Y siendo aquella una de las tardes más especiales de mi
vida, comenzó a irse el sol. Sentí la necesidad de ver al astro esconderse en
el mar. Hundirse en él hasta que no quedara ni un rayo en el planeta. De ver
cómo se oscurecía el cielo, dejándome contemplar las estrellas. Salí al patio.
El restaurante estaba en un lugar alto desde el que se divisaba la costa. Allí vería
el fenómeno perfectamente. Deseé tener un poco de soledad. Un respiro. Cero
flashes. Cero agradecimientos y felicitaciones. Pero parecía que no era la
única que quería presenciar el final del día. Su cabello era inconfundible. Me
acerqué al poyete y me senté a su lado. Sonrió tímidamente mirando el abismo
que había delante de nosotras.
-¿No tenías vértigo? -pregunté. La conocía de sobra.
-Lo he ido perdiendo. -contestó. Asentí con la cabeza. -como
a ti. -se me formó un nudo incómodo en la garganta. -lo siento, perdona. No era
mi intención. -se disculpó. -joder, soy una idiota.
-Tranquila, Vanesa. -le pedí. -todo bien.
-No quiero arruinar tu día. -bajó de nuevo la mirada.
-Gracias por venir. -susurré al cabo de unos segundos.
-No es fácil. -dijo.
-¿El qué no es fácil? -quise saber.
-Nada, nada. -suspiró. Agarró la copa que había en el otro
lado y le dio un sorbo. Ignoré aquello y miré como el sol desaparecía
lentamente. -es duro verte casándote, Marina. -mi corazón se desvaneció a la
velocidad que el enorme astro se alejaba. Dolía. -tu huella es demasiado
grande. Entiéndeme. -tragué saliva. Ni siquiera sabía qué decir. -eh. -rió,
dándome un codazo. -quiero que seas muy feliz.
-Y yo. Pero también quiero que tú lo seas.
-Lo seré. Creo que me va a ir muy bien con Úrsula. Lo
presiento.
-Es una buena mujer.
-Sí. -respiró profundo. La noche se hizo en el sur de la
península. -deberías volver. Alguien reclamará tu presencia.
-Estoy un poco cansada. -reí. -dame un sorbo de eso, por
favor. -me tendió la copa y bebí un poco, dejando el color de mi pintalabios en
ella.
-¡Ea, ya me la has manchado! -se quejó, mientras yo me
alejaba, volviendo al convite. Allí hice lo que llevaba haciendo toda la tarde.
Agradeciendo las felicitaciones, los regalos, conociendo a más y más invitados.
El final de la boda fue lo mejor. Cuando muchos ya se habían
ido, comenzó la verdadera fiesta. Teniendo la gran suerte de que gran parte de
los allí presente se dedicaban a la música, empezó un macro-concierto
increíble. Todos en el escenario robábamos el micro y poníamos en marcha la
diversión. Alborán se colocó en el centro y lanzó con su chorro de voz un solo
que nos dejó mudos. Al segundo, lo echaron de allí a empujones mientras él reía
sin parar. Era insuperable. Canción tras canción, la noche se fue alargando.
Dieron la 1, las 2, las 3… Los padres de Malú se arrancaron por bulerías,
mientras mi madre, tímida como ella sola, se movía siguiendo los pasos de mi
suegra. Malú, que estaba en lo más alto, reía sin parar. Roja como un tomate.
Se acercó a mí, tirándose en mi hombro sin parar de carcajear. Me contagió. Y
así, con el delicioso sabor de su risa, fue agotándose la luz de la luna.
Llegaba la hora de recoger. De descansar. No sentía los pies. La cabeza me daba
vueltas. ¿Cuánto había dormido en dos días? Entre la noche en la playa y ésta… mis
horas de descanso fueron bastante escasas.
-¿Qué cojones…? -Malú se frenó de golpe cuando caminábamos
hacia el coche que nos llevaría al hotel.
-¿Qué has visto? -le pregunté. Pero estaba sin habla.
-¿Cariño? -miré hacia donde apuntaban sus ojos. Una carcajada seca salió de mi
boca. Jamás lo habría imaginado. Pero estaba ocurriendo. Era real. Me agarré a
su cuello para no caerme, porque el sueño y el ataque de risa que me había
entrado me estaban empujando al suelo. Ella, tras superar el shock, caminó
hacia el auto conmigo a rastras con una gran sonrisa de la que emergían
carcajadas. Lo de que las bodas era una gran oportunidad para ligar era cierto.
