domingo, 27 de julio de 2014

T2.Capítulo 4. DICEN POR AHÍ.

-¿Maleta?
-Listo. -contesté.
-¿Aseo? -preguntó Malú.
-Listo. -repetí.
-¿DNI?
-Aquí lo tengo.
-Me temo que ya estás preparada para marchar… -dijo algo nostálgica.
-Va, solo serán unos días. -la abracé. Una vez más el trabajo nos distanciaba, y aunque solo fueran 72 horas, se nos iban a hacer eternas. Agarré la maleta por el mango plateado y desfilé con ella, como si fuera el objeto más preciado de mi vida, al coche. La cogí con energía y la tiré en el maletero de cualquier forma.
-¡¡Ha retumbado todo, ten más cuidado!! -se quejó Mari. Sonreí, tampoco con mucho énfasis, y me acerqué de nuevo a mi chica.
-Llámame en cuánto llegues. -me pidió, rodeándome el cuello  de nuevo.
-Sí, mamá. -bromeé. Nos besamos, repitiendo una y otra vez lo mucho que nos queríamos.
-Me cago en la ostia… -resoplaba mi representante desde el automóvil.
-Venga, vete ya. -me empujó mi chica. -cuidado con las fans. -me advirtió, yo le regalé una mirada, y subí al mini.
Tomamos el avión hacia el sur, concretamente a Sevilla, donde me esperaba un nuevo proyecto que me quitaba el sueño desde hacía unas semanas. Una nueva cantante con una voz completamente diferente a todas las que había podido oír a lo largo de mi existencia había surgido de un pequeño pueblo de la provincia andaluza. Recuerdo aún el momento. Estaba con Malú preparando la comida, cuando salió en la radio. Nos sorprendimos. Enseguida comuniqué a Mari mi deseo de conocerla y grabar algo con ella. Según decían en el programa, estaba inmersa preparando un disco. Su mánager estuvo encantado con la idea, creyó que una colaboración conmigo la ayudaría en su carrera. Desempolvé mi cuaderno de canciones y allí encontré una que le vendría perfecta. Al menos, eso creía. Y no me decepcionó, supo darle el tono que yo aún no había conseguido, el ritmo que yo no había hallado. Satisfecha y orgullosa, me decidí a compartir mi canción con ella, y no descarté la opción de regalarle alguna composición mía.
-¡Buenos días! -me saludó nada más verme entrar. Nos dimos dos besos y entramos en el estudio. -siento no invitarte a un café ni nada, pero no tenemos mucho tiempo.
-Tranquila, está bien. -sonreí. La verdad es que el café de poco me importaba. Estaba deseando oír el resultado final. Nos pusimos a ello. Me coloqué los enormes, pero cómodos, cascos, y el luminoso rojo se encendió. Hora de trabajar.
-¡Qué maravilla! -después de cinco horas encerradas, al fin pudimos oír una de las canciones más esperadas de su disco "Soy". La nuestra. Y como soy de lágrima fácil, lloré. Me emocioné. No me creía que esa fuera mi voz, ni esas palabras, que conectaban entre ellas creando musicalidad, fueran escritas de mi puño y letra.
-Muchas gracias, Marina. -me ofreció un pañuelo mientras mostraba su agradecimiento,  Marta.-de verdad, creo que será un gran éxito. Gracias por creer en mí, porque ni siquiera me conocías cuando me llamaste… joder. -demasiada carga emocional para decir un simple "a ti". No me salía nada en ese momento.
-Es una sentimental. -avisó mi mánager, provocando las risas, calmando el ambiente. Bajamos a un restaurante, nos merecíamos una recompensa. Mari fue con Jimena, la representante de Marta, para coger sitio. Nosotras fuimos por la puerta de atrás, según ellas, la entrada estaba llena de seguidores enloquecidos. A veces me preguntaba cómo conseguían saber donde estábamos en cada momento. ¿Nos habían puesto un radar a todos los cantantes del planeta?
Entablamos amistad. Su mánager era tan divertida y encantadora como la mía.
-¿Malú no ha querido venir? -me preguntó.
-Está ocupada con sus cosas…
-Ah, bueno, ya pasaré a verla. Dale recuerdos de mi parte. -me pidió. Marta estuvo en Madrid hacía unos días, la invitamos a casa para conocernos un poco más y presentarle la canción. Entre las tres creamos la melodía e hicimos unos cuantos cambios en la letra para que quedara completamente perfecta.

