Las piernas me fallaban. Algo iba
mal. Me senté en el brazo del sofá para intentar recuperar la calma. No, no iba
a hacerlo a menos que supiera de una vez por todas qué estaba pasando.
-Cariño, por favor… no sé qué
dices, ni qué dicen. -dije casi lloriqueando. -¿qué cojones pasa? -me cabreé
con el mundo.
-Pensé que te enfrentarías a la
verdad… pensé que eras diferente. Que no te harías la tonta. -la sangre me
hervía por las venas.
-Princesa…
-No me llames eso cuando estoy
enfadada. -alzó la voz. -lo peor es que yo sigo enamorada de ti, como una
completa gilipollas. Me acabas de hacer mucho daño. -me estaba empezando a
sentir mal.
-¿QUÉ HE HECHO? ¿ME LO PUEDES
EXPLICAR?-se quedó en silencio.
-Me iré una temporada con mis
padres. Necesito pensar si puedo perdonarte… pi, pi, pi. -me había colgado
después de decir fríamente aquellas palabras. ¿Perdonar el qué? Iba a volverme
loca. Al fin, López encendió la tele.
-"Hoy viene a nuestro
programa una invitada muy, muy, pero que muy desconocida. Que se ha hecho muy,
muy, pero que muy famosa en una sola tarde. Con todos ustedes,
¡Ramira!"-no entendí por qué hablaban de forma tan estúpida. El corazón me
iba a mil. No podía asimilar que Malú me había dicho aquello… Se supone que
íbamos a casarnos y ser felices para siempre. O ese cuento había escrito yo con
ella. Miré de nuevo a la tele. Mis cables se conectaron rápidamente. Todo
encajaba. Todo de pronto cobró sentido. Marqué de manera veloz el número de mi
chica. Pero no respondió…
-¡HIJA DE PUTA! -grité en un
llanto a la maldita interesada de la tele. Esa tal Ramira era la extraña que se
sentó a mi lado antes de la firma. Que me sacó las cosquillas y me besó de
forma extraña en la mejilla. ¡Era una trampa! ¡Una trampa para saltar a la
fama! Escondí mi rostro, inundado en lágrimas.
-¿Qué ha pasado…? -ellos estaban
perdidos, tanto como yo hacía unos minutos. Pero la caja tonta les aclaró lo
que pasaba. Yo les conté quién era la joven.
-"¿Cómo conociste a
Marina?"
-"Lo nuestro fue un flechazo
directo. La conocí en un parque cuando paseaba a los perros de Malú."
-¿Qué? ¿Qué mierda se estaba inventado? Lo peor es que mi chica lo estaba
viendo. Sentí una rabia y una impotencia tan grande… -"hemos quedado en
varias ocasiones, a escondidas por supuesto. Pero yo no me callo más."
-Quitad eso, por favor. -les pedí.
No lo soportaba ni un segundo más.
-Hay que conocer al enemigo para
poder enfrentarse a él. -sabio consejo de Li.
-Oídla vosotros. Yo no puedo con
esto… -murmuré.
-Marina, Malú te creerá. Todos
sabemos que hay gente que se dedica a hacer montajes para ganar pasta. -dijo
equívocamente Pablo.
-No… duda si podrá perdonarme. Se
lo ha tragado. -les expliqué detalladamente el momento en el que se realizó la
foto.
-¿Le has contado eso a Malú? ¿Y a Mari?
¿Por qué no le pides a ella que le explique qué ocurrió? Estaba allí delante,
¿no? -las propuestas que realizaban eran geniales. Pero María Lucía seguía sin
contestar al teléfono. -eh, para de llorar. Al final ganarán los buenos, como
en todas las batallas. -afirmó López.
En seguida, mi cuñado llamó.
¡HASTA FUERA DEL PLANETA IBAN A PENSAR QUE LE HABÍA PUESTO LOS CUERNOS!
-José, tienes que creerme, todo es
un puto montaje.
-Te creo. -respiré aliviada. -pero
será mejor que le dejes claro a mi hermana lo que pasó. Un montaje es un
montaje, pero Marina, parece que disfrutas en la foto.
-Me hizo cosquillas… no entendía
una mierda, José. Por favor, ayúdame. -le pedí desesperada.
-Voy de camino a casa de mis
padres, Malú llegará en un rato. Lo intentaré todo… de verdad. Sé cuando una
persona quiere a otra. Y sé que lo tuyo con mi tonta es tan verdad como que el
sol se esconde al atardecer.
-Gracias. -sentí un poco de
relajación. Al menos alguien me apoyaba.
-Mis padres están muy cabreados…
-mierda. Más mierda. -tu madre también. No entiende cómo has podido hacer eso
con la boda aquí. Yo era incapaz de tragarme nada… por eso te llamo.
-Joder. -las desventajas de ser
famoso, llamaríamos a este capítulo de mi vida. ¿Cómo cojones podía sentirme
tan basura sin haber hecho nada? -¿crees que será buena idea que me presente en
vuestra ca…?
-Ni se te ocurra. Con el enfado
que llevan… solo podrías destrozarlos más. Escúchame. Hay un teléfono de
aludidos en la pantalla ahora mismo. ¿Lo ves?
-Sí. ¿Quieres que llame y
desmienta todo? -le pregunté. Ahora mismo era la única escapatoria que veía.
-Eso es lo peor que puedes hacer.
No entres al trapo. Ni se te pase por la cabeza.
-¡¿ENTONCES?! -empezaba a
desesperarme.
-A ver, cuñadita. Sé que estás
agobiada y el cerebro no te da para pensar… Llama a quien quiera que sea tu
mánager y pídele que intervenga. Los periodistas odian a los montajistas, si la
pillan, se la cargaran. Problema resuelto.
