domingo, 31 de agosto de 2014

T2. Capítulo 13. Y AHORA VETE.

Las piernas me fallaban. Algo iba mal. Me senté en el brazo del sofá para intentar recuperar la calma. No, no iba a hacerlo a menos que supiera de una vez por todas qué estaba pasando.
-Cariño, por favor… no sé qué dices, ni qué dicen. -dije casi lloriqueando. -¿qué cojones pasa? -me cabreé con el mundo.
-Pensé que te enfrentarías a la verdad… pensé que eras diferente. Que no te harías la tonta. -la sangre me hervía por las venas.
-Princesa…
-No me llames eso cuando estoy enfadada. -alzó la voz. -lo peor es que yo sigo enamorada de ti, como una completa gilipollas. Me acabas de hacer mucho daño. -me estaba empezando a sentir mal.
-¿QUÉ HE HECHO? ¿ME LO PUEDES EXPLICAR?-se quedó en silencio.
-Me iré una temporada con mis padres. Necesito pensar si puedo perdonarte… pi, pi, pi. -me había colgado después de decir fríamente aquellas palabras. ¿Perdonar el qué? Iba a volverme loca. Al fin, López encendió la tele.
-"Hoy viene a nuestro programa una invitada muy, muy, pero que muy desconocida. Que se ha hecho muy, muy, pero que muy famosa en una sola tarde. Con todos ustedes, ¡Ramira!"-no entendí por qué hablaban de forma tan estúpida. El corazón me iba a mil. No podía asimilar que Malú me había dicho aquello… Se supone que íbamos a casarnos y ser felices para siempre. O ese cuento había escrito yo con ella. Miré de nuevo a la tele. Mis cables se conectaron rápidamente. Todo encajaba. Todo de pronto cobró sentido. Marqué de manera veloz el número de mi chica. Pero no respondió…
-¡HIJA DE PUTA! -grité en un llanto a la maldita interesada de la tele. Esa tal Ramira era la extraña que se sentó a mi lado antes de la firma. Que me sacó las cosquillas y me besó de forma extraña en la mejilla. ¡Era una trampa! ¡Una trampa para saltar a la fama! Escondí mi rostro, inundado en lágrimas.
-¿Qué ha pasado…? -ellos estaban perdidos, tanto como yo hacía unos minutos. Pero la caja tonta les aclaró lo que pasaba. Yo les conté quién era la joven.
-"¿Cómo conociste a Marina?"
-"Lo nuestro fue un flechazo directo. La conocí en un parque cuando paseaba a los perros de Malú." -¿Qué? ¿Qué mierda se estaba inventado? Lo peor es que mi chica lo estaba viendo. Sentí una rabia y una impotencia tan grande… -"hemos quedado en varias ocasiones, a escondidas por supuesto. Pero yo no me callo más."
-Quitad eso, por favor. -les pedí. No lo soportaba ni un segundo más.
-Hay que conocer al enemigo para poder enfrentarse a él. -sabio consejo de Li.
-Oídla vosotros. Yo no puedo con esto… -murmuré.
-Marina, Malú te creerá. Todos sabemos que hay gente que se dedica a hacer montajes para ganar pasta. -dijo equívocamente Pablo.
-No… duda si podrá perdonarme. Se lo ha tragado. -les expliqué detalladamente el momento en el que se realizó la foto.
-¿Le has contado eso a Malú? ¿Y a Mari? ¿Por qué no le pides a ella que le explique qué ocurrió? Estaba allí delante, ¿no? -las propuestas que realizaban eran geniales. Pero María Lucía seguía sin contestar al teléfono. -eh, para de llorar. Al final ganarán los buenos, como en todas las batallas. -afirmó López.  
En seguida, mi cuñado llamó. ¡HASTA FUERA DEL PLANETA IBAN A PENSAR QUE LE HABÍA PUESTO LOS CUERNOS!
-José, tienes que creerme, todo es un puto montaje.
-Te creo. -respiré aliviada. -pero será mejor que le dejes claro a mi hermana lo que pasó. Un montaje es un montaje, pero Marina, parece que disfrutas en la foto.
-Me hizo cosquillas… no entendía una mierda, José. Por favor, ayúdame. -le pedí desesperada.
-Voy de camino a casa de mis padres, Malú llegará en un rato. Lo intentaré todo… de verdad. Sé cuando una persona quiere a otra. Y sé que lo tuyo con mi tonta es tan verdad como que el sol se esconde al atardecer.
-Gracias. -sentí un poco de relajación. Al menos alguien me apoyaba.
-Mis padres están muy cabreados… -mierda. Más mierda. -tu madre también. No entiende cómo has podido hacer eso con la boda aquí. Yo era incapaz de tragarme nada… por eso te llamo.
-Joder. -las desventajas de ser famoso, llamaríamos a este capítulo de mi vida. ¿Cómo cojones podía sentirme tan basura sin haber hecho nada? -¿crees que será buena idea que me presente en vuestra ca…?
-Ni se te ocurra. Con el enfado que llevan… solo podrías destrozarlos más. Escúchame. Hay un teléfono de aludidos en la pantalla ahora mismo. ¿Lo ves?
-Sí. ¿Quieres que llame y desmienta todo? -le pregunté. Ahora mismo era la única escapatoria que veía.
-Eso es lo peor que puedes hacer. No entres al trapo. Ni se te pase por la cabeza.
-¡¿ENTONCES?! -empezaba a desesperarme.
