-¿Maleta?
-Listo. -contesté.
-¿Aseo? -preguntó Malú.
-Listo. -repetí.
-¿DNI?
-Aquí lo tengo.
-Me temo que ya estás preparada
para marchar… -dijo algo nostálgica.
-Va, solo serán unos días. -la
abracé. Una vez más el trabajo nos distanciaba, y aunque solo fueran 72 horas,
se nos iban a hacer eternas. Agarré la maleta por el mango plateado y desfilé
con ella, como si fuera el objeto más preciado de mi vida, al coche. La cogí
con energía y la tiré en el maletero de cualquier forma.
-¡¡Ha retumbado todo, ten más
cuidado!! -se quejó Mari. Sonreí, tampoco con mucho énfasis, y me acerqué de
nuevo a mi chica.
-Llámame en cuánto llegues. -me
pidió, rodeándome el cuello de nuevo.
-Sí, mamá. -bromeé. Nos besamos,
repitiendo una y otra vez lo mucho que nos queríamos.
-Me cago en la ostia… -resoplaba
mi representante desde el automóvil.
-Venga, vete ya. -me empujó mi
chica. -cuidado con las fans. -me advirtió, yo le regalé una mirada, y subí al
mini.
Tomamos el avión hacia el sur, concretamente
a Sevilla, donde me esperaba un nuevo proyecto que me quitaba el sueño desde
hacía unas semanas. Una nueva cantante con una voz completamente diferente a
todas las que había podido oír a lo largo de mi existencia había surgido de un
pequeño pueblo de la provincia andaluza. Recuerdo aún el momento. Estaba con
Malú preparando la comida, cuando salió en la radio. Nos sorprendimos. Enseguida
comuniqué a Mari mi deseo de conocerla y grabar algo con ella. Según decían en
el programa, estaba inmersa preparando un disco. Su mánager estuvo encantado
con la idea, creyó que una colaboración conmigo la ayudaría en su carrera.
Desempolvé mi cuaderno de canciones y allí encontré una que le vendría
perfecta. Al menos, eso creía. Y no me decepcionó, supo darle el tono que yo
aún no había conseguido, el ritmo que yo no había hallado. Satisfecha y orgullosa,
me decidí a compartir mi canción con ella, y no descarté la opción de regalarle
alguna composición mía.
-¡Buenos días! -me saludó nada más
verme entrar. Nos dimos dos besos y entramos en el estudio. -siento no
invitarte a un café ni nada, pero no tenemos mucho tiempo.
-Tranquila, está bien. -sonreí. La
verdad es que el café de poco me importaba. Estaba deseando oír el resultado
final. Nos pusimos a ello. Me coloqué los enormes, pero cómodos, cascos, y el
luminoso rojo se encendió. Hora de trabajar.
-¡Qué maravilla! -después de cinco
horas encerradas, al fin pudimos oír una de las canciones más esperadas de su
disco "Soy". La nuestra. Y como soy de lágrima fácil, lloré. Me
emocioné. No me creía que esa fuera mi voz, ni esas palabras, que conectaban
entre ellas creando musicalidad, fueran escritas de mi puño y letra.
-Muchas gracias,
Marina. -me ofreció un pañuelo mientras mostraba su agradecimiento, Marta.-de verdad, creo que será un gran éxito.
Gracias por creer en mí, porque ni siquiera me conocías cuando me llamaste…
joder. -demasiada carga emocional para decir un simple "a ti". No me
salía nada en ese momento.
-Es una sentimental.
-avisó mi mánager, provocando las risas, calmando el ambiente. Bajamos a un
restaurante, nos merecíamos una recompensa. Mari fue con Jimena, la
representante de Marta, para coger sitio. Nosotras fuimos por la puerta de
atrás, según ellas, la entrada estaba llena de seguidores enloquecidos. A veces
me preguntaba cómo conseguían saber donde estábamos en cada momento. ¿Nos
habían puesto un radar a todos los cantantes del planeta?
Entablamos amistad.
Su mánager era tan divertida y encantadora como la mía.
-¿Malú no ha querido
venir? -me preguntó.
