domingo, 1 de diciembre de 2013

Capítulo 4. APRENDIZ

-¡Mucha suerte! -Pedro, el tío de Vane, me trataba como una sobrina más. O casi tan bien como una hermana pequeña. Habíamos entablado una enorme amistad y se había convertido en familia prácticamente.  
-¡Dale un buen beso a "la Malú" de mi parte!, ¿vale? -me pidió Nata. Me abrazó tan fuerte que me estaba quedando sin respiración. Natalia era de esas personas gorditas y simpáticas que caen bien a todos. Amable, cariñosa, y con una empatía enorme. Hacía amistades entre los clientes y así, mantenía el negocio que daba gusto. Siempre lo teníamos lleno, hasta en los desayunos.
-Vamos amor, que llegamos tarde. -Me empujó Vanesa.
-No sé por qué me acompañas, deberías quedarte aquí en el bar. Dejamos sin plantilla a tu tía.
-Me hace ilusión…
-Tú lo que quieres es otra foto con mi coach, ¿a que sí?-le di un beso en la mejilla mientras cogía las maletas. 
-Me has pillado. Quiero rellenar todos los electrodomésticos de la cocina con fotos de las tres. -solté una carcajada. Que graciosa que era.
Cogimos el AVE a las 7:15. Las tres horas del viaje se me hicieron eternas… no veía la hora en la que anunciaran el final del trayecto. No estaba nerviosa… no iba a cantar… sólo era una reunión con el coach y los miembros de mi equipo… Mentira, mentira, mentira. Estaba cual flan. La pierna derecha no paraba de saltar.
-Tranqui. -Vane se apoyó en mi hombro y me agarró de la mano. Era la única capaz de estabilizarme.
-¿Sabes una cosa? -me puse sincera. Se reincorporó y me miró a los ojos. -Te quiero mucho. No sé qué haría sin ti.
-Y yo a ti, tonta. -me besó. -Todo lo que hemos luchado… ha merecido la pena. -Volvió a apoyarse en mí, cosa que me encantaba.
Por fin llegamos a la capital de Cataluña. Con dos autobuses llegamos al hotel que nos asignaban los organizadores del programa. Allí dejamos las maletas y en menos de quince minutos, el bus especial de "La Voz" llegó.
-Llámame cuando termines y voy a recogerte. -se despidió de mi. Me dio un fuerte abrazo y me deseó buena suerte. La quería tanto…

-Yo soy Marina. -me presenté al chico que estaba sentado a mi lado.
-Yo soy Raúl. Encantado. Soy del equipo de Malú. -me tendió la mano. Parecía simpático. Lucía unas gafas de sol RayBan y llevaba una camiseta de mangas cortas que dejaban ver unos fuertes músculos.
-¡Yo también! Lo mismo hasta nos toca luchar juntos. -exclamé.
-¿Sí? ¡Qué casualidad! Buaf, como la coach diga Raúl, tú con Marina, me "desorino" allí en medio. -me hizo reír. Además, tenía un acento andaluz muy cerrado, que lo hacía todavía más gracioso.
-Vaya… que corto. -me sorprendí al ver que solo eran 10 minutos de trayecto.
-Bueno, mejor. Los viajes largos me trastornan. No sé qué haré cuando tenga que viajar para dar conciertos por todo el mundo… -bromeó.
Fuimos en filita hasta entrar en los estudios Picasso, conducidos por un organizador que sujetaba una carpeta y llevaba un micro y unos cascos enormes. Parecía muy profesional.
No pude evitar acordarme del momento en el que lo pisé por primera vez… aquella audición a ciegas.

Entramos en la sala y nos esparcimos por los sillones. Era un lugar muy acogedor. La pared simulaba ser de ladrillo y había un falso ventanal. Parecía el típico sitio perfecto para componer. Un rincón artístico.

