-¡Mucha suerte! -Pedro, el tío de Vane, me trataba como
una sobrina más. O casi tan bien como una hermana pequeña. Habíamos entablado
una enorme amistad y se había convertido en familia prácticamente.
-¡Dale un buen beso a "la Malú" de mi parte!,
¿vale? -me pidió Nata. Me abrazó tan fuerte que me estaba quedando sin
respiración. Natalia era de esas personas gorditas y simpáticas que caen bien a
todos. Amable, cariñosa, y con una empatía enorme. Hacía amistades entre los
clientes y así, mantenía el negocio que daba gusto. Siempre lo teníamos lleno,
hasta en los desayunos.
-Vamos amor, que llegamos tarde. -Me empujó Vanesa.
-No sé por qué me acompañas, deberías quedarte aquí en
el bar. Dejamos sin plantilla a tu tía.
-Me hace ilusión…
-Tú lo que quieres es otra foto con mi coach, ¿a que
sí?-le di un beso en la mejilla mientras cogía las maletas.
-Me has pillado. Quiero rellenar todos los
electrodomésticos de la cocina con fotos de las tres. -solté una carcajada. Que
graciosa que era.
Cogimos el AVE a las 7:15. Las tres horas del viaje se
me hicieron eternas… no veía la hora en la que anunciaran el final del
trayecto. No estaba nerviosa… no iba a cantar… sólo era una reunión con el
coach y los miembros de mi equipo… Mentira, mentira, mentira. Estaba cual flan.
La pierna derecha no paraba de saltar.
-Tranqui. -Vane se apoyó en mi hombro y me agarró de la
mano. Era la única capaz de estabilizarme.
-¿Sabes una cosa? -me puse sincera. Se reincorporó y me
miró a los ojos. -Te quiero mucho. No sé qué haría sin ti.
-Y yo a ti, tonta. -me besó. -Todo lo que hemos
luchado… ha merecido la pena. -Volvió a apoyarse en mí, cosa que me encantaba.
Por fin llegamos a la capital de Cataluña. Con dos
autobuses llegamos al hotel que nos asignaban los organizadores del programa.
Allí dejamos las maletas y en menos de quince minutos, el bus especial de
"La Voz" llegó.
-Llámame cuando termines y voy a recogerte. -se
despidió de mi. Me dio un fuerte abrazo y me deseó buena suerte. La quería
tanto…
-Yo soy Marina. -me presenté al chico que estaba
sentado a mi lado.
-Yo soy Raúl. Encantado. Soy del equipo de Malú. -me
tendió la mano. Parecía simpático. Lucía unas gafas de sol RayBan y llevaba una
camiseta de mangas cortas que dejaban ver unos fuertes músculos.
-¡Yo también! Lo mismo hasta nos toca luchar juntos.
-exclamé.
-¿Sí? ¡Qué casualidad! Buaf,
como la coach diga Raúl, tú con Marina, me "desorino" allí en medio.
-me hizo reír. Además, tenía un acento andaluz muy cerrado, que lo hacía
todavía más gracioso.
-Vaya… que corto. -me
sorprendí al ver que solo eran 10 minutos de trayecto.
-Bueno, mejor. Los viajes
largos me trastornan. No sé qué haré cuando tenga que viajar para dar
conciertos por todo el mundo… -bromeó.
Fuimos en filita hasta entrar
en los estudios Picasso, conducidos por un organizador que sujetaba una carpeta
y llevaba un micro y unos cascos enormes. Parecía muy profesional.
No pude evitar acordarme del
momento en el que lo pisé por primera vez… aquella audición a ciegas.
Entramos en la sala y nos
esparcimos por los sillones. Era un lugar muy acogedor. La pared simulaba ser
de ladrillo y había un falso ventanal. Parecía el típico sitio perfecto para
componer. Un rincón artístico.
16 personas unidas y
entregadas a la música. Cada uno con un estilo propio. Encontré gran variedad…
tanto en apariencia, personalidad, nacionalidad… Éramos un equipo mixto. Malú
había optado por la diversidad en esta tercera edición.
-¡Buenos días chicos! -Y ahí
estaba la diosa. Caminaba segura de sí misma, pisando el suelo con fuerza. La
admiraba profundamente. -¿Estáis preparados? -Nos miró con desafío y una
sonrisa de atrevimiento.
-¡Sí! -contestamos al unísono.