Pero nos preguntábamos si eso surgió allí o antes. José y Mari juntos. Qué…
indescriptible.
-Párate un momento a pensar en los hijos que pueden salir de
ahí. -bromeó Malú mientras se colocaba el cinturón.
-No nos precipitemos. Lo mismo solo…
-¡Le estaba metiendo la lengua en el hígado! -me cortó ella.
-Qué expresión tan romántica. -reí. Ella rodeó mi cintura. -¿te
ha gustado nuestra boda? -pregunté, acariciando las infinitas ondas que
formaban su pelo. -inolvidable ha sido desde luego. -sonreí. No contestó. Se
limitó a mirarme y a esbozar una pequeña pero gran sonrisa. Lo entendí. ¿Para
qué hablar si ya sabíamos lo que íbamos a decir? Se coló en mi vestido y
acarició mi pierna despacio. Como si no tuviera fuerza. Movía su índice sin
mucho ímpetu. Pero me bastaba. Un mínimo movimiento. Un simple roce me llenaba.
Ella sabía hacerlo. Sabía dármelo todo con un gesto. Coloqué mi mano sobre el
dorso de la suya. Estaba cálida. No dudé un segundo en entrelazar sus dedos con
los míos. Ella los apretó, regalándome la eternidad.
-Chicas, hemos llegado. -nos anunció el conductor. -buenas
noches. -sonrió.
Probablemente comenzaba una de las noches, aunque ya era
casi de día, más imborrables de mi vida.
Caminamos por el pasillo, completamente desierto dadas las
horas, buscando nuestra habitación.
-¿Qué sientes? -me preguntó.
-Cosquillas. -reí nerviosa.
-Vale, veo que no soy la única. -contestó. Paró y me besó,
apoyándome en la pared amarillenta. -siento como si fuese la primera vez que te
beso. -un escalofrío recorrió mi cuerpo de principio a fin.
-Yo también. -murmuré, buscando su cintura.
-Anda, vayamos a la habitación. No le demos espectáculo al
que vigila las cámaras de seguridad. -bromeó, abriendo la puerta con la
tarjetita mágica. La suite estaba llena de globos y pancartas, nuestras maletas
sobre los sofás, y una caja enorme en la mesa. Las sorpresas aún no habían
terminado. En los carteles vimos que todo esto tenía que ver con nuestros
clubes de fans. Ambos se habían unido para hacernos un regalo, como ponía en la
caja de cartón duro.
-Dios mío… -me emocioné.
-Son geniales… -dijo perpleja. -a veces me pregunto qué he
hecho para que puedan quererme tanto. -suspiró. -¡vamos a ver qué es! -intentó
despegar la banda de celop que había con las manos. Pero fue imposible
conseguirlo. Busqué una tijera y la ayudé. Cuando la abrimos, no pudimos creer
aquello. Había una guitarra negra con los bordes en plateado. Un plateado que
brillaba con luz propia. En el borde de abajo estaba inscrito mi nombre con ese
mismo color. Era una auténtica preciosidad. Y junto a ella había un pie con
micro incluido. En la parte superior, su nombre grabado en vertical. El micrófono parecía muy cómodo. Original. Personalizado
para una única persona. Ella.
-Joder… -me puse las manos sobre la cabeza. María Lucía seguía
embobada. Agarré el instrumento y me lo colgué con la correa que traía, también
bordada con mi nombre. Toqué. Sonaba perfecta. Malú ya estaba haciendo de las
suyas con el pie de micro. La miré riendo. Se movía ágilmente dándole bandazos
de un lado a otro. -qué energía… -opiné.
-Deja eso. Que hoy tu guitarra soy yo. -se dirigió a mí segura
de sí misma. Me descolgó mi nueva adquisición y la puso a buen recaudo. Agarrándome
de la nuca, se perdió en mi boca como tantas veces había hecho. Pero esta era
especial. Hoy me sabía diferente. Sabía a algo nuevo. Se me escapó una sonrisa.
-vamos. -me susurró, desatando mis ganas. Me dio la vuelta para quitarme el
vestido. Quedó en el suelo, rodeándome. De un salto, me libré de él. Fue fácil.
