A su lado era más fácil sonreír. Encontré en ella las ganas
de vivir. Dejó twitter y me quitó el portátil. Lo puso encima de la mesilla que
había junto a los sofás. Se quedó mirándome fijamente. Comencé a ponerme
nerviosa. Su mirada siempre me resultó poderosa. Podía conmigo.
-Me aburro. -dijo al fin. -Y no tengo sueño. -me quedé
pensando y solté un "mmmm".
-¿Jugamos a algo? -pregunté.
-No sé jugar a nada, no tengo mucho tiempo para eso… al
chinchón me enseñó mi hermano y echamos una rondita de camino a los conciertos.
Pero se me olvida siempre. Cada vez que vamos a jugar me lo vuelve a explicar.
-rió.
-¿Jugamos al lupo-lupo?
-¿Cómo se juega? -Se sentó frente a mí, con las piernas en indio.
Yo la imité.
-Tú me miras y yo te escupo. -dije súper seria. Reía a
carcajadas fuertes. Con ganas. Me contagió y nos entró un ataque de risa que
duró minutos.
-Ay, ay. Que me duele la barriga de reírme. -dijo entre
carcajadas. Las lágrimas salieron de sus ojos. Se empezó a controlar y suspiró
varias veces. Se limpió los ojos. -Ay, que graciosa eres.
-No, va, en serio. A mí me apetece componer. Pero a estas
horas… ¿no nos echarán los vecinos?
-Ven aquí. -me pidió. Se acercó a mi oído y me susurró: Tengo
paredes insonorizadas. Ve a por la guitarra.-Un nudo se formó en mi estómago al
tener su boca en mi oreja. Me hizo cosquillitas y reí.
-Ahh, que me haces cosquillas. -me eché atrás. Siguió
riéndose como antes mientras traía el instrumento. Volví al sofá y me senté
junto a ella.
-Ala. -vio que estaba algo cascada por arriba. El clavijero
estaba comido por la esquina superior derecha. -Hija, la tienes machacaita´.
-Ya ves. Compongo temas tan fuertes que sufre y todo. -volví
a hacerla reír. En el fondo sentía un vacío, un vacío que dejo Vane… a pesar de
ello intentaba ser positiva y pasar un buen rato con mi salvadora.
Estuvimos hasta las tres de fiesta. Bueno, componiendo.
Salió una letra muy bonita. Pura amistad entremezclada con los sentimientos
hacia la música.
-Buenas noches. -se despidió de mí con un beso en la frente.
-si me necesitas ya sabes dónde estoy. No dudes en despertarme, ¿eh?
-Buenas noches. -se alejó hasta su cuarto. Antes de cruzar
su puerta la llamé. Se giró y me miró. -Muchas gracias. -le dije desde el
pasillo. Me mandó un besito y me adentré en la habitación. Me acosté en la
cama. Jamás había dormido en un colchón tan bueno. Qué cómodo… a pesar de esto
sabía que esa noche no iba a conciliar el sueño temprano. Una relación de 5
años… me dolía el pecho. Otra vez las lágrimas salieron de mis ojos. La echaba
mucho de menos. Quería volver al salón y distraerme con Malú. Era la única que
me mantenía sin llorar. Me abracé las piernas y di rienda suelta al llanto.
Intenté hacerlo en silencio, no quería molestarla más. Ya había hecho
suficiente por mí. Necesitaba hablar con alguien… desahogarme. Pensé en Lidia…
pero no quise encender el móvil. Todavía no estaba preparada para recibir
millones de disculpas de Vane. No, esta noche no.
No sé a qué hora me dormí. No lo recuerdo. El caso es que al
despertar vi su cara frente a mí.
-¡BUENOS DÍAS! -joder que susto. La tenía justo encima de
mí, desde primera hora ya estaba con la cara de felicidad. Qué admiración
sentía por ella. -¿CÓMO HAS DORMIDO?
-¿Por qué chillas? -me revolví entre las sábanas, tapando
con la gruesa colcha mi cara.
-¡VAMOS ARRIBA, HAY QUE AFRONTAR UN DÍA NUEVO DE TRABAJO!
-me destapó. -¡LEVANTA! ¡VENGA! -me gustaba hacerla gritar. Me hacía gracia. Me
di otra vuelta en la cama. -¡MARINA MARÍN!
-¿Sabes mi nombre? -dejé de hacerme la vaga y con un rápido
giro me senté en la cama.
-Ala, ahora que tengo tu atención, levanta ya de ahí.
-maldita sea. Tuve que hacerle caso. Me lavé un poco la cara y la ayudé a
preparar el desayuno.
Tras vestirnos y comer, partimos el viaje hacia los estudios
de “La Voz”. De camino, le comenté algunas cosas.
-Se me ha ocurrido algo para mi actuación. -le dije. Sin
dejar de mirar a la carretera, me pidió que le contara. -Podría tocar el piano
y a mitad levantarme y continuar en el pie de micro. -achinó los ojos y
asintió.
-Me gusta, me gusta. -llevaba una coleta y unas gafas a lo
aviador, que le sentaban genial. La hacía más joven aún.
