Disfruté un poco más de sus labios y se echó hacia atrás,
con las piernas colgando y casi rozando el suelo. Noté sus manos subir por mi
espalda. Tiré de ella hacia arriba para quedar sobre la cama por completo.
Mordí su mandíbula y ella rió. Soplé en su cuello y la carcajada fue mayor.
-Sabes que tengo cosquillas. -retiró mi cara, pero volví a
hacerlo. -Marina… jo. -dijo entre carcajadas.
-Vale… ya paro. -Cedí. Me di la vuelta y caí a su lado. Giró
la cabeza y se quedó mirándome. El color dorado de sus párpados me tenía
embobada. Estaba guapísima. Me preguntó algo pero no lo oí. Estaba ensimismada ante
su belleza. Chilló mi nombre.
-¿Eh? -moví la cabeza, haciéndome volver al mundo real. Rió
ante mi reacción.
-¿Te queda algo de cubata?
-No... ¿Quieres más? -asintió con una gran sonrisa. -Voy a
por otro.
-No, no te vayas.
-¡Mayordomo, ven! -bromeé. -será un minuto, amor. -besé sus
labios con cariño y fui en busca de otra bebida. En la barra que de la cocina
me encontré a Lorena preparando una ronda.
-¡Marina! ¿Dónde estáis? Hace un rato que desaparecisteis.
-Ni pienso ni busco ni quiero volver, no quiero ni verte ni
hablar ni saber, yo quiero irme lejos tanto como pueda, quiero que me veas
desaparecer… -canté. Ella me pegó un codazo. -Hazme dos de los que me gustan.
-¿Cargaditos? -me miró con una sonrisa pícara. Guiñé un ojo como
respuesta. Vi de lejos a Quique con una chica. Corrí hasta él.
-Hola guapa. -me acerqué a ella y la rodeé por los hombros.
Levanté las cejas mirando a mi amigo.
-¡Hola! -me saludó. -Ostras… -se apartó y se quedó con la
boca abierta mientras observaba mi cara. -Tú…-abrió los ojos por completo.
-ganaste la voz…
-Así es. -dije orgullosa. Me dio dos besos apresuradamente.
Miré de reojo a mi amigo. Ardía en celos. Resopló y miró hacia otro lado.
-¿Te haces una foto conmigo? -me pidió. Yo asentí y Enrique
tomó la foto con el mismo careto de sieso. Yo no podía reírme más. Le di una
palmada en la espalda y le susurré:
-Vuelve a tirarle los tejos a mi novia, machote. -me pegó un
pellizco en la barriga y me dirigí entre carcajadas al encuentro de Lorena. La
risa se me cortó de golpe. Vanesa. Le cogí los dos vasos a la chica, le di las
gracias y me fui ignorando su presencia. Vi como agachó la cabeza. Noté su mano
en mi codo. Aparté el codo con fuerza y coraje, derramando algo de bebida.
-Escúchame. -dijo con la voz quebrada y los ojos casi llorosos. Yo no podía verla
así. Me jodía mucho porque me hacía sentir culpable, cuando toda la culpa la
tenía ella en realidad. Yo no había hecho nada para que estuviésemos así.
-Por favor, solo un momento. -me rogó su mejor amiga.
-¿Te ocurre algo? -le pregunté algo preocupada. Su mirada
era opaca, apagada. Sin brillo. Estaba muy cambiada desde la última vez que la
vi… Por mucho daño que me hubiese causado… era ella. Fue la persona más
importante de mi vida durante mucho tiempo. En el fondo, aún me importaba. Solté
los vasos en la encimera y vino a abrazarme. Maldita navidad que me debilitaba.
Malditos los momentos que pasé con ella y que se agolparon de repente en mi
cabeza. Malditos sentimientos. Su olor seguía siendo el de siempre. Lo adoraba.
Jamás imaginé que lo echaría tanto de menos. Volver a tenerla en mis brazos… me
hacía sentir rara. Su cuerpo temblaba.
-Perdóname.
-Oye, princesa. -mierda. La había cagado. Me había
confundido. Me estaba volviendo loca... -Vanesa. -corregí. -yo no quiero estar mal contigo pero tía, te
portaste fatal.
-Lo sé… pero perderte me desquició tanto que llevé a hacer
ese tipo de cosas. Tú me conoces… no soy así. Fue el momento, la rabia, el
miedo a perderte, la impotencia.... -la apreté aún más contra mí. Casi se me
escapan unas lágrimas. Esa sí que era mi Vanesa. La chica que cambió mi vida.
-¿Marina? -Malú estaba a mi lado con la cara desencajada.
Cerró los ojos lentamente y respiró. Los latidos de mi corazón se dispararon.
No sabía cómo podía sentirse en ese momento. Solté a Vane, que se resentía a separarse
de mí. Cogí los cubatas y le pedí que volviéramos a la habitación. Cuando
íbamos de camino a ella giré la cabeza. Un impulso me llevó a hacerlo. Le dije
a Vanesa con un gesto que me llamase al móvil más tarde.
Entramos y me senté a su lado en el lecho. Su mano se rozó
con la mía al darle su vaso. Me quedé mirando como tomaba un buen trago. Yo no
bebí. Me quedé con la cabeza agachada dándole vueltas al recipiente de cristal
con la boca torcida. Menuda forma de empezar el año.
