miércoles, 17 de septiembre de 2014

T2. Capítulo 22. TODA UNA VIDA.

A las dos semanas de despertar le dieron el tan esperado alta. Estaba ansiosa por volver a la rutina, al hogar. Aunque no era la única… Yo también lo deseaba. Ella estaba encabezonada en empezar con su nuevo disco, pero el médico le pidió un mes de reposo. Yo ya le dije que debía descansar, volver a tomar el hábito de hacer deporte, pues no sería capaz de aguantar tal ritmo si lo hacía tan de golpe. De no moverse nada, a someterse a esos conciertazos que solo ella podía ofrecer.
-Si notas cualquier molestia… -no le dejó terminar.
-¡Sí! ¡Entendido por quinta vez! -exclamó ella, con una enorme sonrisa. -¡nos vemos! ¡Espero que no sea pronto! -reímos. Incluso el médico lo hizo.

Entró rápidamente en el jardín. Danka y el resto de la tropa corrieron hacia ella dando ladridos y largas zancadas. Malú las abrazó mientras la lamían por todas partes. Se les veía tan felices. La habían echado mucho de menos. Pero mi chica no sabía lo que le esperaba tras la puerta. Fue como una loca subiendo los escalones. Por un momento pensé que se caería. Después de tantos días sin moverse sus músculos estaban engarrotados. Metió la llave a golpes, pues no atinaba a encajarla.
-¿Te echo una mano? -la adelanté.
-Yo puedo. -sonrió. Al fin consiguió abrir la puerta. Todo estaba muy oscuro. Las cortinas estaban completamente echadas. -Uy, qué oscurid…
-¡¡SORPRESA!! -saltaron por detrás de los sofás, otros se asomaron por la puerta, unos cuántos bajo la escalera. Malú tembló un segundo del propio susto. La miré sonriente.
-Te voy a matar. -murmuró. -casi me da un coma otra vez.
-¡¡Mi niña!! -la abrazó fuertemente su madre. La mayoría de sus amigos más cercanos estaban allí. Desde su amiga de la infancia, hasta Vero. Sin olvidar a sus compañeros de profesión. La banda entera estaba allí. Cantantes que habían compartido escenario con ella, y otros que ni si quiera eso, pero se habían convertido en grandes amigos. Tampoco faltaban Li y Pablo, y ese pequeño engendro que se formaba. Algunos de sus familiares que conocí en su cumpleaños también rondaban por allí. Como su prima Ainhoa, que no había cambiado en absoluto. Muchos rostros irreconocibles para mí. Quizás los había visto una vez, pero no más. José me ayudó con la lista de "invitados". Le avisé de que solo llamara unos cuantos. Los estrictamente necesarios. Pero ya lo conocía, y había pasado de mi petición.
-¡Marina! -me chillaron en el oído.
-¡Hey! -contesté, tocando mi oreja.
-¿Qué tal? -era Rubén, el director musical y pianista de Malú.
-Muy bien, ¿y tú?
-Algo preocupado. -me agarró del brazo y me alejó de la muchedumbre. -verás, me han ofrecido un puesto en una banda internacional. -lancé una interjección de sorpresa. -no, no es tan guay. No quiero dejar colgada a Malú.
-Creo que lo entenderá perfectamente. Sabes que es muy profesional. -opiné sinceramente.
-Ya lo sé, pero no quiero darle este palo ahora que se ha recuperado y empezará pronto… Es muy exigente. No elegirá a cualquier sustituto. -se cruzó de brazos.
-Bueno, supongo que su equipo se encargará de ello. -intenté ayudar, aunque no conseguí mucho.
-No puedo decir que no a esta oportunidad… pero separarme de la banda me va a costar mucho trabajo. Les he cogido mucho cariño… a ella en especial. -se abrió a mí.
-¿Dónde está mi enana? -se asomó por la puerta Isabel.
-¡¡Hey!! -saludé.
-¿Y ese saludo tan macarra? -puso cara de asco. -aparte de estilista tengo que cuidar tu…
-Este es Rubén. -la corté. -director mus…
-¡Ya nos conocemos! -exclamó él. -me alegro de verte. -me sentí un poco absurda en el contexto. Orozco asomó detrás de su mujer. Le tapó los ojos.
-Cari… eres tú. -dijo ella con una sonrisa muy tonta.
-No. -puso una voz muy rara, pero ese tono ronco lo delató. Isa rió. El cantautor le besó el moflete y con un rápido movimiento la giró para perderse en sus labios. Los adoraba. Hacían muy buena pareja. Rubén y yo nos miramos cortados.
-¿Tú también quieres? -Malú me sorprendió cruzando el césped hasta mis brazos.
-¿Si quiero qué? -me hice la tonta, a la vez que depositaba mis manos en sus caderas. Me respondió con un largo beso, interrumpido por las cientos de palmadas. Tierra trágame. Qué vergüenza. Terminé riéndome, con los mofletes más que sonrojados, y un cosquilleo fuera de lo normal en mi vientre.
-Deja de hacer eso. -le susurré. Ella pellizcó mi barriga partiéndose de risa.
-Uy, ¿y esos cachetes? -se burló. -¿te has puesto nerviosa?
-¡Cállate! -me avergoncé más aún. Se me escapó una carcajada.
-¡AY! ¡AY! -gritó Li. Corrimos hasta acercarnos. Había un charco de agua en el suelo que se alargaba por debajo de sus pies. La cara se me cambió por completo. La miré. Ella miraba asustada al suelo. De pronto, miles de carcajadas se sucedieron en torno a la escena. Incluso Lidia lo hacía. Vale. Había caído en la broma.
-¡¡No tiene gracia!! -me quejé. Mi compañera de aventuras más locas me abrazó fuertemente, con el enorme barrigón entre nuestros cuerpos.  -aparta. -dije muy seria.
-No seas mala. -dijo, riéndose. Carcajeé, devolviendo el abrazo que le había rechazado.