Se acercó y nos dio dos besos a cada uno. Comenzó a presentarse y a decirnos
unas palabras de bienvenida, de futuros planes, de lo que esperaba de nosotros…
-¡¡Este año me acompañará
Pablo Alborán!! -menudo pedazo de asesor. ¡Olé! Que contenta me puse. Pablo era
un compositor más que bueno. Era el puto amo. Siempre me han dicho que era su
versión femenina. Así, romanticona, compositora, cariñosa…
-¡Hola chicos! -se presentó.
Llevaba un pañuelo de cuadros que cubría su cuello. Una chaqueta de cuero y
unos vaqueros despintados. Se mostró natural y simpático, me sorprendió su
cercanía. Sabía mantener los pies en la tierra a pesar de haber cosechado
tantos éxitos.
-Eres un maestro. -le abracé.
-Anda ya, no digas mentiras
que esto luego lo echan por la tele. -me sonrió. De cerca era todavía más
guapo.
Se sentó en un banquete al
lado de Malú y se lanzaron una mirada de complicidad. Qué grandes amigos eran.
-Yo no sé por qué Malú me pide
que la asesore, si yo soy tan principiante como vosotros. -Daba gusto oírle.
Qué humilde.
Se me hizo eterno el
"pasar lista" de la "profe". Iba emparejando y diciendo la
canción a un ritmo rápido, pero el mío no sonaba y más nerviosa me ponía.
-Raúl… cantarás con Patri.
-Uish, casi. Mi nuevo compi me lanzó una mirada amistosa. -La canción
"Cuando te beso.", de Niña Pastori. Comprendí perfectamente el género
de mi amigo. Flamenquito.
-Marina. -amaba cuando decía
mi nombre. Pellizcazo en el estómago que me dio. -cantarás con Alicia el tema
de India Martínez, "Los gatos no ladran". -En menudo aprieto me metía
mi ídola. Pedazo de canción. Me acerqué a mi compañera. Era muy pequeñita, le
sacaba una cabeza. Tenía la cara regordita, pero de cuerpo era realmente delgada.
Era rubia y el pelo le llegaba hasta el final de la espalda.
Me sorprendí de lo difícil que
era cantar. Siempre lo había hecho por pura diversión, pero jamás me planteé
que era un tono, un registro. Todo aquello que me explicaban era totalmente
nuevo para mí. Estaba ilusionada con la música, ahora que empezaba a conocerla.
-¿Preferís que subamos un
tono? -me preguntó Malú en el primer día, cuando cantamos la canción a piano y
por vez primera. Mi cara se puso blanca. ¿Qué era eso…? Pablo me lo aclaró con
palabras muy sencillas. Me tenía que poner las pilas, estudiar muchísima
música. Cada vez que utilizaban un término complicado, yo no lo entendía. Mi
compañera había estado en una escuela de canto durante toda su vida… y se
desesperaba cada vez que preguntaba algo. Resoplaba cada vez más fuerte, y Malú
le pedía paciencia. Sentí que no encajaba en el programa, que no tenía nada que
hacer ante tales artistas, todos tan profesionales y yo que solo me dejaba
llevar por la melodía.
-Yo aquí estoy bastante cómoda.
-dije al cantar por cuarta vez el tema.
-Yo hago un esfuerzo, apenas
llego. -se quejó Alicia. -¿No podemos bajarlo más?
-Si lo bajamos más a Marina le
va a costar… -opinó Pablo. -Intenta hacer un esfuerzo. Este tono queda genial.
-Ya, pero es que me voy a
dejar la garganta. -me miró con cara de asco. Yo agaché la cabeza.
Aquel día fue horrible.
Estuvimos una hora y media con las dos estrellas intentando buscar un buen tono
en el que estuviéramos bien las dos. Yo cedí, y dije que estaba bien finalmente…
aunque debía hacer un poco más de fuerza. Nos despedimos de los maestros con un
abrazo. Malú me susurró al oído:
-Sé que no estás a gusto en
esa nota, pero el hacer un sacrificio por tu compañera te hace grande.
Sonreí automáticamente y le di
un beso en la mejilla. Ella apretó su cuerpo contra el mío. Me dio fuerza, y
olvidé aquello de que no tenía nada que hacer. Ahora me sentí con ganas de
llegar al día de la gala y comerme el escenario entero. Me despedí de Alborán,
que también se había dado cuenta de mi gesto con Alicia. Creo que eso eran
puntos a favor.