Nos despedimos y cada una tomó su camino. Yo debía centrarme
hoy en cómo cantarla. Fijar un estilo y un tono. Fue bastante aburrido,
sinceramente. Al final del día tenía reunión con el escenógrafo y la
coreógrafa.
-¿Tienes algo pensado? -me preguntó Javi, encargado de
decorados.
-Había hablado con Malú de hacer el principio de la canción
tocando el piano y luego continuar en el pie de micro, justo en el centro del
escenario.
-Me gusta… además es una canción muy lenta, melancólica…
-apuntó algo en el cuadernillo.
-Bueno, entonces yo aquí pinto bien poco. -rió Elsa, la
coreógrafa.
-Mira, se me ocurre algo fantástico. -juntó las manos
Javier. -Podríamos poner en la pantalla un fondo con tonos oscuros, ya pensaré
qué, esto le daría todavía más sentimiento de vacío. Transmitiendo al público
soledad y angustia. -asentí. Me parecía perfecto. -Observa. -Con la mano me
indicó que me acercara. Me levanté y me arrodillé a su lado. Comenzó a hacer un
croquis del escenario.
-Aquí pondremos un elegante piano de cola y luego, te
levantas y vas cantando mientras cruzas la pasarela. Camina despacio hasta el
micro y luego lo pones ahí y terminas. -sonreí mientras asentía. Sería épico.
Me encantaba la idea. Estaba emocionada con la actuación. Tenía muchísimas
ganas de que llegara el miércoles próximo. Aún faltaba una semana…
Me encontré con Malú a eso de las 8. Ya había terminado
nuestra labor en el programa. Al mirarme sonrió. Se alegraba de verme. Y yo a
ella. Se acercó a mí y me preguntó que qué tal había ido el día. Con mucha
emoción le conté las cosas nuevas que había aprendido, y la puesta en escena
que habíamos diseñado.
-¡Me fascina! -uish, que término más pijo usó. Puso la radio
a todo volumen. Estaba como una cabra. En cada semáforo soltaba el volante y se
ponía a marcarse unos bailes. Yo la miraba incrédula y ella se reía de mi
careto. -No estoy loca, aunque lo parezca. Soy una persona normal.
-Ajá. -asentí. Otra vez le entró un ataque, que se le pasó
al ver la luz verde.
Llegamos al piso y tras darnos una ducha y cenar una
ensalada como el día anterior, nos sentamos en el sofá. Se repitió la escena.
Leyó tweets, esta vez respondía sin yo animarla. Una vez terminado el tiempo
"twittero", volvió a decirme que se aburría.
-¿Jugamos a un juego?
-Al lupo-lupo no. -dijo muy seria. Y luego arrancó a
carcajadas.
-Trae dos papeles y dos bolígrafos, anda. -le pedí.
-Toma. -me los trajo muy rápida. Era muy activa. A cualquier
hora del día, estaba comprobando.
-Este para ti, y este para mí. -cada una tenía una hoja y un
boli. Le expliqué el sencillo y popular juego. Formamos seis columnas y en cada
una de ellas pusimos las categorías: Nombre, apellido, animal, comida, lugar y
famoso.
-Ah, vale. Entiendo. -asintió dibujando las casillas.
-Vale. Empecemos. Voy a decir el alfabeto en mi mente,
cuando digas ya, paro y esa será la letra. -me pidió que empezara y así lo
hice.
-¡Ya! -exclamó ilusionada. Parecía una niña pequeña jugando
a algo nuevo.
-La M. -sonreí. Fácil.
-¡No mires! -me arreó una patada. Me encantaba su lado infantil.
-¡TIEMPO! -levanté el boli. Ella negó con la cabeza. Seguía
mirando el folio. Se lo quité. -¡Se acabó el tiempo!
-¡Que no! -intentó recuperarlo, estiré el brazo hacia atrás
con su papel. Escaló sobre mi cuerpo y lo alcanzó, cayéndose encima de mí. Ay
madre. Que la tenía sobre mí. Se quitó corriendo, pero ese instante no me lo
roba nadie. MALÚ ENCIMA DE MÍ. Olé. Morir de envidia maluleras.
-Venga, vamos a corregir, anda. -le dije. -¿Nombre?
-Mario.
-Miriam. 10 puntos para las dos. -lo celebró levantando la
mano y dejando escapar de su boca un ¡yuju!
-Apellido… Martínez. Como mi amiga India.
-Marín. Como yo. -reí. -otros diez. -imitó el anterior
gesto. ¿Iba a hacerlo todo el rato? En el animal y la comida coincidimos,
marmota y macarrones. El lugar escogido por ella fue Mallorca, yo sin embargo
puse Málaga.
-Famoso me falta… -dijo. Yo me eché a reír. Tanto que ya ni
me salía el sonido. Solo la expresión de la cara. -¿qué te hace tanta gracia?
¡Marina! -me sacudió. No podía parar.
-Famoso… ¡TÚ! ¡TONTA! -le grité entre carcajadas. Soltó una
pedorreta y empezó a decirse adjetivos despectivos.
