domingo, 19 de enero de 2014

Capítulo 29. ESTÚPIDO.

-Aún es muy temprano para levantarnos... -dije mirando al reloj. No eran ni las 8 cuando Mari nos despertó. Ella pegó un salto de la cama y fue dando grandes zancadas hasta el baño. ¿No se le acababa la energía nunca? -¿QUÉ PILAS UTILIZAS?
-No te lo voy a decir, no me pagan para hacerles publicidad.
-Pues sería una idea interesante. -reí. -¿Dónde me vas a llevar hoy?
-Hoy toca deporte, que tengo que mantenerme en forma. -gritó desde el baño. Yo seguía dando vueltas en la cama, intentando superar el dolor de cabeza que me había producido dormir tan poco. Solté un pff y me escondí bajo la almohada boca abajo. -¿Todavía estás así? ¡Venga! Tendrás que empezar a hacer deporte y a comer sano si quieres soportar el ritmo de vida que te llegará en cuanto acaben las vacaciones. -se tiró sobre mi espalda, intentando arrancarme de la cama. Tirando de mis hombros.
-¡No! -me resistí. -vete tú. Necesito dormir...
-¿No te apetece acompañarme? -me preguntó, dando un beso en mi dorso desnudo.
-Nada de nada. Solo quiero sobar.
-Ea, pues ahí te quedas. -dijo, levantándose de mi cuerpo. Se abrochó los cordones de los botines sentada en la cama.
-¿De verdad te vas? -le pregunté muy seria. No me contestó. Se levantó seria y caminó hacia la salida. -¡Cariño! -exclamé, levantándome y corriendo tras ella.
-Vuelvo en una hora, duerme todo lo que quieras. -dio un portazo y se largó. Me quedé quieta mirando la puerta cerrada. Me sentía como una estúpida. El pulso se me aceleró y sentí rabia. No había hecho nada para que se pusiera así... No me apetecía hacer deporte y punto. Nunca me había gustado. Solo jugaba al fútbol y porque me entusiasmaba.
Decidí vestirme, no podría dormir después de discutir. Aún no tenía hambre para desayunar, me quedé sentada en el sofá y maté el tiempo en Twitter. Inevitablemente, una sonrisa apareció en mi rostro al leer la cantidad de menciones bonitas que tenía. Los seguidores habían pasado a sesenta y cinco mil... Eso se merecía un tweet.
"Descansando unos días en Sevilla... hermosa ciudad. Gracias por vuestros comentarios, estoy muy emocionada... Muy prontito empiezo con el disco!" -añadí una foto que me hizo Malú junto a la giralda.
Me aburría muchísimo. Quizás debía haber hecho el esfuerzo de salir con ella a correr. A esa hora y en vacaciones...¿Con quién iba a hablar? Bajé a desayunar. Caminé por la sección de bollería. Me quedé mirando la caña de chocolate que tantas ganas le tenía... pero me paré un segundo. Se me ocurrió una idea. Giré y me cogí una manzana. Me quedaría con el antojo de aquel dulce, pero valdría la pena. Me hice una autofoto dándole un mordisco y la mandé a su WhatsApp.
Mientras me la comía miré fijamente el móvil esperando su respuesta... Le puse un mensaje. "Mira que he desayunado. Te quiero." No era de esas personas de enfadarme. No tardaba nada en dar mi brazo a torcer. Seguí mirando... pero no contestaba. Hinché de aire mis mofletes. Estaba algo arrepentida. Salí a tomar algo de aire a la zona de la piscina. Había unas camas bajo las sombrillas y me tumbé en una de ellas.


Cerré los ojos y sentí algo de frío. Corría una brisa. El cielo estaba nublado.
-¿Marina? -un joven de unos quince años me sorprendió.
-¿Te conozco? -me levanté y me acerqué.
-Soy de Twitter, una vez me contestaste. -dijo con una gran sonrisa y algo nervioso. -Te puse que me encantaba tu voz.
-Ah, sí, lo recuerdo. Muchas gracias. -En verdad no me acordaba... Me estuvo un rato diciendo que amaba mi forma de cantar y nos hicimos una foto. En seguida la colgó a Twitter. Se alejó con sus padres y me dio las gracias. Me llegó la mención al instante. "Gracias por este momento". Subí a la habitación. Me aburrí de aquel paisaje.
Al entrar, oí la ducha. Malú había vuelto. Me lo pensé un poco... y abrí la puerta del baño muy despacio.
-Princesa. -la llamé con la voz algo entrecortada. No sabía cómo estaría... Cortó el chorro de agua. -Perdona. -seguía en silencio.
-¿Me traes la toalla? -aquella pregunta me atravesó el corazón. Ignoró mis disculpas... fui a buscarla al cuarto y al volver estaba ya sobre la esterilla y abrazando su propio cuerpo, desnudo y tiritando. La envolví en la toalla y la achuché contra mi cuerpo. Lo sentía mucho. Seguía considerando que aquel enfado era una estupidez, pero su comportamiento hacía que me sintiera fatal.
-Te quiero. -dijo por fin, apoyada en mi hombro.
-Si tienes lengua y todo... -bromeé. -Lo siento. -al decirlo, se separó de mi cuerpo y soltó un pf.
-Sal del baño, anda. Voy a vestirme. -hice lo ordenador y me quedé justo enfrente de la puerta. Al cabo de unos minutos se abrió. -Solo lo hacía por ti. Dentro de poco tendrás que ponerte a trabajar mucho. No sabes la capacidad que tienes que tener para aguantar un concierto... -la corté con un beso en los labios. No se quejó, ni se apartó. Dejó que los besara y arrastré su cuerpo al mío.
-¿Sepo a manzana? ¿O no sepo a manzana? -dije imitando aquella escena tan graciosa que a muchos se nos quedó marcada en la segunda edición de "La Voz". Se echó a reír en mi boca.
-Sabes a manzana, sí. -continuó riendo. -pero me gusta más cuando sabe a chocolate.
-¡NO ME LIES, EH!

