sábado, 3 de mayo de 2014

Capítulo 70. POEMA DE MI CORAZÓN.

Mientras las ciudades preparaban la semana santa, llenaban de olores las calles y otros hacían las maletas para visitar a sus familiares, Malú y yo entramos en carretera con la radio a todo volumen.
El viaje era largo, unas cuatro horas de intenso tráfico por culpa de las vacaciones. Hacía un sol radiante, ambas cogimos nuestras respectivas gafas de sol.
-¡¡Vámonos!! -exclamó ella, alzando los brazos y cantando muy alto. Yo reí y negué con la cabeza. Definitivamente, estaba colgada, pero a la vez la admiraba. Era capaz de estar las 24 horas con una energía inhumana. No decaía ni un segundo. Igual que sabía sacársela a cualquiera  por muy deprimido que estuviese. Es una de las cosas que más me gustan de ella. Los minutos se pasaban lentos, nos movíamos lentamente por culpa de las retenciones. Aquello era un agobio. -por dios, vamos a hacer algo divertido.
-¿Qué propones? -reí, antes de que dijera algo. Ya la conocía.
-¿Jugamos al veo-veo? -solté una carcajada. ¿Lo decía en serio?
-Cariño… ¿no crees que ya somos un poquito mayorcitas para jugar a eso…?
-Pues nada, sigue con tu madurez aburri…
-Veo-veo. -comencé, cortándola. Me lanzó una sonrisa.
-¿Qué ves? -continuó.
-Una cosita.
-¿Y qué cosita es? -cantaba cuál niña pequeña, bailando de un lado a otro.
-Empieza por la letrita… -me quedé pensando. -...te.
-Te… -comenzó a pensar. -ta… -siguió. Miraba a un lado y a otro del coche. -tetera.
-Malú, cariño. ¿Dónde ves tú una tetera? -reí.
-Yo que sé… a ver si colaba. -prosiguió observando su entorno, intentando encontrar la "cosita" en la que yo pensaba. No lo iba a hallar en la vida. Reconozco que cogí algo complicado. Difícil de averiguar. -teléfono.
-No. -contesté. Estaba disfrutando viéndola tan desesperada.
-Timón.
-Y Pumba. -bromeé. -vamos en coche, no en barco.
-Tijuana. -negué con la cabeza. -tenedor. -volví a negar. -tractor. -se me escapó una risa. ¿Un tractor en un coche? -tronco, tijeras, turrón. -ya ni se paraba. Soltaba palabras al azar.
-¿Te rindes…? -la presioné sonriente, sacando su lado más infantil.
-No. Tequila, tango, tiempo. ¡Tiempo! ¡Es tiempo!
-No, no es.
-¿Qué es?
-¿Te rindes? -repetí. Asintió derrotada. -te doy una pista. Llevas unos cuántos encima. -se quedó pensativa. -tatuajes. -me soltó un tortazo.
-¡¡Vaya tela contigo!!
-Soy buenísima jugando, lo sé. -solo me sirvió para ganarme otra hostia.
-Ahora te vas a cagar. -apretó sus labios y entrecerró sus ojos. Cantamos la cancioncita de nuevo, la letra era la V. -já. Seguro que no lo adivinas, listilla.
-¿Volante?
-¿¿PERO POR QUÉ?? -me eché a reír. -¿por qué? ¿por qué? ¡Ya no juego más!
-Vamos, no sabes perder. Admítelo. -me levanté las gafas y le lancé un guiño. ¿La respuesta? Predecible. Un manotazo. -le voy a decir a mi madre que me maltratas.
-No, no, no… pero si yo soy un angelito... -pestañeó seguidamente. Pasé mi mano por su cara y ella la apartó de un zarpazo. Reí de nuevo. El camino se hacía más corto gracias a nuestras estupideces.
Al caer la noche, bajamos el volumen de la música y pusimos a nuestro amigo Pablo Alborán. La luz de las estrellas junto a sus melódicas canciones creaban un ambiente de lo más tranquilizador. Una combinación más que perfecta. Malú ya estaba entrecerrando los ojos. En nada estaría dormida.
-Oye, ¿jugamos otra vez? -reí.
-¿Para volver a perder?
-Qué competitiva eres, joder. -objeté.
-Anda, para un momento. -me pidió, acariciando mi brazo con delicadeza.
-¿Por qué? -¿a qué venía parar el coche cuando solo quedaba una hora y media para llegar?
-Tu novia se mea. -solté una carcajada. Qué fina. -y se mea a chorros. Cataratas. ¡¡ME MEO!!
-No podemos parar aquí, estamos en una autopista. -expliqué. Ella resopló. -Una hora y media no aguantas, ¿verdad? -negó abriendo los ojos como platos. Vamos, que ni de broma. -bueno, dentro de nada entraremos en los carriles cutres que llevan al pueblo y paramos en cualquier sitio.
-Si no me meo antes. -sonrió plenamente. Le cogí la mandíbula, acercándola a mí, y la besé.-ay… no me lo esperaba. Te quiero. -susurró. Le sonreí sin apartar la vista de la furgoneta que conducía por delante nuestra. Los cristales estaban tapados con cortinas y la velocidad que llevaban sobrepasaba la permitida. -se la van a pegar. -advirtió Malú.
-Si siguen así… -mi chica me dijo que moderara la velocidad, prefería estar lejos de aquellos temerarios. Así lo hice. Tardaríamos más, pero valía la pena prevenir.
-Tu madre se va a llevar una gran sorpresa cuando te vea. -asentí, dándole la razón. No se lo esperaba. La cantante se apoyó en la ventana con la mirada fija en mí.
-¿Qué miras? -le pregunté.
-Eres una gran persona, no sé si alguna vez te lo he dicho. -solté una risilla nerviosa. Iba a acabar sacándome los colores. -además de valiente, luchadora, cariñosa. -hizo una pausa. -eres lo mejor que tengo, no te vayas nunca.
-¿Por qué me dices esto ahora que no te puedo abrazar?
-No sé cómo conseguiste sobrevivir al infierno de tu adolescencia… no sé cómo tuviste el valor de irte y formar una nueva vida en un sitio que no habías pisado nunca, con gente a la que no conocías, no sé cómo pudiste perdonar a tu madre, ni cómo te atreves a volver al pueblo… -agaché la vista.
-Sé que me van a venir muchos recuerdos… -sujetó mi mano con fuerza. -pero también tengo buenos. -la miré de reojo sonriente. -vengo a por ellos.
-Yo te ayudaré a borrar los malos. -me besó los nudillos. -ahora para ya que me meo. -reí. Vaya manera de cortar el precioso momento.