Estuvimos una semana entera
ensayando. Teníamos asignado varios profesores, cada día tocaba una clase
distinta. Esa fue la semana más decisiva de lo que podía ser mi carrera. Nunca
había contado con gente que me enseñara a cantar, gente profesional. Al
principio me costó trabajo. Eran muchos términos, mucha información en poco
tiempo. Pero me lo curré. Me pasaba horas y horas estudiando todo lo que
aprendía. Al llegar al hotel, repasaba todo lo dado en el día. Apenas tenía
tiempo para cerrar los ojos y descansar. Luego ya fui habituándome al ritmo,
hasta que llegó el día de los ensayos finales y volvimos a reunirnos con Pablo
y la magnífica Malú.
-¿Qué tal ha ido la semana?
-nos preguntó el malagueño nada más vernos.
-Bastante dura. -dijo con su
cara de asco Alicia. En esos 5 días de ensayos y horas juntas, no había
conseguido entenderla del todo. No encajábamos. Me miraba desde arriba, aunque
fuese mucho más pequeña que yo, se creía superior a mí… o esa era la impresión
que me daba.
-Sí, ha sido muy complicada,
pero también ha sido la mejor semana de mi vida. -sonreí. María Lucía arqueó
las cejas y preguntó que por qué razón. -Simplemente porque estoy conociendo un
mundo que era desconocido para mí, pero con el que he soñado millones de veces.
Yo no he tenido la suerte de tener unos padres que me pagaran unas clases… todo
lo que sé lo he aprendido en la ducha con vuestra música. -expliqué mientras
los tres me miraban con las orejas abiertas. Mi ídola no paraba de sonreír al
escucharme, Pablo me miraba como un reflejo y Alicia... me miraba desde su
altar.
-Pues me alegro muchísimo, en
serio. Me encanta la gente que se lo curra. -comentó Alborán, dándome una
palmada en el hombro.
-Ea, pues vamos a ver lo que habéis
hecho. -intervino la coach. Ambos se sentaron en las sillas y la melodía
comenzó a sonar.
-¡Espléndido! -Aplaudió el
andaluz. -¡Excelente! -Los dos subieron las escaleras y nos reunimos en un
grupo dentro del ring.
-Está fabuloso. -comentó María
Lucía mientras anotaba algo en su carpeta. -Marina, has mejorado muchísimo
desde aquella actuación de las audiciones a ciegas.
-Hombre, teniendo en cuenta
que no tenía ni idea de música… -la cortó mi enemiga.
-No tenía ni idea, pero
consiguió que nos giráramos los cuatro y eso tiene mucho mérito. -Malú hizo que
me mordiera el labio. El corazón se me aceleró. Joder, me estaba defendiendo.
Le calló la boca a Alicia, que parecía mostrar envidia hacia mí esta vez.
Al terminar, nos hicieron una
pequeña entrevista para añadirla en la gala. Fuimos por turnos, pero yo escuché
perfectamente lo que dijo desde la sala en la que estaba.
-…creo que estoy fuera del
programa desde ya, Marina es sin duda la favorita de Malú.
Maldita sea. Nunca he sido de
odiar a gente, pero esta mujer se lo estaba ganando a pulso. Estaba sacando lo
peor de mí. Estaba rabiando por dentro. Alicia estaba echando a perder todo el
trabajo de la semana… me lo había currado, yo no era la favorita de nadie. Me
tocó a mí. Pensé en decir de todo, pero mi lado más paciente y pacífico me
calmó.
-Esta batalla va a ser dura.
Alicia es una gran cantante y lleva años estudiando. Yo acabo de empezar en
este mundo…
Volví al hotel, Vanesa estaba
tumbada en la cama esperándome para ir a cenar como cada día.
-¿Qué tal ha ido el ensayo
general? -me preguntó sin apartar la vista del portátil.
-La miré y aparté la mirada
sin contestar. Tiré la mochila al suelo con desgana.
-¿Algo va mal? -cerró el
ordenador y se levantó para darme un beso.
-Mi contrincante es una cerda.
-la abracé y le conté lo sucedido.
-En verdad deberías estar
alegre. ¿Crees que Malú se va a quedar con ella después de ver todo lo que está
causando? Que si lo del tono, que si tú no tenías ni idea de música… Está claro
que te va a preferir a ti.
Vanesa era lo más importante
de mi vida. Ella era la única capaz de hacerme ver el lado positivo de las
cosas. Siempre había estado a mi lado, para lo bueno y para lo malo. Era la
mujer de mi vida.
-Vamos a cenar rápido que
quiero acostarme. Mañana tengo que darlo todo en las batallas.
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