lunes, 9 de diciembre de 2013

Capítulo 10. QUE NADIE

A su lado era más fácil sonreír. Encontré en ella las ganas de vivir. Dejó twitter y me quitó el portátil. Lo puso encima de la mesilla que había junto a los sofás. Se quedó mirándome fijamente. Comencé a ponerme nerviosa. Su mirada siempre me resultó poderosa. Podía conmigo.
-Me aburro. -dijo al fin. -Y no tengo sueño. -me quedé pensando y solté un "mmmm".
-¿Jugamos a algo? -pregunté.
-No sé jugar a nada, no tengo mucho tiempo para eso… al chinchón me enseñó mi hermano y echamos una rondita de camino a los conciertos. Pero se me olvida siempre. Cada vez que vamos a jugar me lo vuelve a explicar. -rió.
-¿Jugamos al lupo-lupo?
-¿Cómo se juega? -Se sentó frente a mí, con las piernas en indio. Yo la imité.
-Tú me miras y yo te escupo. -dije súper seria. Reía a carcajadas fuertes. Con ganas. Me contagió y nos entró un ataque de risa que duró minutos.
-Ay, ay. Que me duele la barriga de reírme. -dijo entre carcajadas. Las lágrimas salieron de sus ojos. Se empezó a controlar y suspiró varias veces. Se limpió los ojos. -Ay, que graciosa eres.
-No, va, en serio. A mí me apetece componer. Pero a estas horas… ¿no nos echarán los vecinos?
-Ven aquí. -me pidió. Se acercó a mi oído y me susurró: Tengo paredes insonorizadas. Ve a por la guitarra.-Un nudo se formó en mi estómago al tener su boca en mi oreja. Me hizo cosquillitas y reí.
-Ahh, que me haces cosquillas. -me eché atrás. Siguió riéndose como antes mientras traía el instrumento. Volví al sofá y me senté junto a ella.
-Ala. -vio que estaba algo cascada por arriba. El clavijero estaba comido por la esquina superior derecha. -Hija, la tienes machacaita´.
-Ya ves. Compongo temas tan fuertes que sufre y todo. -volví a hacerla reír. En el fondo sentía un vacío, un vacío que dejo Vane… a pesar de ello intentaba ser positiva y pasar un buen rato con mi salvadora.
Estuvimos hasta las tres de fiesta. Bueno, componiendo. Salió una letra muy bonita. Pura amistad entremezclada con los sentimientos hacia la música.
-Buenas noches. -se despidió de mí con un beso en la frente. -si me necesitas ya sabes dónde estoy. No dudes en despertarme, ¿eh?
-Buenas noches. -se alejó hasta su cuarto. Antes de cruzar su puerta la llamé. Se giró y me miró. -Muchas gracias. -le dije desde el pasillo. Me mandó un besito y me adentré en la habitación. Me acosté en la cama. Jamás había dormido en un colchón tan bueno. Qué cómodo… a pesar de esto sabía que esa noche no iba a conciliar el sueño temprano. Una relación de 5 años… me dolía el pecho. Otra vez las lágrimas salieron de mis ojos. La echaba mucho de menos. Quería volver al salón y distraerme con Malú. Era la única que me mantenía sin llorar. Me abracé las piernas y di rienda suelta al llanto. Intenté hacerlo en silencio, no quería molestarla más. Ya había hecho suficiente por mí. Necesitaba hablar con alguien… desahogarme. Pensé en Lidia… pero no quise encender el móvil. Todavía no estaba preparada para recibir millones de disculpas de Vane. No, esta noche no.
No sé a qué hora me dormí. No lo recuerdo. El caso es que al despertar vi su cara frente a mí.
-¡BUENOS DÍAS! -joder que susto. La tenía justo encima de mí, desde primera hora ya estaba con la cara de felicidad. Qué admiración sentía por ella. -¿CÓMO HAS DORMIDO?
-¿Por qué chillas? -me revolví entre las sábanas, tapando con la gruesa colcha mi cara.
-¡VAMOS ARRIBA, HAY QUE AFRONTAR UN DÍA NUEVO DE TRABAJO! -me destapó. -¡LEVANTA! ¡VENGA! -me gustaba hacerla gritar. Me hacía gracia. Me di otra vuelta en la cama. -¡MARINA MARÍN!
-¿Sabes mi nombre? -dejé de hacerme la vaga y con un rápido giro me senté en la cama.
-Ala, ahora que tengo tu atención, levanta ya de ahí. -maldita sea. Tuve que hacerle caso. Me lavé un poco la cara y la ayudé a preparar el desayuno.
Tras vestirnos y comer, partimos el viaje hacia los estudios de “La Voz”. De camino, le comenté algunas cosas.
-Se me ha ocurrido algo para mi actuación. -le dije. Sin dejar de mirar a la carretera, me pidió que le contara. -Podría tocar el piano y a mitad levantarme y continuar en el pie de micro. -achinó los ojos y asintió.

-Me gusta, me gusta. -llevaba una coleta y unas gafas a lo aviador, que le sentaban genial. La hacía más joven aún.