-Está ocupada con
sus cosas…
-Ah, bueno, ya
pasaré a verla. Dale recuerdos de mi parte. -me pidió. Marta estuvo en Madrid
hacía unos días, la invitamos a casa para conocernos un poco más y presentarle
la canción. Entre las tres creamos la melodía e hicimos unos cuantos cambios en
la letra para que quedara completamente perfecta.
A la mañana
siguiente, cuando las cortinas del hotel no consiguieron tapar los rayos de
sol, me desperté. Miré la hora, y me encontré con algo mucho peor. Dieciséis llamadas
perdidas de mi madre. Me pregunté qué había pasado para tener tal cantidad de
llamadas. Ni que fuera una adolescente. Como una bala marqué su número.
-¿Qué ha pasado? -me
interrogó nada más descolgar.
-Eso mismo quiero
saber yo.
-¡¡No me mientas,
soy tu madre!! ¿Por qué no me cuentas las cosas?
-¿De qué hablas? -no
entendía nada de lo que pasaba. -¿me quieres explicar a qué se debe eso? Yo te
lo cu…
-¡¡He visto las
revistas!! ¡¡No soy tonta!! -¿revistas? ¿cómo qué revistas? Algo iba muy mal.
-¿Qué ponen las
revistas, mamá? -intenté suavizarlo.
-Te leo, eh.
"¿Posible distanciamiento? La pareja del momento parece vivir un tiempo
amargo. La cantante madrileña se ha quedado en el chalet que comparten,
mientras que su novia, viajaba a Sevilla. Ayer la vimos salir de un edificio
junto a Marta, una joven que comienza a grabar su nuevo disco. ¿Será ella el
motivo de este despego? ¿Están dándose un tiempo?" -me eché a reír. Qué
graciosa llegaba a ser la prensa rosa.
-Marta es una amiga,
estoy en Sevilla porque canto con ella en su CD, Malú tiene trabajo en Madrid.
Estamos perfectamente.
-Ay, qué susto. No
sé para que me creo estas cosas… Pero claro, venía una foto…
-¿Una foto?
-Tú con la niña esa,
saliendo de un sitio. -explicó. Debió ser cuando íbamos a comer…
-Tranquila, no pasa
nada. Todo va viento en popa.
-Es que ya tengo el
vestido de la boda. -reí al escucharla. Madres…
Nada más colgar,
"Malú llamando".
-¡Cómo se te ocurre!
¡No vuelvas a casa!
-¡No pienso volver!
¡Vuelve a tu mentira de plástico gris! -grité. Reímos a la vez.
-Ya lo has visto,
¿eh? -acertó.
-Bueno, tu suegra me
ha llamado como veinte veces. No sabes el sofocón que le ha dado. -la escuché
carcajear al otro lado de la línea. -y todo porque se acababa de comprar el
traje para nuestra boda. -aumentó su risa.
Pero aquí no acabó
esta historia. De camino al embarque, una ola de periodistas me asaltó.
Formaron un círculo y me dejaron dentro. Mari estaba delante de mí, haciéndose
hueco entre la masa. Pegaba bolsazos y patadas.
-¿Es cierto que se
cancela la boda?
-La boda sigue en
pie. -me limité a contestar. -oye, está todo bien, ¿vale?
-¿Te has acostado ya
con Marta? -se me escapó una risa, que no sé si restó credibilidad al asunto.
-Marta es una amiga,
y no solo mía, también de Malú. -contesté mirando al periodista que había
lanzado la estúpida pregunta. -voy a perder el avión, si me lo permitís…
-intenté pasar.
-¿Confirmas el
distanciamiento?
-Estamos
perfectamente. Eso lo habéis inventado vosotros. -decidí que esas fueran las
últimas palabras. Llegamos al embarque de una vez por todas. En unas horas
volvería a estar con ella.
Antes de que el
avión me exigiera apagar el móvil o dejarlo en el famoso "modo
avión", colgué una foto en las redes. Un beso en el caribe entre ella y
yo, y añadí "Por fin esta noche volveré a dormir a tu lado. Y mañana,
despertaré allí. Te quiero." Que
les den por culo a la prensa.
Por favor sigue con la novela, me tienes enganchadisima, me la lei en dos dias xD escribes genial ;)
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