-¿Me puedes explicar qué coño hacías con Vanesa? -me
preguntó de golpe y rompiendo un largo silencio. No me moví. Jamás la había
visto así. Tragué saliva, me daba miedo mirarla. No quería encontrarme con esos
ojos oscuros tan poderosos que me empequeñecían. Tenía ganas de llorar. -no te
entiendo, en serio. -dijo cabreada. Se cruzó de piernas y dio un sorbo a la
bebida. -Te ha destrozado… y…
-Bueno, lo sé. Me ha destrozado… pero Malú, llevo con ella
toda la vida. No puedo olvidarla un día para otro.
-¿Eso significa que la sigues queriendo?
-No. -respondí rápida y segura. -pero tampoco… verás. Joder.
-estaba hecha un auténtico lío. No sabía
qué responderle exactamente. -Malú yo te quiero.
-Mira Marina… -Emitió un bufido y caminó hacia la salida.
Corrí tras ella y sujeté la puerta para que no la abriese. Se giró y nuestras
miradas se cruzaron. Su rostro era una mezcla entre enfadado y tristeza.
-Siento que hayamos comenzado así el año... -me disculpé.
Ella cerró los ojos y miró hacia otro lado. Besé entonces su mejilla. -Te
quiero, cielo.
-No me digas esas cosas, se supone que estamos discutiendo.
-Yo discuto así. -volví a besar sus cachetes, colorados por
el alcohol. Retiré el mechón de pelo que me impedía acercarme a su boca. Se
giró para encontrarse con mis labios.
-Joder, Marina. -reí al oírlo. -Estoy enfadada. -levantó el
dedo índice y sus cejas a la vez, dándome la advertencia.
-Te amo. -reí, dándole otro pico. Ella lo esquivó.
-No en serio, estoy muy disgustada. -me aparté un poco. La
agarré de la cintura y atendí a lo que me decía. -Te hizo mucho daño, cariño...
No quiero volverte a ver con ella. -aquello me aterrorizó. Acababa de pedirle
que me llamase… Estiró sus brazos, apoyándolos en mis hombros. Acariciaba ahora
mi nuca y me miraba poniendo unos ojillos irresistibles. -¿Podrás hacerlo? -me
quedé un rato callada. No quería mentirle, pero ni yo sabía qué iba a pasar. -Ey.
-me levantó la cabeza. -No te lo pido por capricho. Es que… después de lo que
hizo…
-Ya, Malú, pero no era ella.
-¿Entonces quién era? ¿Yo? -me soltó y yo retiré las manos
de sus curvas.
-No. Tú no. -contesté furiosa. -pero acabábamos de dejarlo y
te vio conmigo… Fue un golpe muy duro.
-Peor fue para ti. ¿Te recuerdo cómo estabas aquel día en los
ensayos? Eres tan buena que pareces tonta. -de repente, la otra puerta que daba
a ese cuarto se abrió. Quique y la joven con la que estaba anteriormente iban
liándose, dando tropezones, quizás por el alcohol, hasta llegar a la cama. Malú
y yo nos miramos risueñas. Ni se habían dando cuenta de nuestra presencia.
Estuve a tientas de romper ese momento, pero ella me frenó, agarrándome el
brazo y sacándome del dormitorio. La llevé hasta la terraza del apartamento.
Allí estaríamos igual de tranquilas, pero con el inconveniente de la baja
temperatura. Nos pusimos los chaquetones y nos sentamos en las sillas que
rodeaban una pequeña mesa.
-No la conozco, pero lo de publicar por Twitter que estaba
en tu casa…
-Eso… -no encontraba argumento para defenderla. -Yo te juro
que vuelvo atrás en el tiempo y me cuentas eso y te prometo que no me lo
creería. Porque te adora… Y fuese el motivo que fuese por el que rompiésemos
jamás pensé que me haría algo así. A mí también me dolió y mucho.
-Adoraba. -corrigió. Volvió a invadirnos un silencio.
Acaricié su mano, siguiendo con mis dedos el tatuaje que decoraba su muñeca.
-¿Te gusta?
-Sí. Me recuerda al dibujo que tenía en mi "gameboy"
de pequeña. -se echó a reír. -Jo, que es verdad. -puse voz de niño pequeño.
-Me encanta cuando pones esa voz. -confesó.
-Por fin algo bonito después de esta escena de celos.
-¿Celos? ¿Has dicho celos? -apartó su mano, obligándome a
que dejara de acariciarla. -Perdona, pero solo pretendía protegerte. -asentí
entre risas. -que te den por culo. -dijo enfadada, girando la silla y dándome
la espalda.
-Uy… lo que me ha dicho… -bromeé.
-No me hables. -dijo sin girarse. Me moría de risa.
-No estoy de broma, que lo sepas.
Me levanté y volví a la fiesta. Me entrometí en el círculo
que formaban Jessy, Gloria y Lidia.
-¿De qué habláis, cotillas?
-Quique, que no lo vemos por ningún lado. -me explicó Li.
Rompí a carcajadas.
-Ya está borracha. -les dijo mi compañera de piso.
-No… que… Quique… -no podía hacer la frase sin reírme. Me
salían carcajadas entre palabra y palabra. -se está tirando a una en tu habitación,
Gloria. -solté de un tirón y se me saltaron las lágrimas de la risa. Las otras
dos me siguieron, la dueña de la casa se enfureció y corrió hacia su cuarto
mientras nosotras seguíamos con el cachondeo. Malú llegó y se sentó junto a Li,
ignorándome.
-¿Qué os pasa? -se sorprendió Jessy, dándose cuenta del
enfado entre nosotras.
-Ya hablaremos en casa. -respondió seria ella.
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