16 personas unidas y entregadas a la música. Cada uno con un estilo propio. Encontré gran variedad… tanto en apariencia, personalidad, nacionalidad… Éramos un equipo mixto. Malú había optado por la diversidad en esta tercera edición.
-¡Buenos días chicos! -Y ahí estaba la diosa. Caminaba segura de sí misma, pisando el suelo con fuerza. La admiraba profundamente. -¿Estáis preparados? -Nos miró con desafío y una sonrisa de atrevimiento.
-¡Sí! -contestamos al unísono. Se acercó y nos dio dos besos a cada uno. Comenzó a presentarse y a decirnos unas palabras de bienvenida, de futuros planes, de lo que esperaba de nosotros…
-¡¡Este año me acompañará Pablo Alborán!! -menudo pedazo de asesor. ¡Olé! Que contenta me puse. Pablo era un compositor más que bueno. Era el puto amo. Siempre me han dicho que era su versión femenina. Así, romanticona, compositora, cariñosa…
-¡Hola chicos! -se presentó. Llevaba un pañuelo de cuadros que cubría su cuello. Una chaqueta de cuero y unos vaqueros despintados. Se mostró natural y simpático, me sorprendió su cercanía. Sabía mantener los pies en la tierra a pesar de haber cosechado tantos éxitos.
-Eres un maestro. -le abracé.
-Anda ya, no digas mentiras que esto luego lo echan por la tele. -me sonrió. De cerca era todavía más guapo.
Se sentó en un banquete al lado de Malú y se lanzaron una mirada de complicidad. Qué grandes amigos eran.
-Yo no sé por qué Malú me pide que la asesore, si yo soy tan principiante como vosotros. -Daba gusto oírle. Qué humilde.
Se me hizo eterno el "pasar lista" de la "profe". Iba emparejando y diciendo la canción a un ritmo rápido, pero el mío no sonaba y más nerviosa me ponía.
-Raúl… cantarás con Patri. -Uish, casi. Mi nuevo compi me lanzó una mirada amistosa. -La canción "Cuando te beso.", de Niña Pastori. Comprendí perfectamente el género de mi amigo. Flamenquito.
-Marina. -amaba cuando decía mi nombre. Pellizcazo en el estómago que me dio. -cantarás con Alicia el tema de India Martínez, "Los gatos no ladran". -En menudo aprieto me metía mi ídola. Pedazo de canción. Me acerqué a mi compañera. Era muy pequeñita, le sacaba una cabeza. Tenía la cara regordita, pero de cuerpo era realmente delgada. Era rubia y el pelo le llegaba hasta el final de la espalda.

Me sorprendí de lo difícil que era cantar. Siempre lo había hecho por pura diversión, pero jamás me planteé que era un tono, un registro. Todo aquello que me explicaban era totalmente nuevo para mí. Estaba ilusionada con la música, ahora que empezaba a conocerla.
-¿Preferís que subamos un tono? -me preguntó Malú en el primer día, cuando cantamos la canción a piano y por vez primera. Mi cara se puso blanca. ¿Qué era eso…? Pablo me lo aclaró con palabras muy sencillas. Me tenía que poner las pilas, estudiar muchísima música. Cada vez que utilizaban un término complicado, yo no lo entendía. Mi compañera había estado en una escuela de canto durante toda su vida… y se desesperaba cada vez que preguntaba algo. Resoplaba cada vez más fuerte, y Malú le pedía paciencia. Sentí que no encajaba en el programa, que no tenía nada que hacer ante tales artistas, todos tan profesionales y yo que solo me dejaba llevar por la melodía.
-Yo aquí estoy bastante cómoda. -dije al cantar por cuarta vez el tema.
-Yo hago un esfuerzo, apenas llego. -se quejó Alicia. -¿No podemos bajarlo más?
-Si lo bajamos más a Marina le va a costar… -opinó Pablo. -Intenta hacer un esfuerzo. Este tono queda genial.
-Ya, pero es que me voy a dejar la garganta. -me miró con cara de asco. Yo agaché la cabeza.
Aquel día fue horrible. Estuvimos una hora y media con las dos estrellas intentando buscar un buen tono en el que estuviéramos bien las dos. Yo cedí, y dije que estaba bien finalmente… aunque debía hacer un poco más de fuerza. Nos despedimos de los maestros con un abrazo. Malú me susurró al oído:
-Sé que no estás a gusto en esa nota, pero el hacer un sacrificio por tu compañera te hace grande.
Sonreí automáticamente y le di un beso en la mejilla. Ella apretó su cuerpo contra el mío. Me dio fuerza, y olvidé aquello de que no tenía nada que hacer. Ahora me sentí con ganas de llegar al día de la gala y comerme el escenario entero. Me despedí de Alborán, que también se había dado cuenta de mi gesto con Alicia. Creo que eso eran puntos a favor.
Estuvimos una semana entera ensayando. Teníamos asignado varios profesores, cada día tocaba una clase distinta. Esa fue la semana más decisiva de lo que podía ser mi carrera. Nunca había contado con gente que me enseñara a cantar, gente profesional. Al principio me costó trabajo. Eran muchos términos, mucha información en poco tiempo. Pero me lo curré. Me pasaba horas y horas estudiando todo lo que aprendía. Al llegar al hotel, repasaba todo lo dado en el día. Apenas tenía tiempo para cerrar los ojos y descansar. Luego ya fui habituándome al ritmo, hasta que llegó el día de los ensayos finales y volvimos a reunirnos con Pablo y la magnífica Malú.
-¿Qué tal ha ido la semana? -nos preguntó el malagueño nada más vernos.
-Bastante dura. -dijo con su cara de asco Alicia. En esos 5 días de ensayos y horas juntas, no había conseguido entenderla del todo. No encajábamos. Me miraba desde arriba, aunque fuese mucho más pequeña que yo, se creía superior a mí… o esa era la impresión que me daba.
-Sí, ha sido muy complicada, pero también ha sido la mejor semana de mi vida. -sonreí. María Lucía arqueó las cejas y preguntó que por qué razón. -Simplemente porque estoy conociendo un mundo que era desconocido para mí, pero con el que he soñado millones de veces. Yo no he tenido la suerte de tener unos padres que me pagaran unas clases… todo lo que sé lo he aprendido en la ducha con vuestra música. -expliqué mientras los tres me miraban con las orejas abiertas. Mi ídola no paraba de sonreír al escucharme, Pablo me miraba como un reflejo y Alicia... me miraba desde su altar.
-Pues me alegro muchísimo, en serio. Me encanta la gente que se lo curra. -comentó Alborán, dándome una palmada en el hombro.
-Ea, pues vamos a ver lo que habéis hecho. -intervino la coach. Ambos se sentaron en las sillas y la melodía comenzó a sonar.

