miércoles, 19 de febrero de 2014

Capítulo 39. DUELE.

Estaba completamente agotada, boca abajo en la mejor cuna del descanso, su cama. Ella seguía trepando por mi espalda, llenándola de besos y caricias. A mi aún me costaba respirar. Mis manos descansaban estiradas sobre la almohada. Las suyas se deslizaron creando una acaricia a lo largo de mis brazos hasta entrelazar sus dedos con los míos. Nos quedamos en silencio, solo se oía el delicioso sonar de sus labios en mi piel. Cerré los ojos y sin ser consciente me quedé sonriendo.
-Qué mona estás así. -dijo, besando mis mofletes, probablemente colorados por el calor que sentía en ellos. Luego paró aquel paseo de sus dedos por mi dorso para apoyar la cabeza justo en el inicio de mi espalda. Al cabo de un rato, se levantó y se fue alejando mientras yo la miraba atentamente sin moverme del sitio. No pasaron ni cinco minutos y ya la echaba de menos. Fui en su busca. Me enrollé en uno de sus infinitos albornoces que colgaban de una percha.
La encontré en el tejado con un cigarro en la mano y mirando de nuevo las estrellas. Le gustaban más que a mí. Llegué sigilosa y la abracé por detrás.
-¿Ya estás harta de estar solita? -me preguntó riendo y girando su cara para verme.
-Sabes que odio la soledad. -contesté, perdiéndome también en el universo. Le quité el cigarro de su mano y lo tiré. Ella me echó una mirada de odio. -Fumar mata.
-Idiota. -me insultó, sacando otro de la bata que portaba.
-¡Eh! -impedí que lo encendiera, quitándoselo en un ágil movimiento. -¿Tú me cuidas?, pues yo te cuido. No me he comido ni un solo bollo en esta semana. He merendado fruta. -comenzó a reírse.
-Si estuviera aquí mi hermano diría que te acabas de comer uno… -seguí sus risas. -A lo tonto a lo tonto te has salido con la tuya y no estoy fumando.
-Siempre me salgo con la mía. -me hice la creída y se giró, acercándose para besarme. La rechacé echándome atrás. -Apestas a tabaco…
-¡Anda que te den, niña! -exclamó, provocando mis risas. Era tan preciosa cuando se enfadaba. Volvió dentro y se volvió a desnudar y enredarse entre las sábanas blancas. La imité y me puse de lado frente a ella. Pellizqué mi brazo con fuerza y emití un chillido de dolor. -¿Qué haces? -rió.
-Quiero comprobar si esto es real. Que estás aquí a mi lado y que no estoy soñando. -sonrió plenamente y se dio un pellizco retorcido.
-Pues… yo tampoco estoy soñando, así que me temo que es tan real como la vida misma.
-Pero es demasiado perfecto para ser verdad. -dije con voz de niña pequeña. Sabía que la volvía loca. Se mordió el labio y me besó muy fuerte. -¡Jo! -me quejé. Me miró sin entender nada. -No sabes a ti, sabes a cigarro. -Se dejó caer en la cama y emitió un suspiro.
-Caprichosa…