A la mañana siguiente, cuando las cortinas del hotel no consiguieron tapar los rayos de sol, me desperté. Miré la hora, y me encontré con algo mucho peor. Dieciséis llamadas perdidas de mi madre. Me pregunté qué había pasado para tener tal cantidad de llamadas. Ni que fuera una adolescente. Como una bala marqué su número.
-¿Qué ha pasado? -me interrogó nada más descolgar.
-Eso mismo quiero saber yo.
-¡¡No me mientas, soy tu madre!! ¿Por qué no me cuentas las cosas?
-¿De qué hablas? -no entendía nada de lo que pasaba. -¿me quieres explicar a qué se debe eso? Yo te lo cu…
-¡¡He visto las revistas!! ¡¡No soy tonta!! -¿revistas? ¿cómo qué revistas? Algo iba muy mal.
-¿Qué ponen las revistas, mamá? -intenté suavizarlo.
-Te leo, eh. "¿Posible distanciamiento? La pareja del momento parece vivir un tiempo amargo. La cantante madrileña se ha quedado en el chalet que comparten, mientras que su novia, viajaba a Sevilla. Ayer la vimos salir de un edificio junto a Marta, una joven que comienza a grabar su nuevo disco. ¿Será ella el motivo de este despego? ¿Están dándose un tiempo?" -me eché a reír. Qué graciosa llegaba a ser la prensa rosa.
-Marta es una amiga, estoy en Sevilla porque canto con ella en su CD, Malú tiene trabajo en Madrid. Estamos perfectamente.
-Ay, qué susto. No sé para que me creo estas cosas… Pero claro, venía una foto…
-¿Una foto?
-Tú con la niña esa, saliendo de un sitio. -explicó. Debió ser cuando íbamos a comer…
-Tranquila, no pasa nada. Todo va viento en popa.
-Es que ya tengo el vestido de la boda. -reí al escucharla. Madres…
Nada más colgar, "Malú llamando".
-¡Cómo se te ocurre! ¡No vuelvas a casa!
-¡No pienso volver! ¡Vuelve a tu mentira de plástico gris! -grité. Reímos a la vez.
-Ya lo has visto, ¿eh? -acertó.
-Bueno, tu suegra me ha llamado como veinte veces. No sabes el sofocón que le ha dado. -la escuché carcajear al otro lado de la línea. -y todo porque se acababa de comprar el traje para nuestra boda. -aumentó su risa.
Pero aquí no acabó esta historia. De camino al embarque, una ola de periodistas me asaltó. Formaron un círculo y me dejaron dentro. Mari estaba delante de mí, haciéndose hueco entre la masa. Pegaba bolsazos y patadas.
-¿Es cierto que se cancela la boda?
-La boda sigue en pie. -me limité a contestar. -oye, está todo bien, ¿vale?
-¿Te has acostado ya con Marta? -se me escapó una risa, que no sé si restó credibilidad al asunto.
-Marta es una amiga, y no solo mía, también de Malú. -contesté mirando al periodista que había lanzado la estúpida pregunta. -voy a perder el avión, si me lo permitís… -intenté pasar.
-¿Confirmas el distanciamiento?
-Estamos perfectamente. Eso lo habéis inventado vosotros. -decidí que esas fueran las últimas palabras. Llegamos al embarque de una vez por todas. En unas horas volvería a estar con ella.

Antes de que el avión me exigiera apagar el móvil o dejarlo en el famoso "modo avión", colgué una foto en las redes. Un beso en el caribe entre ella y yo, y añadí "Por fin esta noche volveré a dormir a tu lado. Y mañana, despertaré allí. Te quiero."  Que les den por culo a la prensa. 

1 comentario:

  1. Por favor sigue con la novela, me tienes enganchadisima, me la lei en dos dias xD escribes genial ;)

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