Nos despedimos y cada una tomó su camino. Yo debía centrarme hoy en cómo cantarla. Fijar un estilo y un tono. Fue bastante aburrido, sinceramente. Al final del día tenía reunión con el escenógrafo y la coreógrafa.
-¿Tienes algo pensado? -me preguntó Javi, encargado de decorados.
-Había hablado con Malú de hacer el principio de la canción tocando el piano y luego continuar en el pie de micro, justo en el centro del escenario.
-Me gusta… además es una canción muy lenta, melancólica… -apuntó algo en el cuadernillo.
-Bueno, entonces yo aquí pinto bien poco. -rió Elsa, la coreógrafa.
-Mira, se me ocurre algo fantástico. -juntó las manos Javier. -Podríamos poner en la pantalla un fondo con tonos oscuros, ya pensaré qué, esto le daría todavía más sentimiento de vacío. Transmitiendo al público soledad y angustia. -asentí. Me parecía perfecto. -Observa. -Con la mano me indicó que me acercara. Me levanté y me arrodillé a su lado. Comenzó a hacer un croquis del escenario.
-Aquí pondremos un elegante piano de cola y luego, te levantas y vas cantando mientras cruzas la pasarela. Camina despacio hasta el micro y luego lo pones ahí y terminas. -sonreí mientras asentía. Sería épico. Me encantaba la idea. Estaba emocionada con la actuación. Tenía muchísimas ganas de que llegara el miércoles próximo. Aún faltaba una semana…
Me encontré con Malú a eso de las 8. Ya había terminado nuestra labor en el programa. Al mirarme sonrió. Se alegraba de verme. Y yo a ella. Se acercó a mí y me preguntó que qué tal había ido el día. Con mucha emoción le conté las cosas nuevas que había aprendido, y la puesta en escena que habíamos diseñado.
-¡Me fascina! -uish, que término más pijo usó. Puso la radio a todo volumen. Estaba como una cabra. En cada semáforo soltaba el volante y se ponía a marcarse unos bailes. Yo la miraba incrédula y ella se reía de mi careto. -No estoy loca, aunque lo parezca. Soy una persona normal.
-Ajá. -asentí. Otra vez le entró un ataque, que se le pasó al ver la luz verde.
Llegamos al piso y tras darnos una ducha y cenar una ensalada como el día anterior, nos sentamos en el sofá. Se repitió la escena. Leyó tweets, esta vez respondía sin yo animarla. Una vez terminado el tiempo "twittero", volvió a decirme que se aburría.
-¿Jugamos a un juego?
-Al lupo-lupo no. -dijo muy seria. Y luego arrancó a carcajadas.
-Trae dos papeles y dos bolígrafos, anda. -le pedí.
-Toma. -me los trajo muy rápida. Era muy activa. A cualquier hora del día, estaba comprobando.
-Este para ti, y este para mí. -cada una tenía una hoja y un boli. Le expliqué el sencillo y popular juego. Formamos seis columnas y en cada una de ellas pusimos las categorías: Nombre, apellido, animal, comida, lugar y famoso.
-Ah, vale. Entiendo. -asintió dibujando las casillas.
-Vale. Empecemos. Voy a decir el alfabeto en mi mente, cuando digas ya, paro y esa será la letra. -me pidió que empezara y así lo hice.
-¡Ya! -exclamó ilusionada. Parecía una niña pequeña jugando a algo nuevo.
-La M. -sonreí. Fácil.
-¡No mires! -me arreó una patada. Me encantaba  su lado infantil.
-¡TIEMPO! -levanté el boli. Ella negó con la cabeza. Seguía mirando el folio. Se lo quité. -¡Se acabó el tiempo!
-¡Que no! -intentó recuperarlo, estiré el brazo hacia atrás con su papel. Escaló sobre mi cuerpo y lo alcanzó, cayéndose encima de mí. Ay madre. Que la tenía sobre mí. Se quitó corriendo, pero ese instante no me lo roba nadie. MALÚ ENCIMA DE MÍ. Olé. Morir de envidia maluleras.
-Venga, vamos a corregir, anda. -le dije. -¿Nombre?
-Mario.
-Miriam. 10 puntos para las dos. -lo celebró levantando la mano y dejando escapar de su boca un ¡yuju!
-Apellido… Martínez. Como mi amiga India.
-Marín. Como yo. -reí. -otros diez. -imitó el anterior gesto. ¿Iba a hacerlo todo el rato? En el animal y la comida coincidimos, marmota y macarrones. El lugar escogido por ella fue Mallorca, yo sin embargo puse Málaga.
-Famoso me falta… -dijo. Yo me eché a reír. Tanto que ya ni me salía el sonido. Solo la expresión de la cara. -¿qué te hace tanta gracia? ¡Marina! -me sacudió. No podía parar.
-Famoso… ¡TÚ! ¡TONTA! -le grité entre carcajadas. Soltó una pedorreta y empezó a decirse adjetivos despectivos.
Pasamos la noche jugando a ese entretenido juego hasta que llegó el momento bajón. Tocó la V y… mi mundo se derribó. Mientras Malú escribía cosas aceleradamente en el folio, pues había cogido ya el ritmo, yo sostenía el bolígrafo en alto. No rellené ni una sola columna. Vi pasar mi vida con ella en mi mente… La artista miró hacia arriba y vio la expresión de pena en mi cara.
-Ostras… -volvió a mirar el folio y se dio cuenta de por qué estaba así. La maldita V. No podía haber salido otra consonante. Se quedó sin palabras. Sólo me miraba entristecida. Yo agaché la cabeza… era imposible olvidarla. Me puse las manos en la frente y resoplé varias veces. La cantante se levantó y me trajo un vaso de agua. -toma. Me lo bebí de un buche y lo puse sobre la pequeña mesa que tenía al lado.
-5 años…-dije al fin. Me incorporé, sentándome como una persona normal en el sofá, y no como indios, que era nuestra postura anterior jugando al juego. Ella me imitó. Yo miraba al horizonte. Me agarró la mano, entrelazando sus dedos con los míos. Como una chispa, se extendió un calambre empezando por la muñeca hasta llegar a todas las partes de mi cuerpo. Apoyó la cabeza en mi hombro, pues era más bajita que yo. Apartó sus dedos de los míos para subirme la manga y hacerme cosquillitas por el brazo. Me daba cariño, algo fundamental para animarme. Siempre lo había necesitado, y nunca nadie me lo había proporcionado, excepto Vane. No recibí cariño familiar, un factor importante en el crecimiento… Siempre habían sido muy despegados… y desde que supieron que era lesbiana, lo único que recibía de ellos eran palizas y más palizas. Ese pensamiento me hizo aferrarme más a ella, juntando mi cabeza en su pelo con fuerza.
-Ven aquí, anda. -estuve un rato entre sus brazos. Me acariciaba y me daba besitos en el pelo. Se me pasó la llorera y le dije que ya podía quitarse. -¿Seguro que estás mejor? ¿Si nos vamos a dormir me prometes que no llorarás?
-Te lo prometo. -le dije. Volvió a darme un último abrazo antes de acostarse. -¿Cómo consigues estar siempre tan contenta...?
-Marina. -aún me sobrecogía cuando pronunciaba su nombre. -No dejes que nadie te hunda. No dejes que nadie te supere... imponte y piensa en ti, entonces serás feliz.
Volvía a enfrentarme a una cama fría y vacía. Odiaba dormir sin nadie a quien abrazar. Me gustaba dar calor, amar. Cuidar de otra persona. Me sentía sola y no hay nada que detestase más que la soledad. Decidí encender el móvil. Una oleada de WhatsAppshicieron que mi xperia se bloqueara. Esperé unos segundos que reaccionara. Ciento nueve mensajes de nueve conversaciones… Pasé de todas. En especial de los ochenta y cuatro que tenía de la innombrable y me fui a la que me interesaba. Tenía diez mensajes suyos. ¿Dónde estás? ¿Por qué no hablas? ¿Va todo bien…?
-Hola. -empecé la conversación. -¿Sabes ya que ha pasado?
-Sí. -contestó fríamente. -Estaba muy preocupada… ¿por qué no has hablado conmigo? -Lidia y yo whatsappeabamos todas las noches. Aunque fuera solo para preguntar qué tal nos había ido el día.
-Tenía miedo de encender el móvil y caer en la tentación de contestar a Vanesa.
-Tonti… ¿y qué pasa conmigo?... Que sepas que estoy junto a ti. Pase lo que pase me tendrás. -aquella promesa significó mucho para mí. Significaba que estaba de mi lado. Ya era la segunda persona con la que podía contar. -¿Sigues en Barcelona?
-Malú me ha acogido en su casa y me está cuidando cual bebé.
-Jajajajajaja. Echaba de menos tus tonterías.-rió. Pensó que era broma, no me extrañaba, pues siempre estaba igual.
-No te rías, esta vez va en serio.
-Que sí, que sí. -puso. Esto pasa por bromear tanto… que cuando es verdad nadie te cree.
-¡Tonta que es verdad! ¡Créeme! -me levanté e hice una foto al cuarto. -Estoy durmiendo en la habitación de invitados de su piso de aquí.
-¿Venga ya? -comenzó a asumirlo. -¡No me digas que Malú está durmiendo en la habitación de al lado y tú estás ahí tan tranquila! ¿CÓMO ES QUE NO TE HAS COLADO YA EN SU CAMA? -me hizo reír.
-Ay, Lidia. Como han cambiado las tornas…. -le mandé un guiño y le conté todo lo que había hecho Malú por mí.
-Esa mujer enamora… -escribió. -además de una gran ídola es una persona que lo flipas… -yo asentí conforme iba leyendo.

-Chica, te dejo que mañana tengo que darlo todo en "La Voz". -me despedí deseándole buenas noches. 

1 comentario:

  1. Es una novela adictiva!!! me encanta he empezado a leerlo y no puedo parar
    un gran trabajo madre mia..... Malú

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