jueves, 5 de junio de 2014

Capítulo 77. HÁBLAME.

Me dejó fría, impactada, confusa. Mi cuerpo temblaba. Mis manos eran incapaces de sujetar el micro sin moverse. Me miró de reojo, sonriente. La quería matar, si no me moría yo antes. Estas cosas se hablan, se avisan. Me había pillado por sorpresa completamente. Se acercó a mí y me preguntó, susurrándome al oído, si estaba bien. Le negué con la cabeza. Se echó a reír, al igual que el público, que disfrutaba del espectáculo.
-Te noto un poco…
-¿Pálida? -pregunté a la vez que chillaba. Yo asentí junto a ella. -lo sé. ¿cómo me haces esto? -exclamé seria, pero al segundo empecé a reírme y la abracé. No sabía qué decir, era una situación tan extraña… Abandonamos el recinto entre grandes aplausos y silbidos. Había sido una noche inolvidable. Iba a quedar grabada en mi memoria para siempre. No lo dudaba. Al llegar al camerino, donde caí rendida en el pequeño sofá, miles de notificaciones llegaron a mi móvil.
-La que has liado guapa… -suspiré. Ella rió, acomodándose a mi lado.
-Anda, come algo. -me dijo.
-No puedo, estoy muerta. -contesté, con la lengua fuera.
-Venga, y así saludamos a los fans que siguen en la puerta.
-¿Hay gente? -pregunté incrédula.
-Hay un grupito en la salida esperando a que salgas. -sonrió. -así que, aligera y a ser amable. -me presionó. -tienes que cuidar cada gesto que haces… lo valorarán mucho. -me aconsejó la maestra.
-Sí, mamá. -bromeé.
-Prometida. -corrigió sonriente. El corazón me dio un vuelco. Resoplé. -hoy te acabas muriendo.
-No, no. Hoy me acabas asesinando. Qué mujer, joder. Nada, que te has levantado con ganas de matarme. -rió exageradamente, con aquellas carcajadas que se quedaban grabadas en el alma. -¿quieres? -le ofrecí la hamburguesa que amablemente me había traído Li de un lugar de comida rápida.
-Ya he cenado, cariño. -rechazó mi oferta. Oímos la puerta de la pequeña sala. Invitamos a la persona a que pasara. No podía creerlo.
-¡¡Raúl!! -pegué un salto de la silla y salté sobre él. Me cogió y dio vueltas por la habitación. Escuchaba las risas de Malú de fondo. -¿qué haces aquí?
-Pues nada, que he venido a verte. Has cantado de puta madre, "mi arma".
-¡¡Mi sevillano!! -se acercó su excoach a saludarlo. -¿qué tal va todo?
-Espera, espera. Antes de nada, ¡enhorabuena chicas! Espero mi invitación de la boda, eh.
-Claro que la tendrás.-reí. -venga, cuenta cómo te va. -insistí.
-No muy bien… por desgracia. No encuentro nada. -explicó afligido. El mundo de la música era complicadísimo. Yo misma lo conocía.
-Ya verás como sale algo. -le animé. 
-He hecho castings para musicales, otros programas de canto… pero nada, no hay manera. -se quejó. -le pedí que se sentara un rato a hablar con nosotras mientras terminaba de cenar.
-Podría presentarte a productores. -propuso María Lucía. Al chico se le iluminaron los ojos.
-Por favor, por favor. Me harías un enorme favor, en serio. -rogaba. Ella reía.
-Tranquilo, que sí. -le aseguró. Qué buena persona era.
Después de estar un rato charlando con mi compañero, salimos al exterior. El grupito de marineras seguía allí reunido. Varias chicas estaban sentadas, apoyadas en la pared. No se habían dado cuenta de nuestra presencia. Me senté al lado de una de ellas, cómo quién no quiere la cosa.
-¡Hola! -exclamé. La joven pegó un respingo. Miro hacia mí y vio quién era. -¿qué tal?
-¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!! -chilló, reventando mi tímpano. Malú estaba de pie, contemplando la divertida escena junto al andaluz. Nos levantamos del suelo y me saludaron una por una. -ay, que no me lo creo.
-Chica, respira.
-¿Pero eres tú? -preguntó dudosa. Palpó mi brazo. -¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAH!!! -vio a mi prometida. Corrió hacia ella y la abrazó. -¡¡Malú!! ¡¡Malú!! -el resto del grupo la imitó, sin llegar a asaltarla, sino manteniendo las distancias.
-¿Os parece si nos hacemos una foto? -pidió una de las más calmadas. Nos colocamos y tomamos la fotografía. -llevamos aquí desde las seis de la tarde, estamos agotadas.
-Guau, yo también estoy cansadita. -intervine.
-¿Puedo darte otro abrazo? -yo reí y asentí con la cabeza. La euforia de la quinceañera me mataba. Me parecía muy graciosa la chavala.