Al terminar los días de vacaciones, volvimos a Madrid, aquella ciudad de la que no había salido en muchos años. La echaba de menos, quiera que no.
Lidia me abrazó muy fuerte.
-¡Puta, cómo te echaba de menos! -la primera palabra sobraba.
-Yo no tanto. -reí. -estaba en buena compañía.
-Qué mala leche tienes. -dijo Malú.
-¿Te quedas a comer? -le preguntó Li.
-Hazme esos macarrones de la otra vez.
-¡A Malú le gustan mis macarrones! -exclamó varias veces dando saltitos a la cocina. Nosotras nos limitamos a reír. Era tan adorable.
Durante la comida le contamos a Lidia todo lo que hicimos por Sevilla, y ella nos comentó que su prima la visitó unos días, y luego estuvo aburrida hasta que volvimos.
-Oye, los del barrio dicen de jugar hoy un partido. Pensaba ir, ¿vienes Marina?
-Claro que sí. Hace mazo de tiempo que no los veo.
-Estuvieron hablando de ti por el grupo. Dicen que como ya eres famosa no les quieres ver.
-Serán cabritos. -reí. -Qué mentirosos, hablé con ellos hace nada.
-Yo a ti te mato. -dijo de repente Malú. -¿NO QUISISTE VENIR CONMIGO A CORRER EN SEVILLA Y AHORA TE VAS A JUGAR AL FÚTBOL?
-SÍ. -dije contundente.
-¿Puedo ir con vosotras? -se autoinvitó. Li y yo nos miramos. Si fuera tan normal como cualquier persona aceptaríamos sin pensar pero... era ella. Paramos a pensar un momento... -Bueno, si no queréis que vaya...
-Ven. -le dije, con una sonrisa. Mi amiga me miró con esa cara de... ¿Estás loca?
-¡Guay! Pero yo me quedo de espectadora.

Fuimos al parque en el que siempre jugábamos. Varias sudaderas ya colgaban de los arboles, que hacían de portería. Salí corriendo y me metí en mitad del partidillo. Robé el balón y salí corriendo con él, regateando a los defensas del campo contrario.
-¡MARINA! -gritaron, viniéndose a por mí, una vez que metí gol y me estuve quieta.
-¡Cuánto tiempo! -me abrazó otro de mis colegas. -Eh... ¿Esa que viene con Lidia es Malú...? -No respondí, dejé caer una sonrisa. -Marina... ¿es Malú? -no quité la sonrisa. -Es Malú. -dijo asombrada, corriendo hacia ella y dedicándole unas cuantas palabras de admiración. -¿Y qué haces por aquí? -Se formó un círculo, mis ocho amigos alrededor suya.
-Pues nada, vengo a ver cómo mi novia juega al fútbol. -me quedé algo cortada, con los colores en los mofletes. Se produjo el silencio. Un silencio de sorpresa, de confusión. Un silencio que decía más que muchas palabras. Un silencio muy significante.
-Qué calladito te lo tenías... -me pegó un codazo Quique.
-Va... vamos a jugar. -quise cambiar de tema. A la hora de hablar del amor entre mis amigos era muy vergonzosa. Salí corriendo a por el balón, mientras mi chica se reía con el resto. Me quedé sola dándole pataditas al balón, casi acrobacias.
-Intenta sorprenderte. -pude oír a Leire, la celebrito de la pandilla. Lancé la pelota, estampándola en su cara.
-¡Empecemos a jugar! -les grité. -Luego nos vamos de cañas y os la dejo un ratillo...
Después de pasarlo genial entre gol y gol, entre caída y penalti, entre empujones y pelotazos en miembros sensibles... fuimos a cambiarnos y quedamos en el mismo parque para ir a tomar algo.
-¿Al Rincón Musical, no? -preguntó Jorge. El más despistado. Menuda forma de cagarla...
-Tío... -le dio una colleja David.
-Mejor vamos al Índalo. -opinó Jessy. Yo no podía estar más de acuerdo... Un encuentro con Vanesa no sería nada agradable.
Me di cuenta de lo importantes que eran para mí en esa noche. Nos hicimos una foto de grupo y la puse de fondo en el móvil. A partir de ahora los tendría muchísimo más presentes. Al fin y al cabo, eran como una familia para mí. Guardarían el secreto de nuestra relación. Lo juraron cortándose una pequeña raja en la yema del dedo corazón. Eran muy divertidos y esa noche pude reír junto a ellos. Como echaba de menos esas tardes futboleras y esas tapas bajo la luna.

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