-¡Espléndido! -Aplaudió el andaluz. -¡Excelente! -Los dos subieron las escaleras y nos reunimos en un grupo dentro del ring.
-Está fabuloso. -comentó María Lucía mientras anotaba algo en su carpeta. -Marina, has mejorado muchísimo desde aquella actuación de las audiciones a ciegas.
-Hombre, teniendo en cuenta que no tenía ni idea de música… -la cortó mi enemiga.
-No tenía ni idea, pero consiguió que nos giráramos los cuatro y eso tiene mucho mérito. -Malú hizo que me mordiera el labio. El corazón se me aceleró. Joder, me estaba defendiendo. Le calló la boca a Alicia, que parecía mostrar envidia hacia mí esta vez.
Al terminar, nos hicieron una pequeña entrevista para añadirla en la gala. Fuimos por turnos, pero yo escuché perfectamente lo que dijo desde la sala en la que estaba.
-…creo que estoy fuera del programa desde ya, Marina es sin duda la favorita de Malú.
Maldita sea. Nunca he sido de odiar a gente, pero esta mujer se lo estaba ganando a pulso. Estaba sacando lo peor de mí. Estaba rabiando por dentro. Alicia estaba echando a perder todo el trabajo de la semana… me lo había currado, yo no era la favorita de nadie. Me tocó a mí. Pensé en decir de todo, pero mi lado más paciente y pacífico me calmó.
-Esta batalla va a ser dura. Alicia es una gran cantante y lleva años estudiando. Yo acabo de empezar en este mundo…
Volví al hotel, Vanesa estaba tumbada en la cama esperándome para ir a cenar como cada día.
-¿Qué tal ha ido el ensayo general? -me preguntó sin apartar la vista del portátil.
-La miré y aparté la mirada sin contestar. Tiré la mochila al suelo con desgana.
-¿Algo va mal? -cerró el ordenador y se levantó para darme un beso.
-Mi contrincante es una cerda. -la abracé y le conté lo sucedido.
-En verdad deberías estar alegre. ¿Crees que Malú se va a quedar con ella después de ver todo lo que está causando? Que si lo del tono, que si tú no tenías ni idea de música… Está claro que te va a preferir a ti.
Vanesa era lo más importante de mi vida. Ella era la única capaz de hacerme ver el lado positivo de las cosas. Siempre había estado a mi lado, para lo bueno y para lo malo. Era la mujer de mi vida.

-Vamos a cenar rápido que quiero acostarme. Mañana tengo que darlo todo en las batallas.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario