sábado, 14 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 13. AMIGO

Comenzaron los ensayos para la gala. Decidí junto a mi ídola que cantaría "Hurt", un tema de Christina Aguilera que nos encantaba.
A la vez que los días se agotaban, y la canción maduraba, mis sentimientos hacia Malú aumentaban. No podía dejar de mirarla, el brillo de sus ojos me cautivaba.
-¿Ya has pensado algo para la actuación? -me preguntó tras el primer día, en el que estuve con la vocal coach puntuando detalles.
-Que va... estoy en blanco. -admití.
-Ya pensaremos, no te preocupes. -sonrió mientras terminaba de aliñar la ensalada. -Se te va a quedar cara de vaca de tanta lechuga, ¿lo sabes?
-Jajajaja. ¿Y lo bien que me alimentas? Que me das comidita sana.
-Hombre claro, que tienes que conservar ese cuerpazo para la gala. Ya mismo tienes una nueva novia.
-Ojalá fueses tú... -dije muy bajito, casi en un suspiro.
-¿Qué cuchicheas? -oyó mi murmullo.
-Nada, nada, que ojalá tengas razón. -le mentí.
-No será difícil encontrarte una. Eres guapa, cantas como los ángeles, compones canciones adorables y tienes un sentido del humor y una gracia que enamoras, hija. -me quedé muda. Qué bien hablaba de mí. Simplemente sonreí ante sus hermosas palabras. Pero yo no quería una novia, yo la quería a ella.
Y entre ensayo y ensayo las horas se me pasaban voladas. Las clases cada vez se hacían más amenas y mi música comenzaba a tener una formación. Aprendí cosas que antes no conocía y las dominé. Siempre había sido inteligente. Aprendía con facilidad, pillaba las cosas al vuelo.
Al fin, Vane pasaba a ser parte de mi pasado. Ya no me dolía oír su nombre. Ni si quiera pensaba en ella. Estaba centrada en la semifinal y en mi mundo. Que era lo que realmente importaba ahora. Quería una buena carrera, y la salida empezaba justo ahora. No me lamentaría más. Ella lo había echado todo a perder y me había destrozado, pero esa época ya terminó. Se acabó el llorar. Tocaba la hora de preocuparme por mí un poco. De ser egoísta. Llegó la hora de pensar en mi futuro y en mí misma.
A un día del ensayo general, mientras comíamos, Malú dijo que debía despejarme. Olvidarme un poco de la canción y liberar tensiones. Al fin y al cabo era nuestro día de descanso.
-Ya sé. -se le iluminó la cara. -Abrígate. Coge bufanda, guantes y unos buenos calcetines. -me ordenó. ¿Qué tendría planeado?
Salimos a eso de las seis y media de la tarde en su Audi Q7. "Vamos a pasarlo genial", no paraba de repetir. Empecé a desesperarme. Me preguntaba que tenía pensado.

Llegamos a un centro comercial enorme, cuyo nombre no llegué a averiguar. Jamás había estado en uno con esas dimensiones. Los pasillos estaban abarrotados, era el puente de la inmaculada y la gente ya empezaba a hacer las compras de navidad. "NAVIDAD". Estaba tan concentrada en el programa y en mi nueva y extraña vida junto a Malú, que había olvidado estas fechas. Lo pensé fríamente. Realmente estaba sola en esta ocasión. No iba a pasarlas con Vane ni con su familia... y no era plan de colarme en las cenas familiares de mis amigos. Supongo que sería mi primera navidad en solitario. Me entristecí. La tristeza se fue de repente al ver la gigantesca pista de hielo y Malú corriendo hacia ella.

-¿Sabes patinar? -le pregunté en la cola de la taquilla.
-Patino todos los años, pero de uno a otro se me olvida y siempre me estampo. -reí ante su explicación. -¿Y tú?
-Yo sí. La verdad es que en cada invierno vengo tres o cuatro veces y también patino con los de ruedas el resto de meses.
-Pues genial, así me enseñas. -me adelanté mientras miraba ilusionada el hielo y pagué los dos tickets. -¿Qué haces? -me preguntó cuando me vio con los pases en la manos. -No tenías por qué pagarlos tú. Te iba a invitar...
-Deja que pague yo algo, después de que vivo de gorra en tu casa. -la hice reír.
-¿Y la vida que me das con tu compañía? -esa pregunta me hizo estremecer. Revolverme.
Me volví a poner los guantes y me bajé el gorro hasta cubrir las orejas. Las tenía congeladas. La dejé pasar primero. Me negó con la cabeza.
-Pasa tú. -me empujó. Resbalé y perdí el equilibrio, suerte que me agarré a una valla próxima a mí. Se descojonó en mi cara.
-Vamos lista, venga. -la animé. No entraba. Se agarró a la barandilla y pisó el hielo con miedo. Despacio. Fue agarrada a los laterales y dando amplias zancadas. -Debes deslizarte, si no no mola. -le recomendé patinando a su lado.
-Es que me da miedo. -confesó. -los primeros minutos tengo que estar sujeta... -la corté agarrándole las dos manos y separándola así de las barandas. -Ai, ai, ai. -estaba nerviosa, casi temblando, daba patinazos.
-Vamos, no tengas miedo, yo te aguanto. -le aseguré. Me sonrió y se dejó llevar. Patiné hacia detrás, llevándola conmigo. -Confía en mí. -le pedí.
-¡Ostia, como mola! -exclamó. Esa naturalidad con la que me trataba me gustaba cada vez más. El corazón me daba pulsaciones cada vez más fuertes. Le solté una mano. -¡NO!
-Jaja. Ahora con una. -entrelacé los dedos con los suyos y patinamos de frente.
-¡Que me mato! -chilló.
-Si tú te caes, yo me caigo contigo. -le prometí entre carcajadas. No tardó en pasar. Se dobló el tobillo derecho y perdiendo el equilibrio, cayó de bruces contra el hielo. No la solté y caí con ella. El suelo estaba helado. A pesar de ello, reímos. -Vaya "malulazo" has metido. -aquel adjetivo la hizo reír aún más.
-¿Y ahora cómo me levanto...? -preguntó.
Aquel día comprobé que estaba muy enamorada. Más de lo que pensaba. Y ese sentimiento se agrandaba dentro de mí... Y cuanto más grande se hacía, más pequeña me sentía. Necesitaba gritarlo. Desahogarme. Decidí entonces hablarlo con una de las pocas personas que me quedaban.
-Lidia... necesito contarte una cosa. -comencé la conversación.
-Dime cielo. -siempre tan cariñosa conmigo. Era la mejor amiga que podía tener. Siempre a mi lado.
-Creo que me estoy enamorando...
-¿De quién? -y también un poco idiota.
-¿De quién va a ser...? De Malú... -al escribirlo me dio un calambre en el estómago. Su nombre me hacía temblar.
-¡Ala! -rellenó la pantalla de emoticonos de sorpresa... -¿Se lo vas a decir?
-¡NO! ¡NI DE COÑA! -escribí aceleradamente.
-¿Te imaginas? ¿Tú con Malú? -aquella pregunta me llevó a pensarlo. Jo... que bonito sería. Ojalá fuese tan fácil como decírselo y que pasase.
-Mejor esperaré un poco, tía. No quiero ser grosera... me ha acogido en su casa y ya sabes todo lo que ha hecho... no es plan de ir así, de golpe.

-¡MARINA MARÍN! -gritó Jesús Vázquez. En este día de la semifinal, era yo quien empezaba primero. Mi competidor era también mi mejor amigo. Raúl... Recordé el momento en el que lo conocí, sentado al lado mía por casualidad en el bus, y ahora me batía contra él.
Esta vez la escenografía fue muchísimo más impresionante. En las pantallas, tanto del suelo, como la enorme que había detrás, proyectaban fuego. Llamaradas gigantes. Yo estaba en una plataforma en el fondo, y subido a ella, con el micro en la mano, comenzaba la canción. Era un tema que requería fuerza, y yo la tenía. Y cuanto más miraba a Malú, más me salía.
Bajé de la plataforma y continué cantando caminando por la pasarela. A la vez que iba pasando, unas llamaradas de fuego salían disparadas hacia arriba. Noté el calor que desprendían.

Me situé en el centro y terminé el estribillo en el mismo lugar en que terminé aquel "Quién".

-¿Qué ha pasado...? -preguntó Bisbal. -te has descontrolado un poco. -tuve miedo. No me había dado cuenta. ¿Y si la había cagado?
-Los nervios, supongo.
-Será eso, ayer en el ensayo lo hiciste brillante y hoy no sé que te ha ocurrido. -opinó Malú. ¿La había decepcionado? Ahora lo tendría difícil... Raúl fue muy apoyado por el público en la otra gala. Si lo bordaba de nuevo, estaría fuera de "La Voz".
Me senté en el backstage a observar la actuación de mi rival y compañero. Im-pre-sio-nan-te. La pierna me temblaba y los pelos se me erizaron. Interpretó "Que me queda", de uno de los coaches, Orozco. Todos estaban atentos a él, emocionados.
El autor de la canción le aplaudió y le hizo unos comentarios preciosos. Comencé a asumir que mi trayectoria en el programa había terminado...
Siendo muy justa, Malú le dió el 60% a él, tras decir que aunque mi música le llegaba al alma, debía puntuar la actuación de ese día y ser lo más imparcial posible quedándose con lo vivido esa gala.
Cerré los ojos y Raúl y yo nos abrazamos por la cintura. Malú me miraba intrigada. ¿Qué pasaría?
Nuestras barras aumentaban sin precedentes, otra vez el escalofrío en mi cuerpo. Estaba totalmente fuera de mí. Por tan solo un 2% le había ganado... me cogió en brazos y dijo que estaba muy contento de que llegara a la final. De que fuera yo la representante del equipo de la jefa. La cantante corrió hacia nosotros y nos envolvió a los dos. Le deseó a mi gran amigo, sin soltarle, una genial carrera y le dijo que pronto lo llamaría para invitarlo a alguno de sus conciertos.
Otra vez la misma escena. Malú conduciendo y yo al lado.
-Perdona. -me disculpé. -La he cagado... pero no sé que me ha pasado.
-Un fallo lo tiene cualquiera, además, no me tienes que pedir perdón. -me dio una palmada en la pierna. -Se te ha ido un poco, pero ya está. Lo importante es que queda una semana para la final y me vas a hacer ganar. Lo sé, es algo que siento. -sonreía.

-Eso espero...

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