Mientras desayunábamos en el comedor, Malú ojeaba el montón de revistas que había sobre la mesa. Al parecer estaba subscrita en muchas de ellas. En cuanto las terminaba, las tiraba con desgana a la otra punta de la mesa. Pero ojeando una de las revistas, la tostada se le cayó de la boca e hicieron que sus ojos se salieran de sus órbitas.
-¿Qué has visto, princesa? -le pregunté, impresionada por su reacción. Me miró enfadada y levantándola y enseñándome la página que tanto le había llamado la atención. A mí también se me cayó la tostada y manché mi pantalón de mermelada. A la mierda todo. Por no contárselo antes se había enterado por otros y eso era algo que odiaba.
-Puedo explicártelo… -solté la típica coletilla que suelta todo chico infiel cuando lo pillan con otra. Sonaba a escusa. Malú tomó aire y golpeó la revista sobre la mesa. Bajó su cabeza apoyando sus manos en su frente. No quise hablar. No quería cagarla. Entendía su estado y me quedé mirándola entristecida. Pasó las manos por su rostro varias veces. En la revista había un título, que no era el causante de su enfado precisamente. "EL LADO MÁS SOLIDARIO DE MARINA, LA GANADORA DE LA VOZ". Pero más abajo había una foto en la que salíamos Li, Vanesa y yo junto a los niños enfermos. -A ver, Malú.
-Cállate, cállate. -me ordenó haciendo un gesto con la mano y sin mirarme. Me levanté y me acerqué a ella. Me agaché, poniéndome en cuclillas y agarrándola por la cintura. -¿Por qué? -preguntó casi llorando.
-Cielo, escúchame. -dije nerviosa. Yo había estado en una situación similar, o al menos ella creía estarlo ahora mismo porque por su cabeza viajarían pensamientos erróneos.-No tengo nada con Vanesa, te lo puedo jurar si quieres.
-No hace falta que me jures nada, si tú me lo dices, yo me lo creo. Pero me duele saber que me hayas mentido. -me alegré de oír aquello, pero su rostro no decía lo mismo. Me sentía mal…
-Vane me pidió disculpas de nuevo, pero aquella vez fue mucho más sincera, te lo prometo. Vi un cambio en ella y reconoció todo el mal que me había hecho. Tanto a mí como a ti. -la expresión de su cara no había cambiado en absoluto. Se mostraba abierta a escucharme y no interrumpirme. -Solo he quedado con ella una vez después de la charla que tuvimos y fue para esto. -dije señalando la foto. -Bueno, y me la encontré anoche antes de venir… pero ya está. Puedes preguntarle a Li. -hablaba muy rápido, casi me ahogaba con la saliva.
-Tranquila. -percibió mis nervios y aquel miedo repentino que me entró. Aportaba datos a toda velocidad para que creyera en mí. -Pero, ¿por qué me lo ocultaste?
-Pensé que no te gustaría…
-Hombre, no me hace mucha gracia… no me fio ni un pelo de Vanesa. Pero bueno, si tú estás segura de que puede ser tu amiga, adelante. -no parecía muy convencida mientras me decía aquello.
-No pienso volver a hablar con ella si te molesta, eso tenlo por seguro.
-No te voy a prohibir eso. Es tu vida.
-Nuestra vida. -corregí. -Y no dejaré que estés incómoda. Para mí lo eres todo… sé que llevamos muy poco y quizás me precipite en eso de "nuestra vida", pero es lo que siento. Me tomo esto muy en serio.
-Créeme, yo también me lo tomo en serio. -dijo con la mano en el corazón. -Te quiero, Marina. -soltó de repente, para mi sorpresa, con la voz quebrada.
-Perdona, debería habértelo dicho antes. -agaché mi cabeza. La agarró y la puso sobre sus piernas. Me masajeó el pelo. El sonido de mi móvil interrumpió el placer.
-Madre mía, qué solicitada estás últimamente. -rió. Vi que la llamada era de mi amigo y artista López.
-¡Tía, ábreme! -exclamó. Ni un saludo…
-Buenos días a ti también. -Malú se acercó a mi oreja para oír lo que decía.
-Estoy en la puerta de tu casa llamando. Traigo el desayuno. -mi chica y yo nos miramos sonrientes. Se había pillado de Li. -Pensé que sería guay repasar la canción y tal…
-Ya… la canción. -Malú me pegó un codazo y me susurró: ¡Tía!
-Eso, que me abras.
-No estoy, pero Lidia tiene que estar ahí. -oí cómo tragaba saliva al decirle aquello.
-Está muy pillado. -rió la cantante muy bajito. El móvil me indicaba que tenía otra llamada entrante. Se lo dije a Pablo y me colgó educadamente.
-¡TU AMIGO PABLO TE ESTÁ ESPERANDO EN LA PUERTA! -gritó. Tuve que apartar el teléfono de mi oreja para no quedarme sorda. Malú se tuvo que alejar del móvil porque no paraba de reírse.
-Pues ábrele, te lleva el desayuno. -noté un bufido por su parte y tuve que tragarme las carcajadas.
-Vete a la mierda un rato. -me dijo, colgándome. Llamé a Pablo ahora. Qué bien me lo estaba pasando. Y yo no era la única, ella limpiaba las lágrimas que habían brotado por la risa.
-Está dentro, le he dicho que te abra.
-No hay indicios de que vaya a hacerlo. Voy a sentarme en la puerta… y a esperar.
-Cómo un buen caballero.
-No quería decirlo pero… he tenido un flechazo con tu amiga. Yo no suelo tener amores a primera vista, hasta la otra noche.
-Muy predecible, Pablo.
-Las mujeres lo detestáis todo. -soltó. -¿Dónde estás tú? -miré a Malú, ella siempre ponía las escusas. Movió las manos como si ellas fueran a inventar una mentira.
-Eh… en casa de otra amiga. -levanté la ceja. Qué mal se me daba mentir.
-Ah. -no pareció darse cuenta de que le acababa de colar una trola. -¡LI, ÁBREME BELLA FLOR, VENGO A ENTREGARTE MI CORAZÓN JUNTO A UNOS CRUASANES! ¡ÁBREME LAS PUERTAS DE TU VIDA! -Malú y yo no podíamos aguantar más y nos echamos a reír mientras López gritaba sin control ésta y otras ñoñadas.
-Ya voy a abrirte, colega. Espera ahí. -me levanté de las silla y fui a por mi ropa. Pablito necesitaba mi ayuda.
-Nos vemos pronto, productora. -le guiñé un ojo.
-Me gusta más que me llames de otra manera. -se acercó lentamente a abrazarme.

-¿Princesa? -asintió con la cabeza sonriente y posó sus labios en los míos.  

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