Lo que sí que me costó más trabajo fue deshacerme de su ropa. La cremallera
parecía no quererme mucho. Mi mujer reía desorbitadamente mientras yo luchaba
para quitarle el vestido. Tras varios intentos, ambas quedamos al desnudo. Nos
miramos.
-Ni que fuese la primera vez que me ves… -susurró.
-Como tú has dicho antes, siento que es la primera vez. -y
la besé. La besé con ganas mientras nos íbamos tumbando en el lecho. La cama
era amplia. Enorme. Con un colchón que parecía traído del paraíso. Mis besos
fueron cubriendo su piel cada vez con más rapidez. Su respiración se aceleraba
junto a la mía. Dimos vueltas. Muchas vueltas. Sin dejar de tocarnos, de
acariciarnos, de darnos todo el amor que habíamos guardado. El tiempo volvía a
ser nuestro. Lo controlábamos. Ya no nos superaba. Ya no nos separaba. Ahora
éramos nosotras las dueñas. Las que teníamos el control. Lo paramos. El tiempo
ahora no existía. Era polvo. Polvo que ya nada podía hacer. Solo esperar sentado
viendo cómo disfrutábamos.
Su forma de hacerme el amor era tan única. Tan especial.
Sabía hacerme olvidar todo, para centrarme en ella. En cada movimiento que me
hacía delirar. En sus susurros convertidos casi en gemidos, que se mezclaban con
los míos. Y lo hizo. Lo volvió a hacer. Me llevó más allá del planeta. Acaricié
las puntas de todas las estrellas. Y pude abrazar a la luna. Descansé en las
nubes, que lentamente me devolvían a la tierra, donde abrí los ojos y me
encontré con su sonrisa, que se dirigía a mi frente. La besó.
-¿Agua? -pregunté. Rió.
-Confórmate con mis besos. -dijo, fundiéndose en mi boca.
Pero antes de que pudiese hacer algo más, la puse bajo mi cuerpo. -holi. -dijo
con una dulce voz. Voz que se quedó en mis labios. Alargué mis brazos. Acaricié
con las uñas los suyos, hasta agarrarle las muñecas. Comencé a mover mis
caderas. -uy… -se mordió el labio, volviéndola más irresistible de lo que ya
era. Me colé en su cuello, cuya suavidad me hizo perder el control de mis
actos. Su piel me superaba. Me podía. Era de ángel. Su olor me atraía. Sus suspiros me
conducían. Me guiaban. Era tan fácil, tan mecánico. Mi cuerpo iba solo. Actuaba
por puros instintos a los que ella respondía. Me entregué a ella. Se retorcía
entre las sábanas. Las agarraba. Arañaba mi espalda. Soltaba quejidos de
placer. Le di todo lo que tenía. Y la hice mía. Tan mía que jamás escaparía de mí.
Precioso!! Como puedes escribir así? Nunca lo dejes vales mucho
ResponderEliminarPuffff... Vaya capitulazo. Te has lucido. Ha habido de todo y me ha gustado todo. Me ha gustado la parte de Vanesa, lo de José y Mari (madre mía lo que puede pasar ahí creo que estoy por pedir un spin-off con esos dos de protagonistas), y la última parte... que decir, sin comentarios. Ha sido precioso. Ah me hizo mucha gracia el comentario de Malu de hoy soy yo tu guitarra jajaja. Pillina :P. Mereció la pena la espera.
ResponderEliminarMe encanto!! Es precioso valla forma de escribir!!
ResponderEliminarme encanta!!!!
ResponderEliminarpero me da miedo... parece que se acerca el final, y no quiero que se acabe nunca!!!
si hace falta continua la historia con sus hijos!!!
jajaja
seria un puntazo!!
independientemente de lo que suceda, solo decirte que es increible la forma de escribir que tienes, y gracias por permitirnos disfrutar de ella!!
Lucia.
que grande que eres y como escribes pero como dijo lucia veo que esto se acaba porque ya pasaron por mil situaciones y ya no pueden pasar mas se van a quedar en felizmente casadas y viviendo los sueños de su vida pero si continuas ole tu que bien lo vas a hacer pero bueno vamos a ver que pasa animo
ResponderEliminarOle ole y ole q capitulazo eres increíble nunca dejes de escribir
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