice una pausa para tomar aire.
Mis dos maestros me miraban con ternura. Al final tenía razón Alicia y sí que
iba a ser su favorita… -Os aseguro que no os defraudaré. Lo prometo. -El
público se vino arriba. El presentador nos dijo que podíamos descansar ya y
ponernos las pilas para los directos. No salí del plato sin volver a
abrazarlos. Eran los mejores profesores que podía pedir. Le guiñé el ojo a Raúl, éste levantó el
sombrero que llevaba y salí por la puerta de los vencedores, una vez más.
-¡Ahhhhh! ¡Increíble! -corrí por delante de una cámara de la
mano del tal Philips hasta llegar a mi chica, que estaba con los ojos llorosos.
-¡Eres la mejor! -me gritó. La cogí y di dos vueltas con
ella en el aire. Estaba en las galas en directo.
No me fui como me pidieron los organizadores. Me senté otra
vez en aquel pasillo. Esta vez esperaba a que Raúl saliera. No quería irme sin
pedirle su número.
-¡Marina! -me chilló el andaluz de lejos. -¡Qué alegría que
pases directa! -me dio un abrazo. Habíamos conectado desde el minuto 1.
-Toma mi móvil, por si me necesitas o lo que sea. Me has
caído genial. -le sonreí.
-Lo mismo digo. Ahora luego te hago una perdida para que
tengas el mío también.
Volví al hotel con la mayor de las sonrisas. No era tanto el
haber pasado a las galas finales, eran las palabras salidas de su boca.
"Es nuestra debilidad…".
Llamé corriendo a los tíos de Vanesa, mi única familia.
-¡TE COMO! ¡TE COMO! -gritaba una y otra vez Natalia. -¡SI
ES QUE ERES LO MÁS GRANDE DE ALCALÁ DE HENARES! ¡OLE "TO TU CHOCHO"!
-¡Marina, cariño! ¡Muchas felicidades! ¡Ahora a darlo todo!
-decía de fondo mi tito postizo, apenas podía oírlo con el griterío que formaba
su mujer. Vanesa se descojonaba a mi lado.
Ahora me quedaban dos meses de vacío. Hasta el 16 de
noviembre no volvería a hablar con la jefa… ni volvería a ver a Pablo, que para
las galas ya se habría marchado.
-¿Estás dormida? -me preguntó Vanesa. Eran casi la 1 y no
había pegado ojo. Seguía con una puta sonrisa en la cara.
-No. No puedo dormir con tanta emoción. -le contesté.
-Ven aquí. -Vane me arrastró hasta su cuerpo y comenzó a
besarme. -No te cambiaría por nada del mundo. -Me puso sobre ella y no paramos
de besarnos. No quería hacer otra cosa más que sentir como me perdía en su
boca…
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