lunes, 17 de noviembre de 2014

T2. Capítulo 36. INFINITO.

Iba a ser nuestro hogar. Vi de reojo cómo se mordía el labio. Esa manera tan sensual de hacerlo. Era capaz de ralentizar el tiempo con un solo gesto.  Sus ojos parecían expresar mil emociones. Entramos en el jardín, con un césped muy bien cuidado. La piscina tenía la forma de una guitarra. Me enamoró. Unos metros a la derecha, unas cuantas casitas de animales. Su zoo estaría encantado. Unas escaleras muy sofisticadas nos recibían. Había cuatro peldaños hasta una pequeña terraza de unos dos metros de ancho que se extendía a lo largo de la fachada. En ella, había algunos bancos, otra escalera que daba a la piscina, y dos puertas. La principal y la que llevaba a la cocina. Atravesamos ésta primera con ganas. Quedamos fascinadas. Era la casa que deseábamos. El suelo era de un parqué claro, y las paredes blancas, con algunos fragmentos en negro. Los muebles, igual que éstas. La combinación entre estos dos colores opuestos. El sofá era bajo, una mesilla de igual tamaño en cristal lo complementaba. La tele estaba colgada en la pared. Era desorbitada. Un mueble negro se extendía bajo ella, con grandes cajones. Con forma cúbica, estanterías soportaban libros y películas. Una gigante cristalera con vistas a la piscina ocupaba la esquina del salón. Delante de ésta, un piano de cola maravilloso. Corrí a él y toqué unas cuantas notas. Pura magia. Después de este rincón, encontramos tras un arco el comedor. Unas sillas que parecían muy cómodas rodeaban la gran mesa. Esta sala era de tonos azules. Pero un azul clarito, un azul tímido. El paso de la nada al cielo. Un azul vago. Daba la sensación de estar en la playa. Tranquilidad, paz. Me gustaba. Y desde allí podíamos acceder a la cocina, que tenía los mismos colores que el salón. Aparte de los típicos muebles y electrodomésticos, una barra con varios taburetes. Sobre ella, había tres focos muy bajos. Colgaban de forma maestral. Elegante. Una fina columna de acero los unía a la pared. Volvimos al salón, donde estaban las escaleras, y al lado, un baño. Nos asomamos. Tal y como dijimos. Sencillo. Tan solo tenía un inodoro y un lavabo con un espejo. No queríamos nada más en él. Subimos ahora al piso de arriba. Comenzaba a anochecer, por lo que encendimos la luz. Le costaba coger fuerza. Apenas alumbraba. El pasillo era amplio, ancho. Los dos primeros cuartos estaban vacíos, aún no habíamos pensado qué poner ahí. Quizás pronto se convirtiese en un dormitorio infantil… El siguiente lo utilizaríamos de lavandero. Era muy pequeño. Tan solo había espacio para esa lavadora, y una pequeña terraza donde colgaríamos la ropa. Era curioso como en cada hueco de la casa encontraba vida. Veía vida. Sabía que en cada esquina estaba escrito mi futuro. Mis proyectos emergerían de ahí. Pronto dejaría de oler a pintura, para oler a nosotras. A hogar. Pronto el sofá se ensuciaría, la nevera dejaría de enfriar, los cristales manchados por la lluvia. Qué ganas de estrenarla, de empezar a vivir. Era como un nuevo juego. Una nueva etapa. Tenía  que reconocer que siempre había temido al inicio. Al comienzo. Pero esta vez tenía unas ganas horribles. El miedo ya no tenía lugar en mis planes. El miedo no era un personaje en mi nueva historia.  
-¿No es preciosa? -preguntó.
-Es más que eso. -reí. -después de ver el cuarto de invitados, tocaba el estudio que habíamos encargado. Sería un lugar en el que compondría y grabaríamos nuestros CD´s. Seguro que era un auténtico placer trabajar desde casa. Desde nuestro hogar. La puerta era mucho más gruesa que las demás. Entramos. Una especie de salón en el que varias pufs rodeaban una mesita se adelantaba al estudio. Las paredes eran blancas y un pentagrama con grandes notas musicales la decoraba. El pentagrama daba la vuelta a toda la habitación. Tras un cristal, las famosas paredes que aislaban el sonido. Con su micro en el centro. Con todos los muebles que requería un estudio de grabación. Sus cascos, sus mesas de mezcla. Sus instrumentos colgados… que por cierto, relumbraban. -creo que será mi lugar preferido.
-Me lo temía. -bromeó. La abracé por detrás.
-¿Sabes que te toca ahora? -susurré.
-Nuestro nidito de amor. -contestó. Nos dirigimos sin separarnos hasta el que sería nuestro dormitorio. Acarició el pomo con su fina mano y abrió. Era precioso. Una cama tan grande como la que teníamos se hallaba en el centro. Era blanca por completo, salvo el esbozo de la sábana, de un tono tan morado como el de las paredes. Las mesillas eran blancas, y las luces estaban en el cabecero de la cama, formando un hilo de focos. Un ventanal gigantesco iluminaría nuestro cuarto. Me asomé. Se veía muy poco debido a la oscuridad de la noche… pero tenía la certeza de que el sol al salir alumbraría cada rincón. A éste le seguía un vestidor muy amplio. Vacío, por ahora. Poco tardaríamos en rellenarlo por completo. También disponíamos de un baño, que se escondía tras una puerta corredera, muy cómoda. El baño era espectacular. Con los mismos tonos de la habitación. En él, junto a los muebles básicos de un baño, había una bañera con una forma irregular, formaba un círculo que no llegaba a ser perfecto. Para Malú era impensable no tener una bañera donde relajarse con su música y su espuma.
Sin ni siquiera esperármelo, me plantó un beso. No tardé en reaccionar. Agarré sus caderas, que se pegaban con fuerza a las mías. Miré de reojo al techo. Sonreí. Lo habían conseguido. Me moría de ganas por darle esa sorpresa. La pregunta era cuándo. ¿Cuándo era el mejor momento?
-¿Te pasa algo?
-No. -reí nerviosa.
-Uy, ¿qué tramas? -soltó mi nuca.
-Nada. -la besé. Pero se negó a continuar. Era así de cabezona. Le di un pequeño empujón y cayó en la cama. Su cuerpo rebotó varias veces.
-¡Ala, qué bruta!
-Venga ya, si solo te he dad… -hizo tal movimiento con el pie que me desestabilizó y caí de lleno en ella. Rió escandalosamente. Su risa era tan conmovedora… Yo la compararía con una llama de luz. Una llama de luz que te va iluminando hasta cegarte por completo. -te quiero. -la risa se extinguió. Me miró seria.
-Y yo a ti. -respondió, con un brillo latente en sus ojos. Nos besamos despacio. Nuestros labios eran los que tomaban el control. Los que nos llevaban. Bailaban muy pegados, sin retroceder. Bailaban como en una loca noche. Cambiaban rápidamente de estilo. Lo mismo se marcaban un vals, que pasaban al frenético ritmo de la samba. Y nunca se saciaban lo suficiente. Siempre querían más. Para ellos no había una meta más que disfrutar. No había razón para parar. Los bailarines parecían encontrarse cada vez más a gusto.
-Eres increíble. -confesó. Me paró el corazón. Dejó de latir por un instante.
-Se me habrá pegado de ti…
-Cállate. -me tapó la boca. Reí.
-Ábrete. -pronuncié alto y claro.
-¿QUÉ? -malinterpretó. Me salió una carcajada. -¿tan directa tú…?
-Mira arriba. -le dije, haciéndolo yo. Ella frunció el ceño. Sonreí embobada. Se giró y se tumbó a mi lado. Torné mi rostro hacia Malú. Quería ver su reacción. El pulso se me disparó.
-¡Oh! -exclamó. -es… no tengo palabras. El techo tenía una cristalera para ver las estrellas. La poca luz de la zona en la que nos encontrábamos permitía verlas con claridad. Brillaban con intensidad. Pensé que unas enamoradas de las estrellas necesitaban esto.
-Me alegro de que te guste. -dije, agarrando su mano. -como has visto, se controla por voz. -añadí.
-Me proporciona mucha inspiración… a la vez, me hace sentir pequeña. Y grande al mismo tiempo. Es muy contradictorio, cariño. -reí. Estaba hecha un lío. Pero entendía cada palabra que decía. -es como si tuviera el poder para dominar el mundo… me siento la reina. Y a la vez una plebeya de tan enorme sistema solar.
-Se te está yendo la pinza un poco.
-Sí… yo también lo creo. Pero qué más da. -me rodeó con una pierna, volcando su cuerpo hacia mí. -si tengo todo lo que quiero. -sonrió.
-¿Eso me incluye? -insinué.