Pasamos la noche jugando a ese entretenido juego hasta que
llegó el momento bajón. Tocó la V y… mi mundo se derribó. Mientras Malú
escribía cosas aceleradamente en el folio, pues había cogido ya el ritmo, yo
sostenía el bolígrafo en alto. No rellené ni una sola columna. Vi pasar mi vida
con ella en mi mente… La artista miró hacia arriba y vio la expresión de pena
en mi cara.
-Ostras… -volvió a mirar el
folio y se dio cuenta de por qué estaba así. La maldita V. No podía haber
salido otra consonante. Se quedó sin palabras. Sólo me miraba entristecida. Yo
agaché la cabeza… era imposible olvidarla. Me puse las manos en la frente y
resoplé varias veces. La cantante se levantó y me trajo un vaso de agua. -toma.
Me lo bebí de un buche y lo puse sobre la pequeña mesa que tenía al lado.
-5 años…-dije al fin. Me
incorporé, sentándome como una persona normal en el sofá, y no como indios, que
era nuestra postura anterior jugando al juego. Ella me imitó. Yo miraba al
horizonte. Me agarró la mano, entrelazando sus dedos con los míos. Como una
chispa, se extendió un calambre empezando por la muñeca hasta llegar a todas
las partes de mi cuerpo. Apoyó la cabeza en mi hombro, pues era más bajita que
yo. Apartó sus dedos de los míos para subirme la manga y hacerme cosquillitas
por el brazo. Me daba cariño, algo fundamental para animarme. Siempre lo había
necesitado, y nunca nadie me lo había proporcionado, excepto Vane. No recibí
cariño familiar, un factor importante en el crecimiento… Siempre habían sido
muy despegados… y desde que supieron que era lesbiana, lo único que recibía de
ellos eran palizas y más palizas. Ese pensamiento me hizo aferrarme más a ella,
juntando mi cabeza en su pelo con fuerza.
-Ven aquí, anda. -estuve un
rato entre sus brazos. Me acariciaba y me daba besitos en el pelo. Se me pasó
la llorera y le dije que ya podía quitarse. -¿Seguro que estás mejor? ¿Si nos
vamos a dormir me prometes que no llorarás?
-Te lo prometo. -le dije.
Volvió a darme un último abrazo antes de acostarse. -¿Cómo consigues estar
siempre tan contenta...?
-Marina. -aún me sobrecogía
cuando pronunciaba su nombre. -No dejes que nadie te hunda. No dejes que nadie
te supere... imponte y piensa en ti, entonces serás feliz.
Volvía a enfrentarme a una cama
fría y vacía. Odiaba dormir sin nadie a quien abrazar. Me gustaba dar calor,
amar. Cuidar de otra persona. Me sentía sola y no hay nada que detestase más
que la soledad. Decidí encender el móvil. Una oleada de WhatsAppshicieron que
mi xperia se bloqueara. Esperé unos segundos que reaccionara. Ciento nueve
mensajes de nueve conversaciones… Pasé de todas. En especial de los ochenta y
cuatro que tenía de la innombrable y me fui a la que me interesaba. Tenía diez
mensajes suyos. ¿Dónde estás? ¿Por qué no hablas? ¿Va todo bien…?
-Hola. -empecé la
conversación. -¿Sabes ya que ha pasado?
-Sí. -contestó fríamente.
-Estaba muy preocupada… ¿por qué no has hablado conmigo? -Lidia y yo
whatsappeabamos todas las noches. Aunque fuera solo para preguntar qué tal nos
había ido el día.
-Tenía miedo de encender el
móvil y caer en la tentación de contestar a Vanesa.
-Tonti… ¿y qué pasa
conmigo?... Que sepas que estoy junto a ti. Pase lo que pase me tendrás.
-aquella promesa significó mucho para mí. Significaba que estaba de mi lado. Ya
era la segunda persona con la que podía contar. -¿Sigues en Barcelona?
-Malú me ha acogido en su casa
y me está cuidando cual bebé.
-Jajajajajaja. Echaba de menos tus tonterías.-rió. Pensó que
era broma, no me extrañaba, pues siempre estaba igual.
-No te rías, esta vez va en serio.
-Que sí, que sí. -puso. Esto pasa por bromear tanto… que
cuando es verdad nadie te cree.
-¡Tonta que es verdad! ¡Créeme! -me levanté e hice una foto
al cuarto. -Estoy durmiendo en la habitación de invitados de su piso de aquí.
-¿Venga ya? -comenzó a asumirlo. -¡No me digas que Malú está
durmiendo en la habitación de al lado y tú estás ahí tan tranquila! ¿CÓMO ES
QUE NO TE HAS COLADO YA EN SU CAMA? -me hizo reír.
-Ay, Lidia. Como han cambiado las tornas…. -le mandé un guiño
y le conté todo lo que había hecho Malú por mí.
-Esa mujer enamora… -escribió. -además de una gran ídola es
una persona que lo flipas… -yo asentí conforme iba leyendo.
-Chica, te dejo que mañana tengo que darlo todo en "La
Voz". -me despedí deseándole buenas noches.
Es una novela adictiva!!! me encanta he empezado a leerlo y no puedo parar
ResponderEliminarun gran trabajo madre mia..... Malú