-A ver, cuñadita. Sé que estás agobiada y el cerebro no te da para pensar… Llama a quien quiera que sea tu mánager y pídele que intervenga. Los periodistas odian a los montajistas, si la pillan, se la cargaran. Problema resuelto.
-Eres un genio.
-Lo sé. -tenía una confusión. No sabía si darle un abrazo o pegarle una ostia por ese lado creído. Me tragué un insulto porque le debía mucho en este momento. -suerte, cuñadita.
En seguida busqué a Mari en la lista infinita de contactos. No lo cogía. Mierda. Necesitaba que lo cogiese cuanto antes. A la tercera fue la vencida, como tantas veces oí.
-¿HAS VISTO LA TELE? -me preguntó en cuanto descolgó.
-Te necesito. -rogué. Le expliqué el plan del bendito José de Lucía. A ella le pareció tan buena idea como a mí. Me colgó rápidamente para hacer la llamada. -dadle volumen. -les pedí. -contraataco. -me hicieron caso.
-"Espera, espera". Tenemos al teléfono a la representante de Marina". -dijo el presentador, levantándose de la silla. Se ponía la cosa seria. La chica que me jodió la existencia por un momento se revolvió en el sillón. Parecía nerviosa. Normal. -"¿Hola?"
-"Buenas noches. Soy Mari, mánager de Marina".
-"Muy buenas noches". -el público se puso en pie. La tensión de la tal "Ramira" aumentaba a cada segundo. Los espectadores que acudieron al plató estaban muy expectantes. Como si estuvieran en un circo. Eso me llenaba de odio. Mi vida no era ningún espectáculo. El presentador pidió calma. Necesitaba oír con nitidez a Mari. Tomé aire. Li y Pablo se sentaron en el sofá, tan pendientes como yo de cada cosa que decían.
-"¡Todo es mentira!"-López sonrió. La naturalidad calló al programa. -"Que sepas… ¿cómo te llamabas, niñata?"-la cara de todos era un poema. Nadie se esperaba ese desparpajo.
-"Ramira…" -murmuró. Estaba temblando.
-"¡Ramira, te vamos a denunciar!" -la gente aplaudió. Uno de los periodistas más famosos del programa pidió silencio. Quería preguntar algo.
-"A ver, a ver. Mari, explícanos qué pasa con esta "tipa" y Marina. ¡Porque ya no sé a quién creer!"
-"Vamos a ver". -cuando decía eso solo significaba una cosa. Estaba enfadada.-"voy a decirlo solo una vez. ¡Esta chica es una montajista! ¡Mentirosa!" -a cada palabra, los de sonido daban un golpe. Cómo les encantaba un chismorreo. -"¡Falsa! Yo estaba cuando esa foto se tomó. Estaba delante de mis ojos".
-"Eso es estupendo. Cuéntanos qué viste". -pidió una de las trabajadoras.
-"¡No la creáis!" -reaccionó de pronto Ramira. Levantándose casi del asiento. -"¿Qué va a decir? ¡¡ES SU REPRESENTANTE!!"
-"¡QUE TE CALLES!" -gritó el periodista. Parecía de mi lado.
-"Yo estaba pidiendo la comida en la barra y Marina estaba en la mesa, cuando la falsante ésta se le acercó, le dio un beso. Presionó su rodilla para hacerle cosquillas." -la mujer empezó a sentirse incómoda allí.
-"¡¡AJÁ!! TE HEMOS PILLADO". -chilló. -"¿un buen dinerito aprovechando la fama de dos cantantes que no quieren tener nada que ver en el mundo del corazón, verdad? ¡Lagarta!". -respiré. Al fin. Una sucesión de insultos entre ellos, de preguntas, y más insultos se produjo en los siguientes minutos. Mari colgó y me llamó.
-Muchas gracias. -le dije, aún me colgaban los hilos de sudor por la frente.
-Un poco más y…
-Relájate, tranquila. -le pedí. -ya ha acabado. -resoplé. -voy a intentar contactar con Malú.
-Suerte. -me deseó. Aún alterada. -yo voy a tomarme una tila… no veas la adrenalina que te dan los programitas estos… -y se cortó la llamada. En seguida marqué el número de María Lucía. No lo cogió. Ni si quiera se tomó la molestia de colgar. Me quedé estúpida oyendo los pitidos regulares del teléfono. Lo volví a hacer como tres veces más… pero nada. Supuse que no había visto la tele. O seguía demasiado pendiente.
-Eh, tranquila. -me animó Lidia. Puso voz de niño pequeño. -tita Marina, no te preocupes. Todo saldrá bien. -le miré la barriga. Puse la oreja, pero me dio una patada y la quité corriendo.
-Ni el nene me quiere…
-Serás idiota… Te daría un abrazo… pero. -señaló el barrigón.
-¡Ven! ¡Yo te lo doy! -se ofreció Pablo. No lo rechacé. Me quedé en su regazo leyendo la red social del pajarito. Otro bombardeo, esta vez apedreando a mi enemiga. Y pidiéndome disculpas por no creer en mí. Era gracioso ver a gente que decía: "ya os avisé de que no me gustaba". Típicas personas que piensan que lo saben todo… La pantalla se puso negra. Llamada entrante. Me puse nerviosa, por un momento imaginé que era ella…
-¿Sí? -contesté.
-Marina… -José de Lucía estaba en un sollozo. Jamás lo había oído así. Titubeaba.
-¿Qué te pasa? -me levanté del sillón.

-Me cago en todo… -suspiró. Bufó. -…me ha tocado a mí llamarte… -volvió a respirar. -es Malú… Malú… -no conseguía arrancar. -Malú ha tenido un accidente…

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