La vuelta de Malú, como habíamos titulado a la fiesta, se alargó hasta eso de las 9 de la noche, cuando decidí echarlos a todos. Mi chica se encontraba de lo más cansada, aunque no lo negase.

-Uf, qué cansancio. -suspiré, sentándome a su lado en el sofá después de recoger toda la suciedad que habían formado.
-Si me hubieras dejado ayudarte… -dijo. Le sonreí, abrazándola por la espalda. Se tumbó sobre mi pecho, relajando todo su cuerpo. -cabezona.
-¿Qué ha dicho el médico…?
-Sois unos plastas. -se quejó.
-Mañana nos vamos. -se sorprendió.
-¡¡Qué!! -se incorporó.
-Ven aquí. -le sonreí. Adoraba tenerla sobre mí. Pero se resistía. Se resistía a darme ese calor que hacía mejorar mis días. Ese amor que tan bien me sentaba. -va… -rogué.
-Con esa cara… ¿cómo me voy a quedar de pie? -se tumbó esta vez atrapándome contra el respaldo. Rodeando mi cuello con sus finos y débiles brazos. Me besó tiernamente, pegando su frente a la mía.
-Uy. -se me escapó una risilla.
-No empieces con los soniditos raros, eh. -me advirtió, tirando de un pelo de mi nuca.
-¡AU! -chillé.
-¿Dónde nos vamos? Dilo. -amenazó, agarrando por el extremo a otro de los centenares de cabellos.
-A… -titubeé. Subió los dedos hasta acercarse al inicio del vello. -no, no. -respiré agitadamente. -Miranda de Ebro.
-¡Guau! -exclamó.
-Ya sé que es un poco cutre. -reí. -pero es un buen lugar para que descanses.
-Sí, es muy tranquilo. -sonrió. -lo pasaremos bien.
-Claro. -le sacudí el pelo. Lo odiaba.
-¡Eh! -se quejó. -pf, qué ganas tengo ya de empezar a trabajar.
-Cualquiera que te oiga… -bromeé. Pensé entonces en Rubén… ¿Qué haría…?

Y con la ilusión de un nuevo viaje, con el único objetivo de reposar para coger fuerzas, preparamos las maletas con todo el tiempo del mundo. Al fin y al cabo teníamos toda la vida para ser felices.  

8 comentarios:

  1. Como siempre inmejorable me encanta como escribes esperando capitulo pronto

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    1. Me encanta la novela pero antes tardabas 1 dia en escribirla y ahora tardas 4

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  3. me encanta la novela, porfa sube capitulo pronto!!!!

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  4. Mola la novela pero este capitulo no ha molao mucho espero q el siguente sea mejor tiene q pasar algo inimaginable como q malu se queda embarazada de un tio o q el accidente del camion fue aposta.

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    1. Es verdad el accidente aposta o algo chulo porfa, pero esta chula la novela

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