Aparqué el coche frente a la fachada de la que tantos años había sido mi casa. Había cambiado el color de la puerta. Antes era negra, ahora era azul cielo. El número 15 seguía intacto sobre el marco. La ventana de arriba a la derecha estaba cerrada, al igual que la persiana. Era mi habitación… Me preguntaba cómo estaría. Miré alrededor, las calles estaban desiertas, como de costumbre. Todo seguía igual.
Di unos golpecitos en la puerta mientras Malú sacaba el equipaje del maletero. Mi madre preguntó que quién era. No contesté. Preferí que abriese y se llevase la sorpresa. Volví a tocar. El portón se movió rápidamente y encontré a mi progenitora.
-¡Marina! -exclamó, iluminándose en su cara una gran sonrisa. La abracé por la cintura y noté cómo se achuchaba a mi cuerpo. -te echaba mucho de menos. ¡¡Malú!! -chilló al verla acercarse. Se fue a besarla.
-¿Cómo estamos? -preguntó de forma educada.
-Más sola que la una. -se quejó.
-Pues eso se va a acabar. Aquí nos vamos a acoplar tu hija y yo. -se le volvió a escapar la sonrisa. Dio una palmada y cogió nuestras maletas. Las metió adentro. Yo agarré a mi novia por el cuello y besé su pelo. Iban a ser unas buenas vacaciones, bien merecidas además.
La sorprendida estaba como loca. Le enseñó la casa a su nuera con todo el entusiasmo. Hablaba rápido, caminaba rápido, casi parecía un baile. Yo me uní a la visita guiada. Hacía tanto tiempo que no pisaba mi hogar…
El olor me llenó la mente de recuerdos. Tuve que apartarme de ellas. Era superior a mí. Me tragué las lágrimas rápidamente. Decidí esconderme donde siempre lo hacía, en mi amplio cuarto. Seguía intacto. Reí al ver el póster del primer concierto de Malú al que fui. Pf… ¿quién me iba a decir que acabaría enamorándome de ella? Estaba algo mugriento, con las esquinas rotas. Sobre el escritorio, los lapiceros cargados de rotuladores y bolígrafos. Los cajones estaban vacíos, me lo llevé todo. Seguí indagando por mi habitación. En el armario encontré una caja fuerte, del tamaño de una caja de zapatos. Me la olvidé con las prisas. Estuve un rato pensando la combinación de números… introduje unos cuántos hasta que di por fin con la clave, nunca mejor dicho. En él encontré numerosas hojas arrancadas de cuadernos unidas unas con otras con una gomilla elástica. La quité y me puse a bichear. Eran canciones. Pequeños poemas. Los primeros que creé. Me acomodé en la cama, cubierta aún por las sábanas que estaban puestas el día que marché. Leí una por una, cayendo en la cuenta de cuánto había evolucionado con los años. No tenía ni idea de componer. Solo eran frases, versos al azar. Poemas de mi corazón.
-¿Qué haces? -entraron las dos. Les enseñé los papeles.
-Mis primeras composiciones. -Malú sonrió y se sentó a mi lado, echando un vistazo a mis inicios.
-Está todo igual. No cambiamos nada. -dijo mi madre. Asentí. Ya me había dado cuenta. Me alegraba de ello. Todo tal y como lo dejé.

-Apuntabas maneras ya, eh. -observó María Lucía. -la que nace artista, nace artista. 

Quisiera contaros un proyecto que llevaré a cabo los domingos de 7 a 8 junto a un grupo de amigos. Vamos a hacer un "programa de radio", emitido desde una Twitcam en el que trataremos de entretener las tardes vacías y aburridas de los domingos. Hablaremos sobre noticias curiosas, tendremos llamadas telefónicas vuestras, para contar con vuestra participación. Habrá diferentes secciones divertidas y una que dedicaré a la novela. Comentaré con ustedes el último capítulo que haya subido y os proporcionaré adelantos sobre los próximos. 
Os dejo el twitter, ¡espero que nos oigáis este domingo 11 de mayo!
@YaTeVale_

No hay comentarios:

Publicar un comentario