Nos retuvieron un rato más, no pillaban las indirectas de que nos teníamos que ir. Cuando conseguimos deshacernos del fandom, cogimos el coche y marchamos a su chalet. Fuimos atendiendo las llamadas telefónicas. Nuestra familia y amigos más cercanos no paraban de intentar contactar con nosotros para felicitarnos.
-¿A quién llamas? -le pregunté, al ver que encendía el manos libres.
-Mi madre, que no puede aguantar más. -me explicó sonriente. Se la veía muy ilusionada y convencida.
-¡¡AYAYAYAYAYAY!! -exclamó. Nos miramos risueñas. -qué emoción. Felicidades mis niñas.
-Gracias. -contestamos a la vez. Hasta para eso coincidíamos. Éramos tal para cual.
-Me pido organizadora de la boda, eh.
-Mamá, relájate, eh. -le advirtió Malú, pero pasó totalmente. Empezó a hablar de cientos de lugares a los qué podríamos ir, el color de los manteles, la pamela… -¡¡¡MAMÁ!!! -tuvo que gritar para conseguir callarla.
-Ay, que mi hija se me casa. -era normal. Yo entendía su desmedido entusiasmo.
Como vio que era casi imposible mantener una conversación seria, Malú se despidió de su madre y colgó.
-Me estoy empezando a agobiar. -confesó. -me lo veía venir. -me quedé mirándola.
-¿De verdad quieres?
-Te he dicho que estoy segura delante de todo tu público. ¿No me crees?
-Oye, no te pongas así, te he preguntado porque más vale aclararlo ahora y no cuando estemos firmando. -se había molestado demasiado.
-Sí quiero. -repitió dos veces. -¡Sí quiero! -exclamó por tercera vez, más alto aún. -solo te he dicho que me agobia todo esto.
-¿El qué exactamente?
-Los preparativos de la boda, los invitados, el convite… Es mucho estrés. -la verdad es que tenía razón.
-Bueno, para eso está la suegra. -bromeé. -relájate, anda. Aún nos queda tiempo. -se puso las manos sobre la frente. -eh, tonti. -me miró arqueando las cejas. -te quiero mucho.
-Y yo. -me besó. -va a salir genial. -arañó mi nuca con sus dedos.
-¿Lo dudabas? -sonreí torcido. -oye, si te agobia la idea de la boda y sus infinitos problemas… nos vamos a una playa desierta y allí mismo nos casamos solitas.
-No estaría nada mal. -lo pensó. -pero por otro lado, aunque tengamos que esforzarnos más, me gustaría compartir ese momento con los nuestros.
-Totalmente de acuerdo. -asentí. -¿cómo has cambiado tan pronto de opinión sobre eso de casarnos?
-Me sorprendiste cuando me lo pediste. No me lo esperaba, y me entró el miedo. Soy una cobarde, aquí donde me ves.
-Bajo esa armadura negra. -bromeé, ella me dio un codazo, pero sé que le hizo gracia.
-Lo he pensado mucho, y bien, y estoy segura, quiero hacerlo. -a mi no me cabía la sonrisa en la boca.
-Lo que jamás te perdonaré es que lo hayas contado en el concierto. ¿CÓMO SE TE OCURRE?
-Pero si ha sido precio… -no dejé que terminara de pronunciar el adjetivo.
-¡¡NO!! ¡Joder, qué vergüenza! -pataleé.
-Me apetecía presumir de novia, jo. ¿Cuántas personas cómo tú puede haber en el mundo? Tú, solamente. Y encima eres mía.
-Eres tonta. -me puse colorada. -bueno, que no me cambies de tema, que la has liado parda.
-Tenías que haberte visto la cara… -carcajeó fuerte. Temblaban hasta los botones de la chaqueta.
-Oye, ya vale. -me puse seria. Ella seguía con su escándalo. -ya hemos llegado. -la avisé, aparcando el coche cerca de su cancela.
-Gracias por traerme, amor. -nos dimos un beso y se fue alejando poco a poco. Yo me quedé allí, observando su silueta en la oscuridad. Aún no podía asimilar que había aceptado mi proposición. Que aquella mujer de pequeña estatura, larga melena y sombra larga iba a convertirse en mi esposa. Abrí la guantera, cosa que hacia siempre antes de arrancar para buscar un CD, y me encontré unas llaves con un papel insertado en el llavero.
-Bienvenida a casa, te quiero. -leí susurrando. Miré por la ventana y la tenía justo ahí. Metí un bote.
-¡¡Qué susto!! -exclamé, dando un brinco.
-¿Vamos a nuestro hogar, futura mujer? -abrió la puerta. Sonreí plenamente. -¿quieres decir algo? te estoy pidiendo que vivamos juntas. ¡Háblame!

-Algo. -se mordió la lengua, yo reí. -por supuesto. -salí y nos fundimos, una vez más, mientras la luna nos observaba desde el espacio. 

1 comentario:

  1. No se cuantas veces me he leído ya la novela...escribes genial, sigue así y llegarás lejos!!

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