A las dos semanas de despertar le dieron el tan esperado
alta. Estaba ansiosa por volver a la rutina, al hogar. Aunque no era la única…
Yo también lo deseaba. Ella estaba encabezonada en empezar con su nuevo disco,
pero el médico le pidió un mes de reposo. Yo ya le dije que debía descansar,
volver a tomar el hábito de hacer deporte, pues no sería capaz de aguantar tal
ritmo si lo hacía tan de golpe. De no moverse nada, a someterse a esos conciertazos
que solo ella podía ofrecer.
-Si notas cualquier molestia… -no le dejó terminar.
-¡Sí! ¡Entendido por quinta vez! -exclamó ella, con una
enorme sonrisa. -¡nos vemos! ¡Espero que no sea pronto! -reímos. Incluso el
médico lo hizo.
Entró rápidamente en el jardín. Danka y el resto de la tropa
corrieron hacia ella dando ladridos y largas zancadas. Malú las abrazó mientras
la lamían por todas partes. Se les veía tan felices. La habían echado mucho de
menos. Pero mi chica no sabía lo que le esperaba tras la puerta. Fue como una
loca subiendo los escalones. Por un momento pensé que se caería. Después de
tantos días sin moverse sus músculos estaban engarrotados. Metió la llave a
golpes, pues no atinaba a encajarla.
-¿Te echo una mano? -la adelanté.
-Yo puedo. -sonrió. Al fin consiguió abrir la puerta. Todo
estaba muy oscuro. Las cortinas estaban completamente echadas. -Uy, qué oscurid…
-¡¡SORPRESA!! -saltaron por detrás de los sofás, otros se
asomaron por la puerta, unos cuántos bajo la escalera. Malú tembló un segundo
del propio susto. La miré sonriente.
-Te voy a matar. -murmuró. -casi me da un coma otra vez.
-¡¡Mi niña!! -la abrazó fuertemente su madre. La mayoría de
sus amigos más cercanos estaban allí. Desde su amiga de la infancia, hasta
Vero. Sin olvidar a sus compañeros de profesión. La banda entera estaba allí.
Cantantes que habían compartido escenario con ella, y otros que ni si quiera
eso, pero se habían convertido en grandes amigos. Tampoco faltaban Li y Pablo,
y ese pequeño engendro que se formaba. Algunos de sus familiares que conocí en
su cumpleaños también rondaban por allí. Como su prima Ainhoa, que no había
cambiado en absoluto. Muchos rostros irreconocibles para mí. Quizás los había
visto una vez, pero no más. José me ayudó con la lista de
"invitados". Le avisé de que solo llamara unos cuantos. Los
estrictamente necesarios. Pero ya lo conocía, y había pasado de mi petición.
-¡Marina! -me chillaron en el oído.
-¡Hey! -contesté, tocando mi oreja.
-¿Qué tal? -era Rubén, el director musical y pianista de
Malú.
-Muy bien, ¿y tú?
-Algo preocupado. -me agarró del brazo y me alejó de la
muchedumbre. -verás, me han ofrecido un puesto en una banda internacional.
-lancé una interjección de sorpresa. -no, no es tan guay. No quiero dejar
colgada a Malú.
-Creo que lo entenderá perfectamente. Sabes que es muy
profesional. -opiné sinceramente.
-Ya lo sé, pero no quiero darle este palo ahora que se ha
recuperado y empezará pronto… Es muy exigente. No elegirá a cualquier
sustituto. -se cruzó de brazos.
-Bueno, supongo que su equipo se encargará de ello. -intenté
ayudar, aunque no conseguí mucho.
-No puedo decir que no a esta oportunidad… pero separarme de
la banda me va a costar mucho trabajo. Les he cogido mucho cariño… a ella en
especial. -se abrió a mí.
-¿Dónde está mi enana? -se asomó por la puerta Isabel.
-¡¡Hey!! -saludé.
-¿Y ese saludo tan macarra? -puso cara de asco. -aparte de
estilista tengo que cuidar tu…
-Este es Rubén. -la corté. -director mus…
-¡Ya nos conocemos! -exclamó él. -me alegro de verte. -me
sentí un poco absurda en el contexto. Orozco asomó detrás de su mujer. Le tapó
los ojos.
-Cari… eres tú. -dijo ella con una sonrisa muy tonta.
-No. -puso una voz muy rara, pero ese tono ronco lo delató.
Isa rió. El cantautor le besó el moflete y con un rápido movimiento la giró
para perderse en sus labios. Los adoraba. Hacían muy buena pareja. Rubén y yo
nos miramos cortados.