-Claro, idiota. -dejó caer un beso en mi hombro. Alargué mi brazo lo máximo, hacia arriba. Cerré un ojo. Cogí las estrellas con mi mano. Ella me imitó. -puede que el universo nos controlase en algún momento. Pero ahora somos nosotras las que mandamos. El infinito es nuestro. -me miró de reojo. Sonreímos a la vez. Nuestro amor había traspasado las capas de la Tierra.

(Echarle un vistazo a: http://www.novelamaluymarina.blogspot.com.es/p/vuestros-spin-offs.html )

10 comentarios:

  1. Jopee yo quiero vivir ahí!! Y, puestos a pedir, con Malú dentro a ser posible XD

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  2. Dios quiero vivir en esa casa!! jajajaja

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  3. no dejas de sorprendernos,increible capitulo,sigue así,nos tienes a todos enganchados.@TaaNiiLLa :)

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  4. esta todo muy tranquilooo.......... a ver cuando pasa algo, molaria mas
    unos cuernos o algo noo? pero luego se perdonan eh
    me muero por ver algo de acción esta todo muy trankilito

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  5. oye pues unos cuernos no vendrían mal.... con sus respectivos perdones y taaal

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  6. nooo!! Cuernos no!!! ya han tenido bastantes ahora una nochecita de las suyas jaajajajajajajaja��

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  7. no han tenido cuernos nunca por eso molaria q marina se encuentre a malu en la cama con otro en su nueva casa. esq si no es muy aburrido.......

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  8. Nose que mania teneis con poner problemas siempre jaja no os ha valido con q casi no se casan el accidente el beso q se dio marina con su ex etc jaja si les han pasado mas xosas crwo q se merecen ser felices y q haya mas parejas q se junten

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  9. Queremos nuevo capii!!

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  10. Nuevo capítulo!! Escribes genial de verdad, es la mejor novela que he leído de Malú. Sigue así y sube a Wattpad si puedes porfa. Un besazo������

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