-Eres un genio.
-Lo sé. -tenía una confusión. No
sabía si darle un abrazo o pegarle una ostia por ese lado creído. Me tragué un
insulto porque le debía mucho en este momento. -suerte, cuñadita.
En seguida busqué a Mari en la
lista infinita de contactos. No lo cogía. Mierda. Necesitaba que lo cogiese
cuanto antes. A la tercera fue la vencida, como tantas veces oí.
-¿HAS VISTO LA TELE? -me preguntó
en cuanto descolgó.
-Te necesito. -rogué. Le expliqué
el plan del bendito José de Lucía. A ella le pareció tan buena idea como a mí.
Me colgó rápidamente para hacer la llamada. -dadle volumen. -les pedí.
-contraataco. -me hicieron caso.
-"Espera, espera".
Tenemos al teléfono a la representante de Marina". -dijo el presentador,
levantándose de la silla. Se ponía la cosa seria. La chica que me jodió la existencia
por un momento se revolvió en el sillón. Parecía nerviosa. Normal.
-"¿Hola?"
-"Buenas noches. Soy Mari,
mánager de Marina".
-"Muy buenas noches".
-el público se puso en pie. La tensión de la tal "Ramira" aumentaba a
cada segundo. Los espectadores que acudieron al plató estaban muy expectantes.
Como si estuvieran en un circo. Eso me llenaba de odio. Mi vida no era ningún
espectáculo. El presentador pidió calma. Necesitaba oír con nitidez a Mari. Tomé
aire. Li y Pablo se sentaron en el sofá, tan pendientes como yo de cada cosa
que decían.
-"¡Todo es
mentira!"-López sonrió. La naturalidad calló al programa. -"Que sepas…
¿cómo te llamabas, niñata?"-la cara de todos era un poema. Nadie se
esperaba ese desparpajo.
-"Ramira…" -murmuró.
Estaba temblando.
-"¡Ramira, te vamos a
denunciar!" -la gente aplaudió. Uno de los periodistas más famosos del
programa pidió silencio. Quería preguntar algo.
-"A ver, a ver. Mari,
explícanos qué pasa con esta "tipa" y Marina. ¡Porque ya no sé a
quién creer!"
-"Vamos a ver". -cuando
decía eso solo significaba una cosa. Estaba enfadada.-"voy a decirlo solo
una vez. ¡Esta chica es una montajista! ¡Mentirosa!" -a cada palabra, los
de sonido daban un golpe. Cómo les encantaba un chismorreo. -"¡Falsa! Yo
estaba cuando esa foto se tomó. Estaba delante de mis ojos".
-"Eso es estupendo. Cuéntanos
qué viste". -pidió una de las trabajadoras.
-"¡No la creáis!"
-reaccionó de pronto Ramira. Levantándose casi del asiento. -"¿Qué va a
decir? ¡¡ES SU REPRESENTANTE!!"
-"¡QUE TE CALLES!" -gritó
el periodista. Parecía de mi lado.
-"Yo estaba pidiendo la
comida en la barra y Marina estaba en la mesa, cuando la falsante ésta se le
acercó, le dio un beso. Presionó su rodilla para hacerle cosquillas." -la
mujer empezó a sentirse incómoda allí.
-"¡¡AJÁ!! TE HEMOS
PILLADO". -chilló. -"¿un buen dinerito aprovechando la fama de dos
cantantes que no quieren tener nada que ver en el mundo del corazón, verdad?
¡Lagarta!". -respiré. Al fin. Una sucesión de insultos entre ellos, de
preguntas, y más insultos se produjo en los siguientes minutos. Mari colgó y me
llamó.
-Muchas gracias. -le dije, aún me
colgaban los hilos de sudor por la frente.
-Un poco más y…
-Relájate, tranquila. -le pedí.
-ya ha acabado. -resoplé. -voy a intentar contactar con Malú.
-Suerte. -me deseó. Aún alterada. -yo
voy a tomarme una tila… no veas la adrenalina que te dan los programitas estos…
-y se cortó la llamada. En seguida marqué el número de María Lucía. No lo
cogió. Ni si quiera se tomó la molestia de colgar. Me quedé estúpida oyendo los
pitidos regulares del teléfono. Lo volví a hacer como tres veces más… pero
nada. Supuse que no había visto la tele. O seguía demasiado pendiente.
-Eh, tranquila. -me animó Lidia.
Puso voz de niño pequeño. -tita Marina, no te preocupes. Todo saldrá bien. -le
miré la barriga. Puse la oreja, pero me dio una patada y la quité corriendo.
-Ni el nene me quiere…
-Serás idiota… Te daría un abrazo…
pero. -señaló el barrigón.
-¡Ven! ¡Yo te lo doy! -se ofreció
Pablo. No lo rechacé. Me quedé en su regazo leyendo la red social del pajarito.
Otro bombardeo, esta vez apedreando a mi enemiga. Y pidiéndome disculpas por no
creer en mí. Era gracioso ver a gente que decía: "ya os avisé de que no me
gustaba". Típicas personas que piensan que lo saben todo… La pantalla se
puso negra. Llamada entrante. Me puse nerviosa, por un momento imaginé que era
ella…
-¿Sí? -contesté.
-Marina… -José de Lucía estaba en
un sollozo. Jamás lo había oído así. Titubeaba.
-¿Qué te pasa? -me levanté del
sillón.
-Me cago en todo… -suspiró. Bufó.
-…me ha tocado a mí llamarte… -volvió a respirar. -es Malú… Malú… -no conseguía
arrancar. -Malú ha tenido un accidente…
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