-¿Tú también quieres? -Malú me sorprendió cruzando el césped
hasta mis brazos.
-¿Si quiero qué? -me hice la tonta, a la vez que depositaba
mis manos en sus caderas. Me respondió con un largo beso, interrumpido por las
cientos de palmadas. Tierra trágame. Qué vergüenza. Terminé riéndome, con los
mofletes más que sonrojados, y un cosquilleo fuera de lo normal en mi vientre.
-Deja de hacer eso. -le susurré. Ella pellizcó mi barriga
partiéndose de risa.
-Uy, ¿y esos cachetes? -se burló. -¿te has puesto nerviosa?
-¡Cállate! -me avergoncé más aún. Se me escapó una
carcajada.
-¡AY! ¡AY! -gritó Li. Corrimos hasta acercarnos. Había un
charco de agua en el suelo que se alargaba por debajo de sus pies. La cara se
me cambió por completo. La miré. Ella miraba asustada al suelo. De pronto,
miles de carcajadas se sucedieron en torno a la escena. Incluso Lidia lo hacía.
Vale. Había caído en la broma.
-¡¡No tiene gracia!! -me quejé. Mi compañera de aventuras
más locas me abrazó fuertemente, con el enorme barrigón entre nuestros
cuerpos. -aparta. -dije muy seria.
-No seas mala. -dijo, riéndose. Carcajeé, devolviendo el
abrazo que le había rechazado.
La vuelta de Malú, como habíamos titulado a la fiesta, se
alargó hasta eso de las 9 de la noche, cuando decidí echarlos a todos. Mi chica
se encontraba de lo más cansada, aunque no lo negase.
-Uf, qué cansancio. -suspiré, sentándome a su lado en el
sofá después de recoger toda la suciedad que habían formado.
-Si me hubieras dejado ayudarte… -dijo. Le sonreí,
abrazándola por la espalda. Se tumbó sobre mi pecho, relajando todo su cuerpo. -cabezona.
-¿Qué ha dicho el médico…?
-Sois unos plastas. -se quejó.
-Mañana nos vamos. -se sorprendió.
-¡¡Qué!! -se incorporó.
-Ven aquí. -le sonreí. Adoraba tenerla sobre mí. Pero se
resistía. Se resistía a darme ese calor que hacía mejorar mis días. Ese amor
que tan bien me sentaba. -va… -rogué.
-Con esa cara… ¿cómo me voy a quedar de pie? -se tumbó esta
vez atrapándome contra el respaldo. Rodeando mi cuello con sus finos y débiles
brazos. Me besó tiernamente, pegando su frente a la mía.
-Uy. -se me escapó una risilla.
-No empieces con los soniditos raros, eh. -me advirtió,
tirando de un pelo de mi nuca.
-¡AU! -chillé.
-¿Dónde nos vamos? Dilo. -amenazó, agarrando por el extremo
a otro de los centenares de cabellos.
-A… -titubeé. Subió los dedos hasta acercarse al inicio del
vello. -no, no. -respiré agitadamente. -Miranda de Ebro.
-¡Guau! -exclamó.
-Ya sé que es un poco cutre. -reí. -pero es un buen lugar
para que descanses.
-Sí, es muy tranquilo. -sonrió. -lo pasaremos bien.
-Claro. -le sacudí el pelo. Lo odiaba.
-¡Eh! -se quejó. -pf, qué ganas tengo ya de empezar a
trabajar.
-Cualquiera que te oiga… -bromeé. Pensé entonces en Rubén…
¿Qué haría…?
Y con la ilusión de un nuevo viaje, con el único objetivo de
reposar para coger fuerzas, preparamos las maletas con todo el tiempo del
mundo. Al fin y al cabo teníamos toda la vida para ser felices.
Como siempre inmejorable me encanta como escribes esperando capitulo pronto
ResponderEliminarMaravilloso!!! Esperando el proximo
ResponderEliminarMe encanta la novela pero antes tardabas 1 dia en escribirla y ahora tardas 4
EliminarGuau,que bueno Laura!
ResponderEliminarme encanta la novela, porfa sube capitulo pronto!!!!
ResponderEliminarMola la novela pero este capitulo no ha molao mucho espero q el siguente sea mejor tiene q pasar algo inimaginable como q malu se queda embarazada de un tio o q el accidente del camion fue aposta.
ResponderEliminarEs verdad el accidente aposta o algo chulo porfa, pero esta chula la novela
EliminarYo soy de Miranda oleee
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